El “Rafa” creció junto a Guillermo en Mar del Plata. De chicos compartieron entrenamientos y se enfrentaron en cientos de partidos. “Éramos enemigos adentro de la cancha”.
“Vilas creó el tenis en la Argentina”. En alguna oportunidad, una persona dijo esa frase por primera vez, pero pasó tanto tiempo y fue tan precisa que el deporte nacional la tomó como una verdad irrefutable y hoy, para hablar del deporte blanco, todos la mencionan.
A ese creador, maestro, genio, figura y cuanto calificativo le plazca al gran Guillermo, alguna vez, alguien le ganó. Y no una vez, sino varias veces.
LLANTO. “Cuando le ganaba se largaba a llorar con todo”. El hombre que tiene autoridad para afirmar esas palabras se llama Rafael González Bosch, el “Rafa”. El mismo que arrancó el diálogo aseverando: “Conviví con Guillermo desde los 8 a los 18 años en el Club Náutico Mar del Plata, y el mismo día y a la misma hora nos contratan para jugar en el Buenos Aires Lawn Tenis”.
Rafa nació y se crió en San Isidro (Buenos Aires), pero hoy vive en Santo Tomé y es profesor de tenis en el sur de nuestra ciudad, en Varadero Sarsotti, donde tiene la concesión de las dos canchas Gimnasia y Esgrima. Pero antes de llegar a sus vitales 56 años la vida, y una raqueta como compañera, lo llevó a recorrer el país y hasta lo hizo cruzar el océano. Su San Isidro natal, Mar del Plata, Tucumán, Santa Fe –dos veces–, Trevisso (Italia), Rafaela –también dos veces– y Río Cuarto fueron los lugares donde el destino lo llevó a vivir, y de todos esos sitios se fue por “fuerzas mayores”, aunque confiesa una y otra vez que su idea era quedarse para siempre en los lugares donde llegaba.
Una vez conocida la ruta de su vida, lo invitamos a Rafa poner marcha atrás y recordar aquellos años sesenta, donde se criaba, convivía y competía con Guillermo Vilas. “Éramos amigos del club. Afuera no, él iba a otro colegio. Pero en el club éramos amigos, compañeros, y enemigos adentro de la cancha”. Sin titubear, aseguró que hasta los 14 años era superior a Vilas, “luego emparejó y después de los 15 me pasó por arriba”.
“El deporte marplatense acaba de tener para sí, la enorme satisfacción de ver consagrados a dos juveniles tenistas, en el reciente campeonato de la República. Rafael González Bosch, campeón y Guillermo Vilas, subcampeón, de apenas 11 años de edad, son quienes dieron al Club Náutico, al que representan, el gran halago”. Así comenzaba la nota periodística del diario La Capital de Mar del Plata allá por el año 1964.
Mientras Vilas se encaminaba a ser uno de los mejores tenistas del mundo, la carrera de Rafa comenzaba a apagarse. “A los 18 años me puse a estudiar arquitectura y a los 22 volví al tenis, pero para ser profesor”. Ante la pregunta por los motivos del abandono, Rafa aseguró: “Hasta los 18 estaba becado por el Lawn Tenis de Buenos Aires y por la Asociación, pero después había que competir en mayores y los gastos eran muchos. Además de las cuestiones económicas, yo elegí estudiar”.
EL PROFE. Los ocasionales concurrentes a las canchas del Rafa pasaban la tarde jugando un partido informal, mientras este hombre flaco, de baja estatura y pelo largo no dejaba de inmortalizar aquellos días donde Vilas, cuando le tocaba perder, “lloraba como un maricón”.
¿Para tanto? “Sí, le molestaba muchísimo perder conmigo y a mí me pasaba lo mismo con él. Yo también lloraba. Jugamos un montón de finales, así que hay muchas victorias y derrotas para recordar”. Había más en la caja de la memoria. “Tuve la suerte de disputar muchos Sudamericanos junto a Guillermo y Francisco Pancho Mastelli. Entre los tres se daba una cosa muy rara: yo nunca podía ganarle a Panchito, a él le pasaba lo mismo con Guillermo y yo a Willy le ganaba siempre. Así que de acuerdo a cómo se formaba el cuadro del torneo, ya sabíamos quién iba a quedarse con el título”.
RECORRIDOS. Las victorias de Rafa al rey del tenis argentino tuvieron un final, y ese final tiene su causa: “Guillermo a los 15 años viajó a Estados Unidos a jugar y yo no, me opuse a que mi papá haga un enorme sacrificio económico siendo seis hermanos en mi familia. A la vuelta de ese viaje Guillermo ya sabía que su futuro estaba en el tenis, de ahí en más creció de una manera terrible y nunca más le gané”.
Además de ganar y perder contra Guillermo Vilas, en su infancia primero y adolescencia después, desde los 22 años comenzó su carrera como profesor en Tucumán, jugó y se cansó de ganar a nivel nacional y, hasta el día de hoy, como “profe”, se gana el peso diario enseñando el deporte que tanto lo apasiona. “Otra cosa no se hacer, de acá”, expresó González Bosch mirando la cancha, “no me sacan jamás”.
La tarde se estaba poniendo fría, Rafa tenía que seguir enseñando y en un clima de amigos, desde el humilde Varadero Sarsotti, el tenis regalaba recuerdos y señales de un rico fragmento de la historia del deporte argentino.
LA PRIMERA VEZ. Según cuenta una vieja entrevista en un diario marplatense (pasaron más cuatro décadas), Rafael lo conoció a Vilas cuando estaba jugando al ping-pong. “Guillermo se acercó y me invitó a jugar al tenis, habrá pensado que a este enano le ganaba como quería, pero no me conocía y le gané esa tarde y otras tantas más”.
SANTAFESINO POR ADOPCIÓN. “Hace ocho años que estoy acá, me gusta mucho Santa Fe, su gente, el río, el centro, la costanera. Estoy muy cómodo, me alcanza para vivir y me encanta estar en el interior del país”.
CERCA DE LA OVALADA. Rafa dice que nació con una pelota de rugby en sus manos: vivía pegado al CASI (Club Atlético San Isidro) y muchos de sus familiares jugaban en la tradicional entidad del rugby argentino. Pero a él su pequeño físico se lo impedía y, además, el padre jugaba de manera amateur al tenis.
Publicada en Pausa #37, viernes 29 de mayo de 2009