Por Adrián Brecha
Muchas veces odio la realidad, pero digamos que es el único lugar en el que nos podemos comer un buen asado. Nada tiene mucho sentido. Tal vez nunca lo tuvo y siempre todo fue un gran quilombo, en su sentido peyorativo (los quilombos, en Brasil, fueron los territorios donde se refugiaron los esclavos africanos fugitivos y donde desarrollaron sus propias comunidades, con organizaciones políticas autónomas, modos de producción particulares y una cosmovisión sincrética). Un quilombo: lío, desorden, caos o alboroto. Es la única palabra que encuentro para entender las candidaturas testimoniales, un Lugo casanova, un Reutemann de centroizquierda, un Binner enardecido por el pasado, una Nacha Guevara como candidata, un Scioli explicando que en la historia ya hubo varios políticos estrellas (Schwarzenegger y Reagan, sus ejemplos) y un chingue virus de chancho peleándole popularidad al Aedes Aegypti. Y ahí estamos, frente a la televisión, el electrodoméstico más importante en un hogar: si bien la compu pelea el puesto, el control remoto es más amigable que un mouse. Marcelo Tinelli volvió, algo más esperado que el regreso del cometa Halley. Fue acompañado por 46 puntos de rating; 1.380.000 televisores fijaron su sintonía al grito de “Buenas noches, América” y vivaron al nuevo zar de la televisión. Este buen hombre festeja sus 20 años evacuando su arte de llenar la pantalla de enanos gula-gula, culos, bloopers, top less, caños y antropofagia cerebral. O sea: de 26 años de democracia televisiva, 20 nos acompañó Tinelli y los primeros seis Gerardo y la manzana. Por eso, cinco consejos para no tinellizarce:
1. Es la mejor manera de llamar la atención: quedará como una persona muy aguda y con una profunda mirada crítica sobre los complejos sociales.
2. Si lo tienta lo curiosidad, quédese tranquilo/a: no va a ver nada que no haya visto en los anteriores 19 años.
3. Seguramente, no va a tener muchos temas de qué hablar con sus familiares, amigos y jefes: dialogar sobre el clima es una buena salida.
4. Hay unos objetos en desuso, denominados libros. Al parecer son muy buenos y no son objeto del rating.
5. Se asoman los primeros fríos. Aproveche, apague el televisor y dé rienda suelta a los placeres mundanos.