Ahora instalada en el nuevo relleno sanitario, la planta de reciclado de la Asociación Dignidad y Vida Sana cumplió 14 años de trabajo.
Por Marcela Perticarari
Aunque oficialmente se indique que está ubicado al oeste del Tramo III de la Circunvalación, llegar al nuevo relleno sanitario no es una tarea sencilla. La pequeña montaña de basura que se divisa desde la ruta es la única señalética que marca el arribo al lugar correcto: el denominado Complejo Ambiental de la ciudad, un predio de 111 hectáreas donde se tratan las 90 mil toneladas anuales de basura que generan los santafesinos.
El relleno sanitario está en Circunvalación Oeste y Hernandarias, barrio Las Lomas, y oficia como depósito final de los desechos de toda la ciudad. Cumplirá en los próximos días un año de funcionamiento. En términos tecnológicos, el sistema es superior a su antecesor: los residuos húmedos y las bolsas que se recogen en los domicilios se depositan en 11 celdas, que cuentan con una capa impermeabilizante de 90 centímetros, compuesta por arcilla bentonita, una membrana de polietileno de un milímetro de espesor y tierra, para evitar filtraciones de los líquidos lixiviados que produce la basura cuando se descompone. Los efluentes son recolectados por un sistema de bombeo y tratados en piletas hasta que obtienen los parámetros de vuelco; luego son utilizados para riego del mismo relleno.
Por su parte, los residuos secos que pueden ser reciclados son enviados a la planta de clasificación de la Asociación Civil Dignidad y Vida Sana aledaña al predio, que se encarga de la comercialización de los materiales recuperables.
La cooperativa
Josefina Morales, presidenta de la entidad, contó la historia de quienes viven de lo que desechan los demás. “En 1997 se aprobó la creación del relleno sanitario de Altos de Nogueras”, recordó. Hasta el momento, los desechos se llevaban a Los Caniles, un gran basural a cielo abierto ubicado detrás del Mercado de Abasto, donde más de 60 familias hurgaban los desechos en busca de material reciclable para vender.
“Con el anuncio de la creación del relleno sanitario, la gente comenzó a preguntarse de qué iba a vivir. Quienes tenían carro y caballo salían a buscar el material en la calle; el problema era la gente que no tenía nada. Entonces empezamos a dirigir notas a la Municipalidad y a los concejales para ver qué se podía hacer, pero no se obtuvieron respuestas inmediatas”, añadió. Finalmente, el ex intendente Horacio Rosatti atendió a un grupo de seis personas que luego se convertirían en los fundadores de la Asociación Dignidad y Vida Sana. Los clasificadores lograron instalarse a un costado del relleno sanitario de Altos de Nogueras, clausurado en noviembre de 2010.
El primer relleno sanitario se instaló como una prueba piloto durante diez años. Con 13 años de funcionamiento, el sistema ya estaba claramente colapsado. Tras las numerosas idas y vueltas que sufrió el proyecto del nuevo emplazamiento, Dignidad y Vida Sana pudo instalar su planta de clasificación al costado del nuevo complejo ambiental.
“Con el transcurso del tiempo, las otras maquinarias se fueron deteriorando porque la basura es muy pesada. Si bien el PNUD, el gobierno provincial y la Municipalidad nos otorgaban subsidios para comprar motores y equipamiento, no daban abasto. Ahora contamos con equipamiento nuevo”, señaló la presidenta de la asociación, que cumplió un año de trabajo en el nuevo predio del relleno sanitario, inaugurado el 29 de noviembre de 2010.
Actualmente trabajan 110 personas divididas en dos turnos. Un grupo trabaja en la cinta en altura, otro clasifica en la planta baja del galpón y el último es el encargado de enfardar los productos listos para la venta. Los del turno mañana desayunan y almuerzan en el comedor que se ubica a pocos metros del galpón; los de la tarde meriendan y cenan en el mismo lugar.
Josefina estimó que el 40% de los trabajadores son mujeres, motor fundamental del emprendimiento que lleva trabajando 14 años en la ciudad. “Cuando alguien deja el trabajo, generalmente lo reemplaza un familiar”, contó.
Cada socio de la cooperativa cobra alrededor de mil pesos mensuales por su trabajo en la planta recicladora. El gobierno provincial aporta $ 400 por mes y los otros $600 los obtienen de la venta de materiales recuperados.
Día a día
En junio de 2010, el municipio implementó en varios sectores de la ciudad el sistema de recolección diferenciada de basura los días lunes y jueves. Un año más tarde, la iniciativa se extendió a toda la ciudad. Si bien es apresurado intentar evaluar el nuevo sistema, la presidenta de Dignidad y Vida Sana estimó que “ya se ven mejoras: la cantidad de mercadería ha aumentado pero falta la calidad, principalmente en el cartón y el papel. El cartón casi no llega porque los carros los buscan antes que pase el recolector formal. En menor medida recibimos plástico y vidrio”.
“La ciudadanía ha tomado conciencia de realizar esta tarea. A nosotros nos conviene que la mercadería llegue limpia y seca porque así tiene más valor. Algunas cosas no nos sirven, por ejemplo lo que está manchado con aceite porque degrada el material. Si alguien pone un saquito de té o yerba con los residuos secos, arruina el resto de la mercadería seleccionada. También se cree que los envases de yogurt son reciclables, pero no pueden ir con el papel y el cartón porque los humedece y nadie se va a tomar el trabajo de limpiarlos y secarlos. Sería demasiado pedir, pero son cosas a tener en cuenta”, explicó Josefina Morales.
—¿Trabajan con todas las medidas de seguridad?
—Sí, tratamos cumplir, pero a veces Dignidad y Vida Sana no tiene los fondos suficientes para hacerlo. Fundamentalmente, todos usamos guantes, pero su tiempo de durabilidad no es prolongado porque el material se resquebraja rápido. También contamos con un buen calzado de suela gruesa para evitar accidentes si se pisa un vidrio o una lata. Cuando hay dinero para ropa, se compra. Los que trabajan al costado de las cintas también se colocan un delantal.
Interrogada sobre si el hecho de manipular basura durante periodos extensos puede generar efectos nocivos en la salud, Josefina Morales aseveró que en los 14 años que lleva funcionando la asociación ningún operario tuvo problemas de seriedad. “Desde hace tres años, todos se hacen una revisación médica anual y están al día con vacunación contra el tétano. Cuando estábamos en Altos de Nogueras, el personal del dispensario del barrio se acercaba para vacunarnos, de esa manera cumplíamos con todo el calendario. Como medida de prevención, antes y después de cada jornada laboral tomamos leche. No sabemos si es cierto o no, pero nos dijeron que ayuda a depurar el organismo”, dijo Morales.
Varias instituciones oficiales y la Escuela Juana del Pino colaboran con la entidad separando sus residuos y entregando las hojas que ya no usan. “Si todas las escuelas hicieran lo mismo, tendríamos una cantidad interesante de mercadería”, instó Josefina.
“Aunque cueste creerlo, porque tenemos 14 años de historia, recién ahora estamos siendo conocidos en la ciudad. Muy poca gente sabía de nuestro trabajo y muchos se sorprenden cuando les contamos que estamos hace tanto tiempo haciendo esto”, concluyó la titular de Dignidad y Vida Sana.
Publicada en Pausa #87, miércoles 23 de noviembre de 2011