Indagan para conocer mejor en qué rubros de la economía están insertos los menores que trabajan en la provincia de Santa Fe. La UNL y el Ministerio de Trabajo realizaron un relevamiento sobre mano de obra infantil. En las ciudades, el rubro que predomina es el comercio. En el norte, las actividades agropecuarias. El problema es global y afecta a unos 250 millones de chicos en todo el mundo.
Por Pilar Guala
El Ministerio de Trabajo presentó el primer relevamiento cualitativo sobre trabajo infantil de la provincia de Santa Fe. El estudio fue elaborado por la cartera que conduce Carlos Rodríguez en colaboración con la Universidad Nacional del Litoral y la oficina de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en la Argentina. El objetivo: obtener una aproximación sobre el conocimiento del problema desde una triple perspectiva: la medición de la magnitud del trabajo infantil (TI), el análisis de las representaciones sociales que distintos actores poseen con relación al mismo y delimitar las estructuras que habilitan y constriñen la presencia de niños y niñas en las actividades productivas santafesinas.
Desde el equipo de investigación destacaron que el estudio partió de la necesidad de conocer en profundidad el estado de situación, a partir de la mirada que los funcionarios de municipios y comunas y algunas ONGs tienen sobre el TI en la provincia. En ese marco, Rodríguez explicó que la intención fue conocer más a fondo la situación de los chicos que trabajan para tener una idea “de la magnitud real” del tema antes que, simplemente, las cifras. “Por los datos que obtuvimos, creemos que es necesario realizar intervenciones”, anunció el ministro de Trabajo.
El relevamiento consistió en cuestionarios que se distribuyeron en distintas localidades de la provincia dirigidos a funcionarios políticos y referentes de ONGs que trabajan sobre el tema, a padres y, también, a chicos de hasta 17 que ya atraviesan una experiencia laboral. El objetivo: “Identificar en qué trabajan, cuáles son las representaciones sociales de los funcionarios y ver cuál es el rol de la educación y cómo lo visualizan”, según explicó el ministro.
De 362 cuestionarios que se repartieron, apenas 79 fueron contestados: el 22%. Además, se hicieron 13 entrevistas estructuradas aplicadas en el terreno a integrantes de las organizaciones de la sociedad civil y 22 entrevistas en hogares con niños que participan en actividades productivas. Rodríguez se quejó de los funcionarios de comunas y municipios que no colaboraron, aunque igual destacó que se hicieron 114 entrevistas con los llamados “informantes clave” y subrayó que los funcionarios que respondieron representan sólo a municipios y comunas del centro y sur de la provincia; por eso, la información analizada refleja mejor la situación en esas regiones y no la del norte santafesino.
Allí, en las pequeñas comunidades, donde se registran índices similares o mayores que en las ciudades más grandes, están convencidos de que el problema sólo es de Santa Fe o Rosario. Según Rodríguez: “Lo primero que saltó es que la imagen del trabajo infantil se vincula con la forma visible de lo urbano-marginal. La respuesta más corriente en las comunas era ‘no, no, nosotros no tenemos; este es un problema de Rosario o Santa Fe. Porque acá no hay chicos ni de la calle ni en la calle’. Ellos asumen que el trabajo infantil sólo está asociado con la calle y las grandes urbes”.
CUÁNTOS Y EN QUÉ. Se estima que a nivel mundial unos 250 millones de niños están insertos en el mercado laboral, formal e informal. En América Latina y el Caribe son 17 millones y medio: el 70 por ciento se dedica a la agricultura y a la pesca. En la Argentina la principal actividad de los chicos es “ayudar” en un negocio, en muchas ocasiones de la propia familia; luego, la recolección de papeles y cartones; luego la venta callejera. En Santa Fe, sobre todo en el norte, es muy extendido el uso de mano de obra infantil en el campo. Y en los grandes conglomerados –Rosario y Santa Fe–, según datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) entre 2003 y 2009, el 5% de los chicos de entre 6 y 17 años trabajan. Esas estadísticas, que serán actualizadas cuando se haga el Censo 2010 en octubre, indican que a menor tecnificación, mayor trabajo infantil; Rodríguez apeló al ejemplo de las cosechas. El otro emergente: los chicos NI. Ni estudian, ni trabajan: son unos 260 mil en toda la provincia.
Respecto de las principales actividades productivas con participación infantil en la provincia, en el relevamiento se mencionan también los servicios sociales y personales, la construcción, cosecha artesanal de frutillas, horticultura, pesca de subsistencia, cría de chivos y de ovejas, cuidado de ganado, arreo de ganado, alimentación de animales, caza de nutrias, fabricación artesanal de vidrios, fabricación artesanal de ladrillos, reciclamiento de basura, venta ambulante, ayudante de supermercados, trabajo doméstico, cuidado de niños o de ancianos, cuidado de enfermos y prostitución.
Sobre la construcción social de la infancia trabajadora, el informe destaca que las representaciones sociales de los funcionarios políticos y de los miembros de las organizaciones no gubernamentales muestran que el trabajo infantil se construye desde las imágenes más visibles, esto es, las actividades urbano-marginales realizadas por los niños en las grandes ciudades; también que la participación de los niños en actividades productivas familiares es vista desde representaciones sociales con connotación positiva.
Del informe también se desprende que las actividades que realizan los niños vinculadas a las tareas domésticas y al cuidado de los más pequeños al interior del hogar no son vistas como trabajo infantil sino como un aporte que el niño realiza a la dinámica y al funcionamiento del hogar. Por ultimo, señalan que si las actividades productivas realizadas por los niños no obedecen a razones de subsistencia (esto es, de pobreza del hogar) no son consideradas trabajo.
OBJETIVOS. El capítulo 5 de la investigación se pregunta: ¿se puede erradicar el trabajo infantil? Rodríguez opinó que el primer desafío será diseñar políticas públicas de intervención a partir de la identificación clara de la oferta –de la que participa la familia– y de la demanda –el mercado, que en sus distintas variantes lo alienta y lo exige– de la mano de obra infantil. El ministro de Trabajo y su par de Desarrollo Social, Pablo Farías, coincidieron en identificar el problema con la pobreza y destacaron la necesidad de abordarlo en forma articulada desde todas las áreas del gobierno.
Rodríguez a su vez resaltó como “una de las medidas más interesantes de los últimos años” la asignación universal por hijo, por su impacto positivo en los indicadores sociales más importantes. Pero aclaró: “Los programas de combate al trabajo infantil que actúan a través de la mejora de los ingresos familiares no serían suficiente para evitar la participación infantil en las actividades productivas. Para que la intervención sea exitosa se deben modificar los incentivos, que hacen que algunas familias privilegien el trabajo de sus hijos por sobre la educación”, añadió el funcionario.
Por su parte, el peruano Javier González Olaechea, director de la oficina de la OIT en la Argentina, destacó el trabajo que viene desarrollando el gobierno santafesino e instó al ministro Rodríguez a continuar avanzando en la misma línea. “La provincia de Santa Fe ha dado un paso pionero en la utilización de conceptos y metodologías para hacer una actualización del conocimiento estadístico de la problemática del trabajo infantil. Ojalá pueda ser replicado en otras provincias”. Y explicó, en el acto que compartió con Rodríguez y Farías: “Mi presencia aquí es para escuchar esta presentación; como representante de la OIT en la Argentina he querido privilegiar este esfuerzo porque vale la pena dar todas las garantías y el respaldo del caso”.
González Olaechea ratificó además “el compromiso” del organismo internacional de trabajar junto a la provincia por un objetivo de máxima, al que no le ponen plazo: erradicar el trabajo infantil. El peruano recordó que ése es uno de los objetivos del milenio propuestos por las Naciones Unidas, a los que adhirieron más de 170 jefes de Estado de todo el mundo. Los ocho objetivos de desarrollo del milenio, que abarcan desde la reducción a la mitad de la extrema pobreza hasta la detención de la propagación del VIH/SIDA y la consecución de la enseñanza primaria universal para el 2015, constituyen un plan convenido por casi todas las naciones e instituciones de desarrollo más importantes a nivel mundial. Ese es el objetivo de máxima que persiguen tanto la cartera laboral como la OIT, tarea que reconocen como difícil y que demandará años.
“A partir de este relevamiento cualitativo del trabajo infantil, la provincia comenzará a diseñar intervenciones integrales que permitan empezar a revertir la situación actual de este problema”, concluyó el ministro Rodríguez.
Publicado en Pausa #57