En el Día Mundial del Refugiado, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) difundió que en 2016 la cantidad de personas forzadas a desplazarse de su hogar aumentó en 300 mil personas, llegando al récord de 65.600.000 personas en todo el mundo.
Un refugiado es una persona que perdió su ciudadanía (su identidad política ligada a un Estado) por verse forzada a irse de su país para que no sigan violando sus derechos básicos. Si no es recibida por otro país, que tutela sus derechos, y si tiene suerte, puede quedar bajo la tutela de la ONU. De los más de 65 millones de personas forzadas a desplazarse, unas 22.500.000 son refugiadas por la ONU. Sólo los palestinos refugiados suman 5.300.000.
Unas 10.300.000 personas fueron forzadas a desplazarse en 2016. El 51% son menores de 18 años (un porcentaje altísimo: sólo el 31% de la población mundial es menor de 18). El 84% de los refugiados terminan en naciones en vías de desarrollo –generalmente colindantes– y no en las xenófobas y subsumidas en su hedionda decadencia de autoinflingido temor naciones de esa mentira llamada Occidente moderno. Sólo en 2016 Turquía recibió 2,9 millones, Pakistán 1,4, Líbano un millón, Irán 979.400, Uganda 940.800, Etiopía 791.600. En el Líbano uno de cada seis habitantes es un refugiado. Es inimaginable cuál sería la reacción política europea si esa proporción se diera dentro de su alambrada de púas.
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Hay niños sin compañía o separados. En su mayoría, perdieron sus familias afganas o sirias. En 2016, 75.000 niños solos pidieron asilo en 70 países distintos. Alemania recibió el número más grande de estos pedidos (35.900).
El 55% de los refugiados bajo atención de la ONU (22,5 millones) proviene apenas de tres naciones: Siria (5.500.000), Afganistán (2.500.000) y Sudán del Sur (1.400.000), tres lugares que gozan de la mejor atención misilística y humanitaria de esa lacerante vergüenza que llamamos el Occidente moderno, que luego abre sus brazos para adoptar los huerfanitos que produce, siempre y cuando lleguen vivos.
En las últimas dos décadas la población de personas forzadas a desplazarse creció de 33.900.000 a los más de 65 millones actuales. El mayor incremento de lo que es el mayor drama humanitario global de la actualidad se dio entre 2012 y 2015. Hace una década, una de cada 160 personas era refugiada, hoy es una cada 113.
Colombia es el país con la mayor cantidad de personas desplazadas internamente (que fueron forzadas a irse de sus hogares pero que no necesitaron traspasar las fronteras). El país del caribe tiene unas 7.400.000 personas bajo esta condición.