Un grupo de jóvenes le da un nuevo impulso a la fotografía santafesina. Fotoclub Santa Fe tiene motivos para celebrar: recuperó su personería jurídica y tiene una nueva sede.
Por Marcela Perticarari
Fotoclub Santa Fe tiene motivos para celebrar: recuperó su personería jurídica, tiene una nueva sede y muchas ganas de captar nuevos adeptos, de la mano de una nueva conducción mayoritariamente compuesta por jóvenes.
El 24 marzo de 1943, un grupo de aficionados a la fotografía se reunió para crear una organización sin fines de lucro. “El apellido de la mayoría de los fundadores está relacionado con la medicina, como Yódice y Croppi. Seguramente en esa época era una de las pocas profesiones que se podía dar el gusto de dedicarse a esto como hobby. En 1948, por iniciativa del Fotoclub Santa Fe, se plantea la necesidad de establecer una federación a nivel nacional de la actividad fotoclubística, que ya empezaba a aflorar de manera creciente. Así nace la Federación Argentina de Fotografía, que tiene su sede en Buenos Aires”, contó Hugo Andrada, ex presidente de la entidad.
En cuanto a su experiencia personal, describió que “entré al Fotoclub en 1987, cuando su sede estaba ubicada en Irigoyen Freyre al 2400. Llegué preguntando cómo pegar una fotografía en un paspartú y que no me queden burbujas. Lo curioso fue que no me supieron contestar pero me hicieron socio. Por aquellos años la actividad en los concursos era muy fuerte, Oscar Pellegrini y Raúl Cottone estaban haciendo la punta. Ya había hecho algo de laboratorio en la década del ’70 y ahí me volví a enganchar”, recordó.
En el taller de iluminación
Hogar nuevo, vida nueva
Desde 2009, los aficionados al Fotoclub se reunían en las instalaciones del Camco, en Pedro Vittori al 4300. Actualmente están terminando de mudarse a una casa prestada por un ex socio, ubicada en las cercanías del Parque Garay. Al menos durante los próximos tres años, los preciados tesoros del Fotoclub estarán a resguardo.
Su actual presidente, Federico Salvarredy, explicó que con la personería jurídica tramitada nuevamente “estamos en campaña para asociar a más gente que quiera sumarse a nuestras actividades y conseguir empresas que nos patrocinen”.
Desde la entidad se dictan tres cursos: uno básico de fotografía, un taller de iluminación fotográfica y otro de retoque digital para fotógrafos.
“La pirámide etaria del club pasó a ser una especie de trapecio invertido: nos quedamos los estratos más veteranos, con menos ganas de hacer fotos pero con más ganas de cuidar el acervo patrimonial para que no se perdiera. Además nos empezó a preocupar la reducción de la masa societaria. Las causas fueron varias, probablemente nosotros hayamos tenido que ver con ese éxodo, pero también el advenimiento digital trajo ciertos inconvenientes en nuestro funcionamiento. El laboratorio dejó de ser algo apetecible. Si bien no se perdió el interés por aprender, ya no era el boom de gente anotándose para sacar turnos para hacer laboratorio. Quedarnos sin socios hizo inviable seguir manteniendo el alquiler del local donde funcionamos durante 20 años. Tuvimos que mudarnos y ahí empezaron los inconvenientes porque perder el local fue todo un incordio. Ahora rescato esta movida que hacen los chicos de integrarse a las redes sociales, movilizar gente nueva y recuperar la personería jurídica. Los más viejos aportamos lo que sabíamos, dictando cursos y no dejando que la cosa se termine de caer”, expresó Hugo Andrada.
El objetivo central de la nueva guardia es poner a disposición de los socios un lugar de encuentro cuyo principal motivo sean la fotografía y las artes, “donde los aficionados o profesionales puedan concentrarse para llevar a cabo sus trabajos, adquirir conocimientos sólidos, relacionarse, exponer sus obras, interactuar con otras salas, tener apoyo humano y una infraestructura que los contenga”. Además se apunta a “satisfacer a la creciente necesidad de capacitación respecto a la actividad fotográfica en la comunidad de Santa Fe y alrededores”.
Con la ayuda de dos arquitectos, los fotocluberos están armando espacios dinámicos en su nueva sede para llevar a cabo las actividades, que a partir de 2012 funcionarán a pleno. “También queremos incorporar el laboratorio, que hace varios años no tenemos. Es volver a las bases: sacar la foto y revelarla uno mismo. Se trata de un proceso mágico y hacerlo en otros lados es muy caro”, analizó el presidente de la entidad. “Queremos participar de concursos y tenemos mucha difusión mediante la comunicación 2.0 (fcbk y blog). Hemos participado de eventos en otras ciudades y colaboramos con otras instituciones que nos piden colaboración, nuestro know how sobre fotografía para poder realizar nuevas actividades”, agregó.
En tanto, Federico Salvarredy comentó que “existe el prejuicio de que el Fotoclub es clasista o elitista, pero somos un espacio abierto a la comunidad. En el estatuto hay un apartado que incluye a otras artes que no sean la fotografía y queremos que puedan plasmarse en los talleres. Buscamos darle más frecuencia a los cursos, que actualmente se dictan una vez por semana. La idea es no cobrar precios costosos para que la gente que está en la misma que nosotros puede tener un espacio”, subrayó.
Por su parte, la coordinadora de la entidad, Cecilia Zorzón, señaló que “a fines de 2009 hicimos una encuesta entre los alumnos y vimos que valoraron el trabajo realizado, lo cual nos impulsó para seguir, inclusive retomamos las muestras de fin de año que no se estaban haciendo”.
Estefanía Rotman
Convicciones y apuestas
El catalán Joan Fontcuberta, fotógrafo, ensayista y promotor del pensamiento crítico, sostuvo en una entrevista que “la fotografía miente siempre pero lo importante es el sentido que el fotógrafo imprime a su mentira. La fotografía tiene en efecto un enorme potencial de convicción. Por eso la educación del público es vital: hay que estimular su capacidad de cuestionamiento, su escepticismo y voluntad de dudar. Esto último es particularmente importante: hay una inercia a aceptar lo que nos cuentan; reaccionar y utilizar el sentido común implica un mayor esfuerzo intelectual”.
Interrogado sobre cómo es volver a las bases de la fotografía en la era de la imagen digital, Federico Salvarredy contestó: “Son dos cosas diferentes. Hay gente muy apegada a lo analógico y otros que directamente nacieron con la era digital, que ni siquiera revelaron fotos en negativo color y se capacitan solamente en lo digital”. “Al curso básico lo damos en base a lo analógico porque esa es la base de la fotografía, y en paralelo contamos cómo sería en digital. Tratamos que los trabajos prácticos sean acordes a las tecnologías utilizadas. Tenemos gente que llega con su cámara reflex, que quiere revelar sus fotos y otros que tienen una digital compacta”, comparó la coordinadora del Fotoclub.
El esfuerzo y las convicciones de las que hablaba Fontcuberta están bien instaladas en el Fotoclub Santa Fe. Con la cámara apuntando bien alto, las dos generaciones de fotocluberos están logrando más que mucho.
Publicado en Pausa #84, a la venta en los kioscos de SF