El grito que viene desde las tripas


Las organizaciones sociales indican que cada día mueren 25 niños de hambre. Para revertir esa realidad desalentadora, el Movimiento Los Chicos del Pueblo realizó una nueva marcha. Las cifras de un flagelo nacional, la realidad en la ciudad y la voz de los referentes de las ONG más comprometidas.

Por Sergio Ferreyra

La deuda con los más chicos es común a todos los distritos del país. De ahí la necesidad de los movimientos sociales comprometidos con la niñez de realizar una marcha nacional para denunciar el alarmante grado de desnutrición. El gobierno nacional reconoció este reclamo y lanzó un plan para que los hijos de desocupados o de trabajadores en negro reciban $180 mensuales cada uno. Además, en la provincia se implementan varios planes destinados a paliar la falta de alimentos: el Nutrir Más, que tiene cerca de 11.500 beneficiarios, el Plan Alimentario que llega a 177 mil beneficiarios y el programa “Complemento Nutritivo Alimentario que lleva 81.500 raciones a los que lo necesitan. A estos datos, se suma el relevamiento sobre registros oficiales que realizó un concejal local.

LA VISIBILIZACIÓN DEL HAMBRE. El grito del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo llegó nuevamente a Santa Fe: “El hambre es un crimen, ni un pibe menos” volvieron a exclamar el viernes pasado muchas voces infantiles, mezcladas con las de los adultos que militan día a día para revertir la grave situación de falta de alimento para los más chicos.

El escenario fueron las calles santafesinas, desde el Parque Alberdi hasta la Plaza de Mayo, con una escala previa en el Tribunal Oral Federal, donde se lleva a cabo el juicio a los represores que actuaron en Santa Fe durante la última dictadura. La manifestación arribó a la ciudad justo un día después de un anuncio clave de la presidenta: la asignación de $180 mensuales por hijo a los trabajadores en negro o desocupados como subsidio. Los principales referentes de la marcha tomaron postura sobre el tema y dijeron que se trata de una conquista de su lucha, que es sólo un paso y que todavía falta mucho.

Por su parte, el miércoles pasado los gobernadores y ministros de las provincias mantuvieron una reunión con la presidenta para interiorizarse sobre los alcances de la medida. En la provincia de Santa Fe, se estima que el subsidio alcanzará a 380 mil niños y adolescentes y en la ciudad a 50 mil.

En este contexto, el sociólogo y creador del movimiento Pelota de Trapo, Alberto Morlachetti, dijo: “Este es el reclamo que hacemos en todo el país, Santa Fe siempre es un hito para nosotros. Las que realizamos aquí siempre son marchas llenas de ternura. Seguimos reclamando fuertemente que el hambre es un crimen. No hay estadísticas, pero sabemos que mueren 25 chicos por día de una forma evitable”.

Después del arribo de la principal columna de la Marcha de los Chicos del Pueblo a la Plaza de Mayo, una niña llamada Guadalupe fue la primera en subir al escenario y dijo: “Los pibes son de todos” y cantó “olelé olalá el hambre es un crimen, lo vamos a parar”. La acción desató la algarabía y la inmediata aprobación de los asistentes a la plaza.

Al costado del escenario, Morlachetti agregó: “El país empezó a visibilizar el hambre a partir de nuestras marchas, antes ni siquiera se advertía, tal es así que denunciarlo era peligroso. Actualmente, en todas partes se reclama pero se hace muy poco para erradicar este flagelo que hiere nuestra dignidad y sobre todo la de los niños. Habrá que cambiarlo”.

Lejos de sacarle el cuerpo a la militancia y con el claro reconocimiento de la deuda actual con los niños, Celina Koffman, Madre de Plaza de Mayo e ícono de la resistencia, dijo en el Parque Alberdi, antes de marchar: “El hambre se acentuó, el índice de pobreza e indigencia aumenta en forma alarmante, se está mutilando a nuestra niñez, este es el segundo genocidio que se está dando. Los niños no son un material renovable, o se los atiende ahora y se dictan políticas de Estado para protegerlos o se continúa con esta campaña electoral permanente”.

EL COLOR DE LA MARCHA. A su turno, desde el escenario montado en la Plaza de Mayo, la CTA Santa Fe se hizo presente. Diego Cardozo, representante del gremio sostuvo: “Los chicos no son de la calle, los chicos son del pueblo, de sus padres, de los maestros, de los trabajadores que militan en los barrios avanzando hacia una sociedad más justa”.

También habló otra niña, proveniente Buenos Aires, y que es parte del movimiento Pelota de Trapo. Pidió por una infancia en la cual “no haya que preocuparse por la comida, en la que no haya que trabajar o preocuparse por el gatillo fácil, por el hambre que mata, que nos deja sin futuro. El hambre es un crimen, no queremos ni un pibe menos, que nos devuelvan la esperanza, la sonrisa y la ternura, no queremos ni un pibe menos que no coma o que no vaya a la escuela o que sea violado, queremos un futuro pero no cualquier futuro”.

QUÉ SE HACE EN LA PROVINCIA. En Santa Fe, hay en funcionamiento programas destinados a paliar la desnutrición desde diferentes ángulos. Nutrir Más es uno de ellos, que abarca toda la provincia y apunta directamente a la recuperación del niño en riesgo nutricional. Adrián Diserio (Director provincial de Asistencia Crítica de pendiente del Ministerio de Desarrollo Social) dijo a Pausa: “El tope histórico se ubica en 11.500 beneficiarios financiados por la Nación”, divididos entre los que presentan riesgos nutricionales y los celíacos. Desde septiembre de 2008 había 9550 beneficiarios con riesgo nutricional y en septiembre de 2009 se llegó a 9800, lo que muestra un incremento de alrededor de 300 personas. En el caso de los celíacos, desde septiembre de 2008 al mismo mes de 2009 se mantuvieron las prestaciones en 1450 aproximadamente.

A través de este programa, las madres –cuyos niños necesitan un refuerzo nutricional– reciben una chequera con tickets por un total de $50, y no tiene cupo específico. Aquellas situaciones que los médicos detectan como una situación de riesgo nutricional se derivan al programa. El mismo establece que debe haber controles médicos para ser beneficiarios. Como contraprestación las madres deben asistir a distintos talleres sobre educación nutricional, controles mensuales, cuidados infantiles, hábitos alimentarios y manejo higiénico de los alimentos.

El ingreso a este programa es irrestricto, cualquier niño menor de 6 años, que cumpla con los criterios de inclusión (básicamente encontrarse dentro de los parámetros de desnutrición aguda, y/o riesgo nutricional y haber sido detectado por un efector de salud: municipal, provincial, nacional o bien a través de una ONG) es dado de alta en el padrón. “Esta es una de las diferencias que nosotros tenemos con salud, ellos te pueden decir que disminuyó la desnutrición, pero el número de nuestros padrones sigue siendo el mismo. Esto se debe a que nosotros consideramos no sólo la desnutrición sino también el riesgo nutricional”, destacó Diserio.

La provincia cuenta, además, con un Plan Alimentario que tiene en la actualidad 177 mil beneficiarios. Para este programa sí existe un cupo, que debe respetarse y es manejado directamente por los municipios y las comunas. Según los números oficiales, Santa Fe es la provincia que más fondos paga a sus beneficiarios en prestación de planes alimentarios.

“En Santa Fe la oferta alimentaria es amplia y muy variada, no debería haber problemas de olla y de desnutrición, en cada lugar hay reparto de víveres. Algo difícil de superar es que, como la gente perdió la costumbre de comer en su hogar, asiste diariamente a los comedores comunitarios. Esto está visto como un problema social y no como un problema de nutrición. En muchos casos la violencia familiar es lo que desata estas acciones”, dijo Adrián Diserio. El funcionario también evaluó: “En estos casos la ayuda de los municipios debería ser más cualitativa que cuantitativa, las familias requieren un apoyo constante en la crianza, estimulación, en la educación, porque el niño que tiene un problema de alimentación tiene un problema a futuro”.

OTROS PROGRAMAS. Existe también el plan denominado “Complemento Nutritivo Alimentario”, que es impulsado por el gobierno provincial. Esta iniciativa busca mejorar la calidad de vida de los grupos poblacionales en situación de vulnerabilidad social de nuestra ciudad, en lo que refiere a la alimentación.

El programa, a cargo específicamente del Ministerio de Desarrollo Social, proveyó durante los primeros seis meses de instrumentación aproximadamente 81.500 raciones de alimentos producidos por la Planta de Alimentos Nutritivos de la Universidad Nacional del Litoral, a veinte comedores comunitarios de Santa Fe.

La implementación de este programa se enmarcó en la campaña de regularización y optimización de los servicios prestados por comedores comunitarios y copas de leche, que en estos días lanzó la cartera social.

LA ASIGNACIÓN, UNA CONQUISTA. La Marcha de los Chicos del Pueblo llegó a Santa Fe un día después de que la presidenta anunciara la entrada en vigencia de un programa para otorgar una suma de dinero a los menores de 18 años, hijos de padres desocupados o de trabajadores en negro –en un ajuste reciente, también se incorporaron las empleadas domésticas. La decisión despertó un revuelo generalizado.

Consultado sobre esta medida, Alberto Morlachetti le dijo a Pausa: “La asignación universal por hijo es limitativa, pero reconoce el hambre de manera oficial. No erradica el problema pero es el comienzo para hacerlo. No soy oficialista, está claro, pero pienso de esa forma. Lo que veo es que este gesto es una constatación, pero no por una graciosa concesión del gobierno, sino porque son los chicos los que le arrancaron a este gobierno la asignación”.

Por su parte, Celina Koffman opinó: “Hemos sentido un pequeño alivio con la asignación universal de $180, esperamos que sea realmente utilizado para los niños sin ningún interés político o electoral, que sea un paso adelante; tenemos la esperanza de que así lo sea, es una manera de empezar a erradicar el hambre. A este país le sobran las soluciones para erradicar el hambre, sobran las madres, sobran corazones, sobra amor, pero falta decisión política”.

Luciano Candioti, representante de la Asociación Juanito Laguna, y uno de los organizadores locales de la llegada de la Marcha a Santa Fe reflexionó: “La asignación de $180 por hijo no es una bondad de la señora presidenta, sino que es una conquista, algo que arrancó de las organizaciones populares: es un punto que venimos planteando desde 1997, como tantas otras organizaciones. Lo que sí decimos es que la cifra es irrisoria y no sirve para nada porque uno tiene que tomar como media la canasta básica. En nuestros barrios el promedio de chicos por casa es de cuatro chicos, con esta cifra ni siquiera se llega a la canasta de indigencia”.

HAY QUE APRENDER LA CONSIGNA. Ante la dura batalla contra el hambre que plantea el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, Morlachetti concluyó esperanzado y optimista, en que “se ganó parte del imaginario. ‘El hambre es un crimen’ es parte de una consigna que en el último tiempo se aprendió, pero los colectivos sociales continúan muy fragmentados. El desafío pasa por juntar los pedacitos de sueños y marchar hacia un rechazo a esta situación que nos dignifique a todos: el hambre no puede existir en la Argentina, porque es un país demasiado rico, es uno de los principales productores de alimentos. Hay que erradicar el hambre definitivamente, no es una cuestión de dinero, es una decisión política”.

Casi con la misma impronta, Celina Koffman opinó: “En cada amanecer se nos mueren 25 niños, pero creo que si perdemos la esperanza perdemos todo. Hay que seguir luchando, hay que seguir comprometiéndose, exigiendo a los políticos y sabiendo a quién se vota. El hambre es un crimen y hay que erradicarlo”.

Luciano Candioti, por su parte, fue al grano: “Nosotros en nuestros hogares, en nuestras imprentas y en nuestros emprendimientos productivos apoyamos y acompañamos el proyecto de vida de los niños, guardamos su primer diente de leche, su primera fotografía. Cuando los chicos te dicen que ellos deben vivir a través del fruto del trabajo de sus padres, hacen un planteo político profundísimo. Tenemos que hacernos cargo de esto nuevamente, para construirles a los pibes una sociedad y un futuro mejor”.

LOS NÚMEROS FAMÉLICOS. La Encuesta Nacional de Nutrición y Salud realizada el año pasado dice que Santa Fe cuenta que el 4,7% de los niños está con bajo peso; 6,3% con desnutrición crónica; 1,2% de desnutrición aguda; 8,6% de obesidad. Según estos datos, la provincia de Santa Fe encabeza la nómina de porcentajes de niños con desnutrición crónica del país, y, también, la de niños con obesidad –un serio trastorno de alimentación–, en la franja entre los 6 meses y los siete años (edad de formación infantil, según especialistas).

En nuestra ciudad, el concejal del Frente para la Victoria Luciano Leiva hizo un relevamiento y un informe presentado el año pasado en el recinto. El trabajo sostiene: “el primer inconveniente que se presenta al iniciar cualquier investigación de tipo empírica es el del acceso a la información veraz. En nuestro caso, costó conseguir información centralizada, con una sola metodología de recolección, que permitiera establecer estadísticas y el posterior análisis de su evolución por cohortes. No existe, o no está a disposición pública, en el Ministerio de Salud ni en el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia. Menos aún en las áreas de incumbencia municipales”.

El informe del edil justicialista dice: “un chico que en la primera infancia (0-6 años) sufre la desnutrición pierde toda oportunidad de desarrollo normal de sus capacidades físicas e intelectuales, tiene problemas de talla y de peso. El segundo puede ser recuperado con una buena alimentación pero la talla no se recupera ni se compensa. Aparecen las anemias ocultas que, también, se pueden convertir en crónicas”.

El trabajo subraya también que a las nefastas consecuencias en la salud física y la imposibilidad de un desarrollo corporal normal, se suman los daños irreversibles del orden intelectual: “No se trata sólo de retrasos madurativos que se observan en los primeros grados de la escuela primaria, y que impiden que los niños desnutridos aprendan lo que el sistema educativo incluye en la currícula para esos primeros años de escolarización. En estas circunstancias, los notables índices de deserción y desgranamiento consecuentes se convierten en emergentes notables. Si se tratara sólo de una mora madurativa, sería cuestión de dar otros tiempos a estos niños para el logro de objetivos cognitivos. Pero en la mayoría de los casos no se trata de eso”.

El relevamiento incluido en el informe del concejal Leiva, incluye un detallado mapa de situación alimenticia en relación con el lugar de residencia de los menores: “La desnutrición, con mayor o menor índice, abarca todos los barrios de la ciudad de Santa Fe, situados por fuera de avenidas o bulevares troncales”. “Los datos que se poseen son los de los chicos que pasaron por el sistema público de salud. Quedan excluidos de estos registros los chicos cuyos padres poseen alguna obra social y acceden a la medicina privada, y los chicos que no fueron atendidos ni en el sector público ni privado. Universo que debería buscarse en la población santafesina viviendo en la indigencia”.

LA ESCUELA TAMBIÉN ESTÁ DESNUTRIDA. El detalle del informe muestra que en el Centro del Área Programática de Salud (CAPs) de Mendoza Oeste se registraron 148 casos de chicos afectados. Muy cerca de allí, la Escuela Nº 809 (Mendoza 4300), se observa un desgranamiento –diferencia generada entre los alumnos que ingresaron y los que egresaron– del 48,72% entre la matrícula de Primer Grado y la del Séptimo Grado. A cuadras de aquélla, la Escuela de Enseñanza Técnica Nº 601, mostró un porcentaje mayor: 75,29%, pero contempló hasta la finalización del Ciclo Polimodal.

El CAPs de Barrio San Lorenzo, registró 280 chicos afectados, mientras que la Escuela Nº 570 (Entre Ríos 3600), exhibió un desgranamiento del 30,38%, con el agravante de que el sistema educativo no ofrece, en el área de cobertura, ningún otro servicio de educación pública secundaria común o técnica.

En este caso, vale la pena retomar el concepto de Ariel Diserio acerca de la costumbre de las familias de asistir al comedor escolar o comunitario en lugar de cocinar en sus casas. El informe de Leiva coincide en parte con este concepto, aunque también ensaya una crítica en el modo en el que el Estado atiende estas urgencias: “el Estado liberal se desentiende del problema. Le devuelve la responsabilidad a la familia. Pero estas familias (segunda o tercera generación viviendo en la pobreza cuando no en la indigencia, que se alimentaron en comedores comunitarios o escolares), no tienen los instrumentos educativos, culturales y sociales que le permitan entender que el problema es más grave de lo que ellas mismas creen, porque en realidad ellas sobrevivieron en las mismas condiciones en las que hoy lo hacen sus hijos”.

EN LA CIUDAD
San Lorenzo: 280
Santa Rosa de Lima: 199
Alto Verde: 143
Varadero Sarsotti: 61
Chalet: 43
Centenario: 37
San Jerónimo: 21
Total de casos de niños desnutridos atendidos en los centros de salud de área programática del Hospital Cullen, correspondientes a barrios del sudoeste . Las cifras fueron obtenidas en un relevamiento realizado en agosto de 2008.
También se relevaron las atenciones registradas en el Hospital Sayago, correspondientes a los barrios del noroeste de la ciudad: San Martín de Porres (54), Las Delicias (45) y Nueva Pompeya (42) encabezan el listado, con la salvedad de que faltan los datos de Las Flores II y Villa Hipódromo.Fuente: equipo de investigación del concejal Luciano Leiva

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