Simpsómetro

Ante el terror frente al pituto a soplar para determinar quién se había tomado todo el vino... llega a nuestra comarca “El conductor designado”, otra idea importada de la nueva madre patria. Sí, damas y caballeros: se terminó el sufrimiento en los bares, ese recelo al último vaso de porrón, esa alegría retenida con el sabor amargo de la cebada. Las escapadas a los zorros ya son parte del pasado; ahora basta con que elijas a esa amiga que tantas veces te supo contener o a ese pobre chico que será premiado con una noche de absteción. Y si el grupo no cuenta con tamaño gladiador que se enfrente a una noche de sobriedad, caerá en uno la responsabilidad de conducir en las noches de copas. De más está decir que la condición sine qua non es que “El conductor designado” sepa manejar, sino el rodado ilustrará páginas de diarios o será un sapo más en la Fuente de la Cordialidad.

Publicado en Pausa #7, 27 de junio de 2008.

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