Toponauta vuelve a su ciudad natal con un recital para festejar sus diez años y tres discos de buen rock de armonías.
Por Juan Almará
Nacidos en Santa Fe al calor del histórico diciembre de 2001, los Toponauta han recorrido un largo camino. Hoy, a punto de festejar sus diez años de vida, los hermanos Cantero nos cuentan cómo sobrevivieron a un decenio marcado por el difícil equilibrio entre la estabilidad y el caos. Fuegos de diciembre “Tocamos por primera vez el 23 de diciembre de 2001”, recuerda Cesar Cantero. Y sigue: “eso fue determinante para la banda. Arrancamos en el peor momento del país. Estuvimos todo el 2002 y el 2003 moviéndonos acá, pero el clima general no era de mucha algarabía: las entradas se pagaban con Lecops”. Y las risas se mezclan con los mates en una fría tarde-noche de septiembre. Francisco (voz y guitarra) y César Cantero (bajo y coros) aprovecharon una visita a Santa Fe para promocionar el show que Toponauta brindará el sábado 12 de noviembre a las 21:30 en el Centro Cultural Provincial (Junín 2457). Allí celebrarán los diez años transcurridos desde esos días de presidentes efímeros y bonos de emergencia. Y están de visita porque el grupo se presenta mayoritariamente en la ciudad de Buenos Aires, ya que sus miembros residen allí. El resto de la banda se completa con Nicolás Tropea en batería, Nano Basadoni en guitarra y coros y Romi Rojkes Tellarini, en teclados y más coros. Francisco aclara la historia: “en el 2004 nos fuimos a estudiar allá y también queríamos ampliar el circuito para movernos. En esa época éramos trío y viajamos los tres. Nosotros dos a estudiar y el batero a laburar. La escena allá es más grande. Si no hacés algo con tu banda, podes dedicarte a un proyecto paralelo. Además tenés veinte mil lugares para tocar. Así podés renovar el público. Si bien el rock es algo popular, siempre tuvimos cierta ‘sostificación’: una búsqueda en la letra o en la parte armónica. Obviamente que con defectos, pero se trataba de algo más elaborado, y por ende, más difícil de tornarse masivo en una ciudad chica”. Cesar se sincera: “en definitiva, nos iban a ver nuestros amigos. Sentíamos que no podíamos tocar todos los meses. Por ahí allá tampoco lo hacemos, pero se puede un poco más”. Sweet home Buenos Aires Los comienzos en la gran ciudad no fueron fáciles. A las dificultades propias de ser nuevos (básicamente, el desconocimiento general sobre la banda) se le sumaron otras propias de muchos grupos: “existió un problema crónico de formación”, cuenta el cantante. Enseguida pone ejemplos: “en cuatro años tuvimos como cinco bateristas y cuatro tecladistas. Sacábamos un disco y a los dos meses teníamos que cambiar un músico. Nuestra vida allá está signada por la irregularidad. No es que dijimos ‘llegamos y le damos manija sin parar’. Fuimos cuatro bandas diferentes en todo este tiempo”. Y aprovecha para trazar similitudes y diferencias con lo que pasa en Santa Fe: “allá hay gran cantidad de lugares. Y lo negativo es lo que ocurre acá también. Es muy difícil hacer plata armando un show. Vas con una propuesta cultural y el dinero que ganas se lo tenés que pagar al que le alquilás el lugar. Por otra parte, el hecho de que en Capital tocan más bandas, hace más difícil destacarse. Pero en última instancia es un incentivo a la creatividad: te mueve a producir cosas que llamen la atención y que sean de mayor calidad. Eso te estimula”. Los discos Los Toponauta han dejado registros físicos de su paso por la tierra: Toponauta (2003), Electric Pomada (2005), Guiso (2007) y Un día marcado (2009). Entre sus laureles se cuentan haber obtenido el 1er Premio en el rubro Música Rock, en la VII Bienal de Arte Joven de la UNL y el 1er Premio del Fondo Nacional de las Artes en el rubro Música Rock Nacional, por la canción “Resbalón”, ambos en el 2006. El formato canción y la lírica poética se mantienen como hilos conductores de sus producciones, pero ninguna es igual a la otra. Francisco reflexiona sobre el tema: “con los años creces en el armado de lo que elaborás. Se mejoró mucho lo conceptual. Somos una banda de canciones, no de virtuosos. La intención fue siempre la misma, pero con el tiempo nos fuimos puliendo. Y también cambiamos en lo interpretativo. Haber estudiado música ayudó a que cada uno toque mejor su instrumento. Yo siento que cambié en lo vocal. Si escuchas el primer y el último disco, notás una clara evolución”. Están de acuerdo en afirmar que la incorporación de teclas amplió la paleta de colores y que no dudarían en sumar elementos electrónicos para enriquecer su propuesta. La música, las letras Escuchar la voz de Francisco deslizándose con suavidad en “Jardín de oro” (de Un día marcado), no hace más que recordar a Spinetta. La letra también nos lleva a la poética de Luis Alberto: “Crucé mi gran castigo / tomar tu mano me hace bien / mujer, jarrón del viento, ¿ya te vas?” El bajista lo corrobora: “nuestras raíces más profundas están en el rock nacional y Los Beatles. Esas son las influencias más directas. Es la música que nos sale al tocar, a través de la cual nos podemos expresar. Para mí no está mal si me dicen ‘ese tema suena a Spinetta’. Todo viene de algún lado y todo te va a sonar a alguna cosa. Es una guía que te sirve para sacar lo que tenés para contar”. Se cuelgan nombrando inspiradores, y la lista termina por incluir a Charly García, John Lennon, la lírica de Dargelos en los primeros discos de Babasónicos y los recientemente reaparecidos Illia Kuriaky & The Valderramas. El futuro Hoy se encuentran pre-produciendo un nuevo disco, cuyas maquetas pueden escucharse en www.toponauta.bandcamp.com. Cuentan con alegría que los temas allí incluidos están teniendo buena repercusión en el público. Sobre la fecha del festejo, adelantan que habrá invitados, tendrá el formato de los recitales que están presentando en Buenos Aires, y que no lo piensan como un “show nostálgico”. A pesar de las idas y vueltas vividas, no dejan de mirar lo que se viene como un desafío. Y Francisco resume esa impronta positiva de esta forma: “siempre que estábamos por acertar una formación, grabar un disco o un video, las iniciativas se caían. Si no pasa lo mismo ahora, los resultados pueden darse. Pero lo que entiendo de estos diez años, es lo difícil que se vuelve mantener una banda. Ya tengo 30, no es lo mismo que a los 18. Y está buena la presión de tener que hacer algo bueno sí o sí”.
Publicada en Pausa #86, miércoles 2 de noviembre de 2011
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malisimo
Esta bueno
Me encantan
Impresionante el recital, chicos! Una noche inolvidable. Por diez años más de los topos!
Sebastián