ESPECIAL 100 EDICIONES
Una disputa que avivó pasiones.
En la disputa por la apropiación de la renta agraria
desencadenada con la resolución 125, la
Mesa de Enlace demostró cómo una serie de antiquísimos
enunciados siguen dando forma a nuestras identidades. El campo, indisoluble de
nuestro ser, reserva moral hecha extensión; el productor, paradigma de
honestidad y constancia frente a las fuerzas naturales; la vida rural,
virtuosa, apacible y tradicional: todas escenas arremolinadas en las pantallas
de TV y en las que abrevó la formidable movilización que jaqueó al gobierno
nacional, al punto de hacerle perder el parlamento en 2009.
desencadenada con la resolución 125, la
Mesa de Enlace demostró cómo una serie de antiquísimos
enunciados siguen dando forma a nuestras identidades. El campo, indisoluble de
nuestro ser, reserva moral hecha extensión; el productor, paradigma de
honestidad y constancia frente a las fuerzas naturales; la vida rural,
virtuosa, apacible y tradicional: todas escenas arremolinadas en las pantallas
de TV y en las que abrevó la formidable movilización que jaqueó al gobierno
nacional, al punto de hacerle perder el parlamento en 2009.
La Mesa
de Enlace triunfó y las retenciones a la exportación de soja quedaron en el
35%, sin segmentación progresiva o rebaja por distancia al puerto –qué
simbólico que la mayor institución rural no esté en las pampas, sino rodeada de
los oropeles del comercio exterior porteño– y sin variaciones por el precio
internacional.
de Enlace triunfó y las retenciones a la exportación de soja quedaron en el
35%, sin segmentación progresiva o rebaja por distancia al puerto –qué
simbólico que la mayor institución rural no esté en las pampas, sino rodeada de
los oropeles del comercio exterior porteño– y sin variaciones por el precio
internacional.
Poco se discutía públicamente de los números finos de “la
125”. Pocos recuerdan las notables diferencias, a favor de los ruralistas,
entre la resolución original que trazara el petimetre playboy de Martín Losteau
y la letra de lo que en el Senado naufragó bajo la antológica frase “Mi voto no
es positivo. Pido perdón si me equivoco. Que la historia me juzgue”. A Julio
Cobos no lo juzgaron los años: el día a día político lo retiró de un plumazo
del tablero.
125”. Pocos recuerdan las notables diferencias, a favor de los ruralistas,
entre la resolución original que trazara el petimetre playboy de Martín Losteau
y la letra de lo que en el Senado naufragó bajo la antológica frase “Mi voto no
es positivo. Pido perdón si me equivoco. Que la historia me juzgue”. A Julio
Cobos no lo juzgaron los años: el día a día político lo retiró de un plumazo
del tablero.
A las 4 de la madrugada del 17 de julio de 2008 nos
encontrábamos cerrando el #10 de Pausa, mientras seguíamos la transmisión.
Recién comenzábamos este camino; desde el #1 habíamos tomado una posición:
revisar los números finos, indicar siempre todo lo que de soez había en el
discurso del “campo”, señalar las impropiedades del discurso oficial. Casi
ninguna voz mediática hizo lo mismo, menos en nuestra ciudad. Entendimos que
las reglas de nuestro oficio nos demandaban tratar el tema como lo hicimos. Y
acaso esa transparencia inicial haya sido la que selló un pacto de lealtad con
nuestros lectores.
encontrábamos cerrando el #10 de Pausa, mientras seguíamos la transmisión.
Recién comenzábamos este camino; desde el #1 habíamos tomado una posición:
revisar los números finos, indicar siempre todo lo que de soez había en el
discurso del “campo”, señalar las impropiedades del discurso oficial. Casi
ninguna voz mediática hizo lo mismo, menos en nuestra ciudad. Entendimos que
las reglas de nuestro oficio nos demandaban tratar el tema como lo hicimos. Y
acaso esa transparencia inicial haya sido la que selló un pacto de lealtad con
nuestros lectores.
Publicada en Pausa #100, miércoles 29 de agosto de 2012