Se reinstaló el debate por el laicismo a partir de una definición de Carmen Argibay y de un proyecto de la diputada Alicia Gutiérrez. Legisladores, jueces de la Corte, la vicegobernadora y el ministro de Justicia coinciden en que se deben retirar las imágenes religiosas de los edificios públicos. Los masones se suman al debate: quieren que la gente decida por sí misma y que no se imponga un culto.
Por Pilar Guala
En pocas semanas, y debido a una sucesión de hechos diversos –una declaración de la ministra de la Corte Suprema Carmen Argibay, un proyecto de ley y la posterior aparición de pintadas que injurian a la diputada que lo presentó y a la vicegobernadora Griselda Tessio, por apoyarlo–, se reinstaló el debate por el Estado laico.
El viernes 12, en el Foro Cultural, se realizó la charla “Laicismo en la Argentina”. Convocados por la Logia Armonía de Santa Fe, disertaron Tessio, el presidente del Instituto Laico de Estudios Contemporáneos (ILEC) Marcelo Llobet, y el gran maestre de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones Ángel Jorge Clavero. Fue un día después de que ingresara a la Legislatura el proyecto que pretende que se retiren las imágenes religiosas de las oficinas estatales, presentado por la diputada Alicia Gutiérrez del partido SI, que integra el Frente Progresista. La iniciativa generó manifestaciones de rechazo de la Iglesia Católica y de legisladores del Peronismo Federal. El debate había sido reavivado dos meses atrás por la jueza de la Corte Carmen Argibay, que manifestó su intención de retirar “todos los crucifijos de las salas de audiencias” de los tribunales. En una entrevista pública en La Plata, el 18 de septiembre, Argibay expresó: “Yo nunca tuve un crucifijo en mi despacho porque soy una funcionaria de un Estado laico. Tener un símbolo religioso condiciona”.
Consultada sobre si es o no constitucional establecer la educación religiosa obligatoria en las escuelas públicas, como lo hizo el gobierno de Salta, la jueza opinó: “No. El Estado es laico. Quien quiera dar educación religiosa a sus hijos, de cualquier religión, puede mandarlo a una escuela confesional o enseñarle en su casa, pero la escuela pública no puede ser confesional”. Cuando le preguntaron si existe alguna ley que obligue a mantener un crucifijo o una virgen instalada, Argibay señaló: “No, ya sacamos una. Soy funcionaria de un Estado laico y recibo gente que puede tener otras religiones (no la católica) o ninguna; eso es libertad de culto. En un tribunal oral, los testigos juran por sus creencias. No le preguntamos cuáles. Pero atrás hay un crucifijo que puede influir mal: el testigo puede considerarlo una discriminación. Además, no tiene sentido porque el Estado es laico”.
Por esos días, el ministro de Justicia de la provincia, Héctor Superti, interpretó: “No se trata de criticar al juez por sus creencias ni mucho menos, sino que se trata de dar la mayor tranquilidad de imparcialidad al justiciable, por lo que entiendo la propuesta de Argibay en ese orden de ideas”. También opinó sobre las declaraciones de la jueza uno de los ministros de la Corte de la provincia, Daniel Erbetta: “Como poder republicano es razonable la propuesta de Argibay, porque la Argentina es un país donde hay libertad de culto y la religión, como la moral, están reservadas a la privacidad de cada persona”. Como su par nacional, Erbetta señaló: “Se trata de un Estado laico”.
LOS MASONES, POR “EL PROPIO CONVENCIMIENTO”. El primer orador de la charla “Laicismo en la Argentina” fue Ángel Clavero, que definió a la masonería como una sociedad filantrópica, filosófica y progresista cuyos objetivos son “la exaltación y el perfeccionamiento de las más elevadas virtudes humanas”. Clavero explicó que la masonería, con sus trabajos en logias, busca la heterogeneidad, no deja que se instale una única ideología como obligatoria y no acepta ninguna respuesta como definitiva. “Por eso la integran nacionalistas, místicos, simpatizantes de izquierda y de derecha. Tiene por fin consensuar y todo lo que le concierne al hombre no le es ajeno. Se nutre fundamentalmente con el iluminismo inglés, de la enciclopedia”, explicó Clavero.
El maestre siguió su exposición destacando el vínculo de la masonería con la modernidad, como cuna de la democracia, del legalismo y de las nuevas concepciones de justicia. Luego, en su exposición, Clavero destacó que la masonería mantiene vigente su libertad de pensar, analizar y su método de acción, siendo operativa primero y especulativa después. Reiteró la inspiración de los ideales de las revoluciones burguesas: “La Revolución Francesa da el golpe de gracia a la ignorancia y a la opresión, proclama doctrinas hasta entonces sepultadas. Allí tolerancia, libertad, igualdad y fraternidad son las nuevas banderas desplegadas en las mentes y los corazones de los que tienen fe en los destinos de los valores humanos. Y la masonería se hace a partir de esos valores”.
Clavero reconoció en esos principios la necesidad de practicar y sostener el laicismo: “Ya que comprende que los dogmas han sido siempre factor de desunión y resentimiento, obstaculizan la armonía y el buen entendimiento. La masonería se opone vertebralmente a esto luchando por la absoluta libertad de conciencia y por ser esencialmente adogmática. La masonería, al defender el Estado laico, defiende al débil y al desvalido de la explotación de grupos oligárquicos y de sectas religiosas”. El maestre agregó: “El laicismo considera que ninguna religión y ninguna concepción política tiene antecedentes históricos que le permitan creerse poseedores de condiciones para educar a los niños dentro de una moral universal sin dejos de parcialidad, por lo que propende a una moral universal que no es contraria a Dios, ni atea, ni materialista, sino que es profundamente espiritual: propende a crear en el educando una moral por convicción, nacida desde lo profundo de la conciencia por propio convencimiento”. Y concluyó: “El deber de cada masón es velar por el cumplimiento de estos valores”.
El segundo orador fue el presidente del ILEC, quien abordó la cuestión del laicismo como un concepto político: “El laicismo es un concepto político porque legitima que es un camino directo a la inclusión ciudadana. El laicismo busca en todo momento no excluir a nadie, sino incluir a todos”. Por eso, para Marcelo Llobet, el propósito fundamental del laicismo es lograr que en un determinado Estado todos podamos convivir y coexistir con nuestras diferencias en un espacio común. “Entendemos que una sociedad se enriquece con las diferencias y no tanto con las homogeneidades. Pero el laicismo busca que esas diferencias se integren en un Estado común”.
Tras la aclaración, el presidente del ILEC distinguió el ámbito público del privado: “Todos tenemos que estar representados política y jurídicamente por el Estado que nos contiene. Y nos debe contener en pie de igualdad, sin preferencias ni privilegios, sea por la causa que fuere. El Estado debe crear las condiciones para proteger a todos. Muchas veces se quiere ubicar al laicismo en un concepto de confrontación, de enfrentamiento, con las confesionalidades, no sólo con la católica, que es predominante en la Argentina. Nada de eso: nosotros entendemos que las religiones son hechos sociales, culturales, políticos, que merecen sin duda alguna el máximo respeto. Esto en tanto y en cuanto no existan religiones, que las hay, que pueden generar situaciones que vulneran en muchos casos el orden jurídico”.
Llobet continuó: “En este respeto irrestricto a las personas para que puedan contar con una religiosidad tiene como contratara también el absoluto respeto, tan irrestricto como el otro, a no contar con una confesionalidad. Es una moneda de dos caras: tenemos derecho a tener una religión pero tenemos también derecho a no tenerla”. Tras esa aclaración, retomó el desarrollo de la diferencias entre la esfera pública y la privada: “Desde el laicismo sostenemos que el Estado debe proteger a las confesionalidades, pero las religiones no pueden hacer la ley. La coexistencia del ámbito público y privado va a servir justamente para evitar conflictos, porque si nosotros confundimos y mezclamos el plano estrictamente religioso con el jurídico-político vamos a tener problemas. Van a comenzar a vulnerarse derechos; si nosotros no entendemos la diferencia existente entre delito y pecado, vamos a tener problemas severos. Existen esos riesgos.El laicismo trata de evitar que se confundan los valores religiosos con los valores jurídicos y políticos de una sociedad, a través de valores propios de la ciudadanía como la tolerancia, que consiste en aceptar al otro y ubica a todos en un pie de igualdad”.
El presidente del ILEC continuó: “nuestra Constitución establece el deseo de que vengan los inmigrantes, todos los hombres que quieran habitar el suelo argentino. Por nuestra ley de matrimonio civil, por nuestra ley de educación pública, por el proceso de secularización de los cementerios”, enumeró. Reconoció que ello fue posible en una sociedad dinámica y no estática, en la que los ciudadanos pueden pensar libremente: la antítesis del dogmatismo, que se caracteriza por lo inmutable. Llobet concluyó destacando que el ILEC sostiene la necesidad de debatir sobre todos los temas que preocupan a la sociedad y en eso incluye la educación.
TESSIO: EL AUTORITARISMO ES IRRACIONAL. Griselda Tessio se refirió fundamentalmente a la escuela y el laicismo. “Todas las sociedades humanas desde las más primitivas hasta las actuales necesitan imperiosamente un relato fundacional para ser transmitido”. La vicegobernadora mencionó distintos relatos fundacionales y luego describió la sociedad argentina de 1880, con el fantasma de la disgregación y con la amenaza de su soberanía nacional. A partir de ese punto, se refirió a la cuestión de la nacionalidad que, por entonces, se ubicó en el centro de las preocupaciones de los grupos dirigentes de la incipiente Nación.
En ese contexto, Tessio afirmó que Estado y Nación eran conceptos equivalentes: “construir una Nación suponía lograr los acuerdos políticos mínimos, la imposición del orden y la construcción del andamiaje institucional, político y administrativo moderno, acorde a la resolución de problemas que la sociedad que estaba surgiendo demandaba al Estado. Pero por sobre todas las cosas era necesario escribir el relato de los orígenes para legitimar el presente, inventar los mitos fundacionales, la historia de la Nación argentina y la propia identidad nacional. Esa era la tarea que se propusieron los hombres de la generación del ‘80 con su grupo de leyes laicas”. La vicegobernadora coincidió en señalar que la Argentina se constituyó en Estado-Nación –la raíz de los estados modernos– con la sanción de Constitución de 1853.
Tessio definió que gobernar es construir una identidad nacional y destacó la implementación de ley 14.020 de plena vigencia de la escolaridad “que trajo, entre otras cosas, la movilidad social, el calendario de vacunación, habilitó un espacio de acceso, tanto a las oportunidades de progreso material como la sensación de pertenencia a una Nación”. Luego agregó: “Podríamos decir que el proceso de invención de la Argentina y de los argentinos tiene uno de los relatos fundacionales en la educación, en donde la palabra escrita, el texto y el diálogo, no sólo de los maestros y alumnos sino también de los libros, que nos hicieron sentir a los hombres y mujeres de este país arquitectos de nuestra dignidad y de nuestro destino”.
Y concluyó: “Seguir repitiendo las consignas de racionalidad, de libre pensamiento, de libertad y de igualdad, que están presentes en las revoluciones burguesas del siglo XIX pero que están presentes hace cinco siglos en los procesos de secularización, en los que entra la modernidad europea que abre el camino de las ciencias, resulta verdaderamente preocupante. Seguir insistiendo en el siglo XXI con aquello que Goethe decía en el Fausto o que Mozart decía en La flauta mágica, ‘el alba va demorando a la reina de la noche como la luz del amanecer de la razón’. Seguir insistiendo con eso resulta más o menos preocupante. Desde las escuelas, desde las universidades, nosotros no tenemos que vencer: tenemos que convencer que el respeto, la razón y la ciencia nos dejará el legado de la dignidad de la condición humana”.
Terminadas las disertaciones se abrió el debate. Uno de los temas que surgió estuvo directamente relacionado con la presencia, en los edificios públicos, de símbolos religiosos. Tessio se refirió al proyecto de la diputada Gutiérrez: “Se basó en las convenciones internacionales de derechos civiles, en la jurisprudencia de la Corte Europea en derechos humanos, convenciones que son ley para el orden interno de nuestro país a partir de la reforma constitucional de 1994. Ese proyecto es muy breve, consta de cuatro artículos, no hay mucho que decir. Puede perder estado parlamentario porque la oposición salió a responder rápidamente que lo mejor sería, antes que prohibir, colocar los símbolos de todos los cultos. A mí me parece que no es esa la cuestión. Nosotros no tenemos internalizado que el Estado nacional es un Estado moderno, tomando como concepto de Estado el de Max Weber, Estado legal y nacional según Constitución. El Estado es laico, porque lo contrario de un Estado laico es un Estado teocrático, y nosotros no tenemos un Estado teocrático. Incluso la reforma de 1994 deroga la obligación de pertenecer al culto católico apostólico romano para poder ser presidente y vicepresidente de la Nación argentina”.
La vicegobernadora mencionó, además, que la Constitución de Santa Fe (1962) es la única Constitución provincial del país que todavía habla en su artículo 3 que sostendrá el culto católico apostólico romano. Según Tessio, la jurisprudencia de la Corte Nacional, a la luz de la jurisprudencia de la Corte Europea en derechos humanos, hace una interpretación hermenéutica de esa cuestión y dice: “Una cosa es sostener económicamente el culto y otra cosa es pensar que la provincia profesa ese culto, porque sería una desigualdad con otros cultos”. Más allá de esta referencia, la vicegobernadora agregó: “Tenemos que pensar otra cosa para religiones monoteístas como el judaísmo o como el mahometanismo que no tienen imágenes; al contrario, son religiones iconoclastas porque tuvieron que luchar mucho contra el politeísmo y la idolatría. No tienen imágenes y sería una diferenciación. No me parece que sea ofensivo que se saquen, como dice este proyecto, porque a los lugares públicos va gente que pertenece a distintas religiones o que no tiene ninguna religión”.
Otra de las consultas estuvo relacionada con las resistencias que se generaron en Santa Fe cuando fue tratada la ley de matrimonio igualitario. Tanto el maestre de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones como el presidente del ILEC respondieron que, más allá de las diferentes miradas internas sobre el tema, en ambas instituciones se sostuvo la defensa de la inclusión de todos con independencia de sus condiciones y el respeto por el principio de igualdad. Tessio opinó: “A mí me parece que podemos observar a algunos autores de la modernidad, como Eric Hobsbawm o los de la Escuela de Frankfurt, que se preguntaban qué educación era posible después de Auschwitz. Hobsbawm dice que debemos estar atentos al retorno de las barbaries, porque nosotros somos sujetos de la modernidad y por lo tanto sujetos de la racionalidad, pero no en todos los contextos la razón, la racionalidad, la ciencia, la tolerancia, el respeto es lo que triunfa”.
La vicegobernadora advirtió: “Las ideas autoritarias son exactamente lo contrario de la racionalidad, la tolerancia y el respecto, y en los ámbitos dogmáticos tiene que haber, para que la gente no se escape, una idea homogénea, hegemónica de la autoridad y del orden. Eso pasó con la ley de matrimonio civil, se dividió prácticamente la sociedad argentina en ese momento. Se intentó hacerlo con la ley de divorcio (1985), es cierto, hubo manifestaciones de ese tipo que podrían ser folklóricas pero son más preocupantes que folklóricas, y se intentó hacer algo con la ley del matrimonio igualitario. Cada vez con menos argumentos, hay virulencia en las discusiones, pero cada vez hay menos resultados”.
PINTADAS INTOLERANTES. El martes, el local del partido SI –Calchines y Marcial Candioti– fue cubierto de pintadas en color rojo: “Alicia Gutiérrez hija de puta. Ladrona. Traidora”. La puerta del local fue cubierta por una gran cruz, junto a otras dos: una en el cartel partidario del SI y otra “adornando” uno de los agravios.
Esa misma noche pintaron, en las esquinas de San Jerónimo con Amenabar y con Entre Ríos, el mismo insulto, pero dirigido a Tessio. Al cierre de esta edición se sucedían los comunicados de repudio, que por cuestiones de tiempo y espacio no podemos consignar. Un fragmento del documento que divulgó el SI: “Es notoria la intolerancia demostrada por algún sector nostálgico de la época de la inquisición (...) Es indispensable que quienes son pastores de la fe llamen a la reflexión y no a la confrontación. Que el credo católico sea mayoría no significa que deba ser impuesto a las minorías en sectores de uso público. Además, tal como lo hemos manifestado en el proyecto, está claramente definido tanto en la Constitución de 1994 como en los tratados internacionales que ha firmado nuestro país”.
LA IGLESIA Y EL PERONISMO FEDERAL: POSTURAS IDÉNTICAS. El proyecto de la diputada Alicia Gutiérrez encontró al PJ y a la Iglesia en la misma vereda. La iniciativa que ingresó la semana pasada a la Legislatura propone que se prohíba la exhibición de símbolos religiosos en edificios de la administración pública, en espacios como hospitales, escuelas, oficinas y juzgados, además de organismos descentralizados y empresas provinciales. La iniciativa se sostiene en la defensa de un Estado laico y neutral y en la libertad de pensamiento. El proyecto deberá ser analizado en las comisiones de Derechos y Garantías y de Asuntos Constitucionales. Conocida la propuesta, diputados de la oposición salieron a manifestar su rechazo.
Jorge Lagna, del peronismo federal, dijo que se trata de “una cuestión cultural tan arraigada no la podemos cambiar con una ley”. “Los políticos no se deben meter con la fe, ya que eso pertenece a la esfera privada de la gente y uno como funcionario también tiene su pensamiento. No creo que irrite a nadie tener un crucifijo colgado en un despacho oficial, o la foto de un prócer”, opinó el presidente del bloque de diputados Santa Fe Federal. Su par Mario Lacava, del bloque obeidista Compromiso con Santa Fe, sostuvo que el Partido Justicialista no está de acuerdo con el proyecto de la diputada Gutiérrez y dobló la apuesta: “Me parece más adecuada la idea, que ahora se va a convertir en proyecto alternativo, de promover la conformación de una comisión invitando a participar en ella a todos los cultos reconocidos y con actuación en la provincia de Santa Fe, para que en conjunto con el gobierno conversen la posibilidad de que en las distintas oficinas públicas haya lugar para imágenes de diferentes cultos”.
Luego se conoció la postura de la Iglesia santafesina. El arzobispo José María Arancedo expresó: “La presencia de símbolos religiosos tiene una razón de ser en la vida e historia de una comunidad, que hay que saber leer y respetar. No se puede borrar la historia religiosa o cultural de un pueblo desde una aparente actitud de progresismo cultural. Los momentos mayores de nuestra historia estuvieron marcados o presididos por una referencia explícita y pública a Dios. Pienso en nuestra Constitución Nacional, que al tiempo que abría las puertas de la patria naciente a ‘todos los hombres del mundo que quieran habitar en suelo argentino’ no ocultaba una invocación a Dios ‘fuente de toda razón y justicia’. Y presidía ese acto solemne un crucifijo, símbolo de la fe cristiana”. El arzobispo consideró: “Estamos ante un planteo injusto porque no reconoce raíces ni historia. Es, además, plantear problemas que no existen, es confrontar gratuitamente”. Finalmente remarcó: “A nadie se le puede ocurrir pensar en discriminación por la presencia de imágenes que tienen una razón de ser en la comunidad. Espero que en el tratamiento del tema haya madurez histórica, respeto social y prudencia política en nuestros legisladores”.
Publicado en Pausa #67, viernes 19 de noviembre de 2010