Por Adrián Brecha
El domingo asistiremos nuevamente a un día creado para generar mensajes universales, melancolía y un leve aumento en el presupuesto familiar. Llega el Día de la Madre y los anuncios estallan. Desde la mamá moderna que necesita una nueva notebook, hasta un buen servicio de medicina prepaga que acomode la ciática averiada de tanto esfuerzo maternal forjado por el hermoso ¡upa la lá!
El Día de la Madre no tiene un único origen. Tanto los romanos como los griegos tenían sus celebraciones, sin embargo no hay pruebas de que en el neolítico se haya regalado ningún hueso. Los helenos le rendían honores a Rhea, quien, según Homero, es la madre de todos los dioses, aunque no es una madre universal como Cibeles Frigia, la Gran Madre, con quien más tarde se le identifica. Igualmente los romanos llamaron a esta celebración La Hilaria cuando la adquirieron, sin pagar ningún derecho de autor a los griegos.
Se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y durante tres días se hacían todo tipo de ofrendas aún sin tener tarjetas de crédito. Luego aparecen los primeros cristianos que transformaron estas festividades en honor a la virgen María, madre rara si las hay. Mi primer recuerdo del Día de la Madre es la elaboración, en cuarto grado, de un hermoso jabón tocador diseñado con alfileres y cinta de regalo que transformaban ese elemento esencial para el baño en un adorno inútil y horrendo, pero que me hizo entender mi falta de capacidad motriz. Sin dudas, el tercer domingo de octubre nos exponemos ante la duda de qué regalar sin caer en los lugares comunes, ante la mirada de una madre que nos dice que no es importante ese día en su vida. Pero si lo olvidamos o argumentamos la ingeniería del consumismo, seremos recriminados hasta el próximo año, que encima cae 17.
Sabemos que hay diferentes tipos de madre y que todas son únicas, irrepetibles y que, sin ellas, nuestra terapia sería muy aburrida. Por eso en una búsqueda de momentos familiares originales y armoniosos nos disponemos a entregar una suerte de guía básica para sobrellevar tan milenaria ocasión maternal.
1. Por ningún motivo olvide el Día de la Madre o desmerezca tan preciado domingo. Ni se le ocurra decir que le regala una sonrisa. Mamá quiere cosas materiales.
2. Basta de asociar a la madre con la cocina. No intente quedar bien regalando una multiprocesadora, que ya de por sí es un regalo horrendo.
3. Ellas quieren regalos caros o de buena calidad, por ejemplo un buen perfume o unas vacaciones pagas. El detalle es no usar la tarjeta de mamá para comprarlo.
4. Ni se le ocurra presentarle una nueva pareja este domingo: es muy mala idea. Las madres adoran los amores que uno ha abandonado.
5. No escatime en gastos ni en afecto: madre hay una sola. Y siempre es mejor madre conocida que madre por conocer.Y, antes que me olvide, ¡feliz día má!
Publicado en Pausa #23, 17 de octubre de 2008.
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