Tembe Cooperativa es una agrupación cultural joven dedicada a la producción audiovisual y editorial. Historia, perspectivas y proyectos con la marca indeleble de la amistad.
Por Marina Ramayo
Pensando en emprendimientos colectivos, en compromiso con la realidad, en jóvenes y también en una perspectiva artística, desde Pausa nos acercamos a conversar con Lisandro Schurjin, uno de los hacedores de Tembe Cooperativa ya en sus inicios, por 2011. Desde principios de 2012, la cooperativa funciona en un espacio del edificio de la Asociación Cultural Israelita Argentina I.L. Peretz, Francia 2248.
La cooperativa surgió por iniciativa de jóvenes de nuestra ciudad, cada uno con diversas formaciones y experiencias, que se propusieron abordar la problemática de la conformación de identidades en la cultura, trabajando desde la comunicación “porque creemos que la producción de bienes culturales, en materia visual, editorial, fonográfica, audiovisual, y la gestión cultural contribuyen en enorme medida al cambio de paradigma”. A partir de lo que como grupo de personas-amigos les interesaban, abordaron la tarea buscando el modo de organizarse y las estrategias de producción que más se adecuaran al proyecto. De esta manera, afirman que no apuntan sólo a elaborar contenidos sino a que esa producción y la posterior difusión “se apoyen en prácticas de economía solidaria, comercio justo, consumo responsable, cultura libre...”.
Tembe significa “orilla” en guaraní, y fue la palabra que interpeló al grupo por su sonoridad y como síntesis de nuestro paisaje. Quienes conforman la cooperativa aseguran que pretenden ser “una orilla inmediata de la cultura, un viento de frescura que anuncia cambios en el clima cultural”. Y dicen que, por eso mismo, adquirir la forma de cooperativa no fue una decisión azarosa, sino que la manera de darse un horizonte de posibilidades en materia laboral y un lugar de materialización de una filosofía de vida de compromiso humanitario.
—¿Cuáles fueron las certezas para arrancar con el proyecto?
—Arrancamos específicamente con lo audiovisual, haciendo animación, porque fue lo que surgió con un proyecto grande, el de Viaje a la tierra del Quebracho —cortometraje de animación sobre la historia depredatoria de La Forestal—, nuestro primer laburo. Inició encaminado hacia ese lugar, pero por suerte va ampliándose. Por ejemplo, estamos iniciando un proyecto de documental ficcionado (es decir, salir a filmar y no sólo hacer dibujos animados) y además estamos arrancando con una editorial independiente. Tenemos el sueño de seguir ampliando, de poder abarcar la producción fonográfica. Si bien las certezas surgieron después, el sueño era Tembe, que es una cooperativa de producción y gestión cultural. Soñamos con todo lo que se pueda, hacerlo con todos los que tengan búsquedas y objetivos similares y así ir agrandando la cosa.
—¿Cómo decidieron conformarse como cooperativa?
—Fueron meses y meses de charlas. Primero soñando y después viendo que no era imposible. Primero dejando volar la imaginación y después preguntándonos cómo podíamos arrancar con eso, qué pasos debíamos seguir, averiguar cómo es legalmente una cooperativa, dónde hay que presentarla (es una conversación que actualmente continúa). En sí, fue pensar qué abarcaría, qué quería hacer cada uno. Fue ir buscando cómo tener un proyecto a futuro económicamente sustentable, que no se separara de la ideología y, si se quiere, de la militancia de cada uno. Cómo hacerlo en un grupo de gente que se quiere, cómo poder mixturar el amor, la militancia y la economía a la vez. Ese es el sueño máximo, estar trabajando en un lugar cómodo, en un lugar justo, en un lugar con profundidad en cuanto a lo que se dice, de forma que se generen cosas, productos, que le hagan bien a la comunidad y no lo contrario. Poder juntar todo eso.
—¿Cuántas personas conforman la cooperativa?
—Ahora somos siete. Como decía, no es todavía una cooperativa legalmente hablando, pero estamos laburando de esa forma porque estamos prontos a empezar los trámites. Por eso tenemos una especie de comisión directiva que formamos los cuatro “fundadores”, Manuel Allende, Lucas Cid, Sandra Abate y yo. Se sumaron luego Ariana Beilis y Ekaterina Gelroth (que están haciendo hincapié en el inicio de la editorial) y Valentín Gatti (que está muy presente especialmente desde lo audiovisual). Pero todos influyen en todo.
—La cooperativa se formó el año pasado y este año se ubicaron en un espacio nuevo. ¿Cómo fue esta transformación?
—El lugar donde hicimos Viaje a la Tierra del Quebracho era un espacio momentáneo, lo armamos para trabajar todos juntos, pero después nos quedamos sin espacio y empezamos la búsqueda de un tallercito. Varios de los integrantes de la cooperativa laburamos en el Kinder Club de la Asociación Cultural I.L. Peretz y este año se desocupó en el club un espacio físico. Entonces, nos juntamos a charlar con la gente de la comisión directiva de la I.L. Peretz, nos encontramos con muchos puntos en común desde la filosofía y la búsqueda en ambos proyectos y conque nos podían dar una mano prestándonos este espacio que se desocupó. Nos pidieron que armáramos un proyecto. Así, de pronto teníamos un espacio al que trajimos las máquinas a cambio de los mismos servicios que hacemos en la cooperativa; pero es prácticamente gratis, nos están cediendo este espacio de onda, por confianza en lo que hacemos. Por eso estamos súper agradecidos, estamos ahora en una situación que no esperábamos: el no estar pagando un alquiler, no tener que pensar en eso, que te lleva muchísimo esfuerzo, plata y energía.
—¿Cuesta construir un espacio cooperativo donde hay igualdad de responsabilidades? ¿Hay cosas que cuestan más?
—Nosotros somos muy conscientes de que, desde lo comunicacional, el buscar laburar como cooperativa requiere un esfuerzo particular. De pronto, tener un jefe te simplifica algunas cosas, hay cosas que no tenés que discutir, te podés enojar con él, le echás la culpa, dejás que tome decisiones y ya está. Cuando querés tener un grupo de gente en un nivel de igualdad, te encontrás primero con que no somos todos iguales. No todos tenemos las mismas expectativas, no todos queremos dedicar la misma cantidad de tiempo de trabajo al proyecto, cosas que son naturales y con las cuales hay que aprender a convivir; las formas de comunicarse de cada uno, las formas de hablar, todo lleva un tiempo, una energía. Pero desde que empezamos tuvimos en claro que estamos dispuestos a enfrentarnos a eso. Parece simple, pero a veces nos cuesta encontrar un horario para las reuniones entre todos, enganchar horarios entre los siete y disponer de dos horas. Esas cosas las vamos construyendo todo el tiempo. Ahora, por ejemplo, nos pusimos como meta juntarnos todos a comer un asado una vez al mes para no hablar de la cooperativa: también somos amigos desde antes del emprendimiento. Mantener eso, los lazos más relajados, ahora también tenemos que planificarlo, esforzarnos para que suceda.
Viaje a la Tierra del Quebracho fue el proyecto que inició la cooperativa; a lo mejor fue la oscuridad, la humedad y el calor necesarios para que la semilla eche raíces. El año pasado se presentaron al concurso de Estímulo a la Producción Cinematográfica del Ministerio de Innovación y Cultura, lo ganaron y empezaron a producir este corto animado. Fue el inicio oficial de Tembe. Pero la cosa no quedó ahí y Viaje a la Tierra del Quebracho fue uno de los audiovisuales que ganó en la última Bienal de Arte Joven de la UNL.
“Hicimos el corto el año pasado y a principio de este año todo estuvo tranquilo. Cuando nos empezó a dar un poco de miedo acerca de qué iba a pasar con el corto (si iba a tener alguna incidencia), un poquito trabajando y un poquito con suerte y con apoyo, empezó a caminar más fuerte. Siempre lo presentamos en festivales, pero ahora empezaron a surgir un montón de cosas. Ganamos la Bienal, entró al Festival de Cine de Mar del Plata, estuvo en el Festival de Derechos Humanos, en el Festival de Cortometrajes para niños Ojo al Piojo (Rosario), en el Encuentro de Animadores Independientes de Rosario, en el Mumia, que es una muestra de cine de animación under de Brasil. Hace poquito nos pidieron que enviemos al menos el archivo porque lo van a pasar en un festival de Portugal. Así empezó a expandirse el cortito y estamos contentos con eso”.
—¿Cuántas personas colaboraron en Viaje a la Tierra del Quebracho?
—Aproximadamente, 16 personas trabajando: cuatro animadores, un músico que compuso desde Buenos Aires y se juntó con otros para grabar, los artistas plásticos que hicieron los fondos, el que hizo la masterización del sonido, el que hizo la edición del sonido, quienes hicieron la edición del video, más los que le dieron una mano. Mucha gente dio una manito, desde el abuelo de una de las animadoras que hizo el sapucai del hachero, sumando toda la gente que ayudó en peña de presentación. La gente con la que nos cruzamos es innumerable, se suman los auspicios, los apoyos institucionales, uno queda con muchísimos y muy buenos lazos.
Totoral Ediciones
“Ahora está iniciando este proyecto, la pata editorial de Tembé, que se llama Totoral ediciones. Estamos muy contentos porque ya ganó un premio Ingenia para iniciar una serie de talleres de encuadernación artesanal en escuelas. Es importante para la editorial esta idea de elaborar de forma artesanal las tapas de los libros. Y los libros que se hagan en las escuelas van a quedar ahí, por eso apuntamos a escuelas que necesiten del recurso. Eso ya arrancó y estamos muy contentos, estamos comprando reglas, trinchetas, materiales para empezar”.
“Por otro lado hay otra propuesta para presentar también en un concurso, en la parte editorial del
Espacio Santafesino. Es una propuesta para hacer tres camadas de libros, una de las cuales queremos que tenga textos de jóvenes escritores santafesinos. También sería un laburo artesanal. Queremos empezar a conocer el panorama local y poder dar una mano en la edición de esos autores. Por eso estamos buscando textos cortos, cuentos, para hacer un libro que contenga varios autores a la vez. Si no ganamos ese concurso seguiremos gestionando para sacar esa edición”.
Publicado en Pausa #102, disponible en los kioscos de Santa Fe y Santo Tomé