En el norte de Santa Fe, Bica Infancia lleva adelante un centro interdisciplinario de atención a niños con desnutrición y sus grupos familiares.
Por Marcela Perticarari
La fachada de Vieytes 2554 luce un verde esperanzador. Puertas adentro, se abre un mundo de numerosos metros cuadrados que funciona cual maquinaria humana con lógica propia. No pocos conocen que a metros de avenida Aristóbulo del Valle al 7200 funciona Bica Infancia, un espacio dedicado al presente y futuro de 50 niños desnutridos y sus grupos familiares, tarea que se concreta a través de la asociación civil Un futuro mejor. Pero ninguna explicación se llenará de sentido si no se ve con los propios ojos el trabajo de ese grupo de docentes, médicos y colaboradores que a diario ponen su cuerpo al servicio de los chicos.
Acerca de este Programa Integral de Promoción Humana para familias con niños desnutridos, desde Bica Infancia señalan: “Establecimos como mayor prioridad rescatar la infancia desprotegida con diferentes grados de desnutrición y el mejoramiento de las condiciones de vida de la familia como núcleo de base y fundamental para el desarrollo físico, psíquico y social del niño. Nuestro deseo es que entre todos podamos lograr que los niños vivan dignamente y que sus derechos dejen de ser solo una buena intención para pasar a ser una realidad”.
Dos caras de la desnutrición
El pediatra Raúl Nessier contó que “el trabajo actual tiene un seguimiento histórico en la dinámica del proyecto: comenzamos en el dispensario San Martín de Porres en 1989, donde veíamos que muchas de las consultas estaban referidas al bajo peso de los niños. Junto al cura del barrio buscamos algo más para darles a los menores desnutridos. Más allá de la ayuda del gobierno, notamos que a las madres les faltaba formación, cultura de la alimentación y conocimientos sobre cuidados mínimos, entonces se nos ocurrió hacer un comedor al que asistieron numerosos chicos gracias a la colaboración de padres y donaciones recibidas”.
En aquel momento, el Banco Bica insertó en este proyecto su responsabilidad empresaria donando un galpón y el dinero necesario para acondicionarlo y convertirlo en un gran albergue con todas las comodidades para que los niños y sus familias puedan crecer en alimentación, salud, educación, cultura y trabajo. “Así surgió Bica Infancia, de una necesidad que hoy sigue estando: el chico desnutrido”, expresó el médico.
En la Argentina modelo 1990, la tasa de mortalidad infantil era de 25,86 por 1.000 nacidos. Diez años después, bajó a 16,60. En 2010 llegó a 11,85, lo cual indica que la tasa se redujo un 54,2%. Según datos que se desprenden de un informe realizado por el Grupo de Epidemiología de Verano 2012, de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la UNL, nuestra provincia tenía una tasa de 11,48 en 2010. Esta cifra la ubica por debajo del nivel nacional y es, además, el indicador más bajo de su historia. No obstante, los números oficiales sobre desnutrición siguen siendo una gran incógnita.
Según Nessier, la desnutrición es en primer lugar un problema social “porque si fuera solamente alimenticio, con crear comedores estratégicamente ubicados y controlados se solucionaría el problema. La desnutrición empieza con embarazos que por lo general no están bien controlados. Otros factores que influyen son el hacinamiento, la falta de contención familiar y la carencia de servicios básicos como el agua potable. Esto es así desde que empezamos a trabajar. La desnutrición es el iceberg que asoma de la pobreza. Hay una pobreza que es real y es un pecado que tengamos un solo chico desnutrido en el país”.
En segundo término, el pediatra observó que la desnutrición es una urgencia médica: “El niño cuando nace tiene 100 mil millones de neuronas y cada una se relaciona con otra mediante 20 mil conexiones que se dan en los tres primeros años de vida. Si al finalizar esa etapa el chico está desnutrido, su cerebro pesa un 40% menos que el de un chico normal. El peso corporal se puede recuperar pero no así las secuelas neurológicas en la parte física, motora e intelectual, que pueden ser notorias desde el principio o se detectarán después en la etapa escolar. Es una urgencia porque tenemos esos tres años, después ya es tarde. Además es importantísimo el estímulo materno”.
“Podemos decir que nuestro proyecto se concretó y ya es un programa de trabajo. En nuestra filosofía nos propusimos que los chicos que entren a Bica Infancia tengan las mismas posibilidades que tienen todos. Queremos que se cumplan los Derechos del Niño proclamados en la década del 50 porque muchos se llenan la boca hablando de la infancia como prioridad, pero no se cumplen. Si no, no tendríamos chicos en los semáforos”, expresó Raúl Nessier.
El compromiso más fuerte
A Bica Infancia llegan tanto mujeres embarazadas como bebés y niños con bajo peso, junto a sus hermanos. Una asistente social toma contacto con el personal de dispensarios y otras entidades que registran casos de desnutrición, y luego se contacta a la familia para presentarle la propuesta. Si se aceptan las condiciones, se firma un acuerdo que las familias se comprometen a cumplir.
“La parte más pesada la lleva la mujer porque se le exige que venga todos los días a traer los chicos, pero atrás tiene que haber un papá que debe comprender. Por eso les pedimos a ellos que vengan a conocer las instalaciones, comprendan la responsabilidad que conlleva esto y entiendan que acá no se viene solamente a comer”, manifestó la trabajadora social de Bica Infancia, María Emilia Kominek.
El Programa Integral de Promoción Humana para familias con niños desnutridos consta de dos etapas. En la primera, los niños con sus madres asisten diariamente a las instalaciones de calle Vieytes durante ocho horas y, por un periodo de tres años, comparten tareas y aprendizajes. La coordinadora del espacio, Liliana Clua, detalló aspectos del trabajo: “Durante los primeros meses las familias, oriundas de barrios del norte de la ciudad, están a prueba y se evalúa su responsabilidad. La institución es como una gran casa porque todo está hecho por las madres: acá llegan a las 8 y ellas se organizan en grupos rotativos para llevar a cabo las distintas tareas de cocina, compra de alimentos, limpieza general e higiene de sus propios hijos. Por su parte, los chicos se insertan en las escuelas que tengan cerca o son derivados a establecimientos de estimulación temprana debido a las secuelas que deja la desnutrición”.
Hacen especial hincapié en los cursos que se imparten sobre higiene y seguridad en la cocina, “porque muchas de las mamás han crecido alimentándose en comedores comunitarios y no conocen determinados hábitos culinarios”.
Durante la mañana, los niños trabajan en distintas salas junto a las maestras, quienes realizan un riguroso seguimiento de cada uno con el apoyo de una psicopedagoga, una psicóloga y una médica. Una vez que los chicos terminaron de almorzar e higienizarse, las madres vuelven a la institución para realizar cursos y talleres de capacitación que les permiten insertarse en el mercado laboral, tales como computación, costura y talabartería, entre otros.
En la segunda etapa las familias siguen siendo ayudadas de manera externa: todos los niños son acompañados en su escolaridad primaria, secundaria, terciaria o universitaria mediante becas. Actualmente hay 150 chicos en esta situación, diseminados en escuelas secundarias e institutos terciarios, que siguen contando con el apoyo de Bica Infancia.
“Este trabajo es muy emocionante porque con el paso del tiempo vemos los frutos. Aspiramos a que todos lleguen muy alto, que puedan insertarse en la sociedad, pero lamentablemente queda gente en el camino. El niño no es nadie si no hay una mamá y un papá, nosotros somos un simple grano de arena en el camino. Podemos estimular mucho, pero es importante que los padres tomen conciencia. Vale la pena hacer esto porque hoy vemos algunos de nuestros chicos con el secundario terminado y convertidos en personas de bien”, finalizó la coordinadora del espacio.
Los interesados en conocer a Bica Infancia o realizar donaciones pueden llamar al 4694501 de lunes a viernes entre las 8 y las 16.
En números
50 niños son atendidos en la actualidad.
150 cuentan con becas para finalizar sus estudios.
600 niños han pasado por Bica Infancia.
Publicado en Pausa #96, todavía a la venta en los kioscos de SF y Santo Tomé