Por Adrián Brecha
El sol de mayo ha pasado y traído todos los recuerdos de aquel conocido 25 en el que el pueblo argentino (siempre capitalino) se unió al grito de: “¡El pueblo quiere saber de qué se trata!”. Al parecer, ya en esos tiempos no sabíamos como venía la mano. Como en toda manifestación política, los partidarios del Virrey calcularon que no había más de doscientos convocados, mientras que los patriotas dieron una cifra superior a 100 mil iracundos. Cisneros pidió calma al pueblo, que para perturbado ya estaba él. Hay similitudes asombrosas: en ese entonces también los esclavos negros hacían paro para obtener mejores condiciones laborales y blanqueo. Pero también eran otros tiempos: no había Mc Zamorra, ni Cabildo del Gran Cuñado, ni marchas convocadas por SMS. Algo para destacar: se pedía un Cabildo abierto tipo hipermercado 24 horas.
A pesar del frío, la gente se reunió en las calles: no se le temía tanto a la gripe y sus subtipos. Teníamos a los ingleses indecisos que invadieron y se fueron, volvieron a invadir y se volvieron a ir corridos por el “aceite” hirviendo, que en esos tiempos no era de soja. Los franceses dominaban Europa, con un petiso parecido a Sarkozy, pero sin Carla Bruni. Y a nosotros nos tocó en gracia los españoles, muy virreyes y virreinas, ya sin estimulaciones ni empresas telefónicas por comprar: América ya estaba atrapada, tomada y desvalijada a gusto. Había criollos, que eran los nacidos y criados en estas tierras –no los clásicos bizcochos–, que querían ser libres para crear el tango, el colectivo, el dulce de leche, la birome, las empanadas y el cordero patagónico, para que así la Bersuit tenga un estribillo. Fue una lucha incesante por ser argentinos, cosa de luego andar investigando si tenemos algún pariente en Europa que nos habilite un pasaporte. Por supuesto, también habitaban este territorio los mulatos, los mestizos, los zambos, los negros, los otrora “Indios” hoy convertidos en pueblos originarios, que todavía reclaman que sus tierras no sean convertidas parques industriales. El 25 de mayo ha de ser recordado como el albur de la mercadotecnia con French y Beruti y sus pins bien rolingas. Y también desde ese día de 1810, tenemos nuestra propia historia y deseamos con fervor que 25 caiga Lunes y se haga el fin de semana largo. ¡Que viva la patria! ¡Que viva la patria!
Publicado en Cocoliche, Pausa #37