Por Licenciado Ramiro
Se termina el año, estamos preparando el anuario y todos (y todas) hacemos un repaso, un balance de lo realizado, destacando lo más importante en pocas palabras. Yo iba a hacer lo mismo, pero después dije: “La verdad que este año no me ocupé de muchos asuntos importantes y exponer al lector a 850 palabras sobre algo que ya leyó y que encima es poco relevante me parece inútil”.
Algo mucho más productivo, pensé, es dedicarle algunas líneas a un asunto que se nos viene encima y que será inevitable para nuestras vidas cada vez que prendamos la radio, vayamos a la playa, salgamos a bailar o un estúpido pase con el stéreo del auto a “toda bala” por la calle de su casa. Ajá, eso mismo… vamos a hablar del famoso y odioso “hit del verano”. Aunque, ahora que pienso, a la playa voy poco, no escucho radio, vivo en un pasillo desde donde no se escucha la calle y si entro a un boliche es a comprar 200 gramos de jamón cocido y no a bailar. Así que, lo lamento por usted, eh.
Como sea, hace unos días un amigo me preguntó cuál creía yo que iba a ser el tema musical top del verano 2013, a lo cual le respondí que desde cuándo y por qué era necesario que el verano tuviera su hit, dejando en evidencia mi profundo desinterés por el asunto, basado en mi completa ignorancia al respecto. De todos modos, me pareció interesante hacer cierta “genealogía” (perdón Foucault) para responder a mi propio interrogante.
No sé si habrá sido el primero de la historia, pero sí al menos el que yo recuerdo: Ritmo de la Noche, año 1991, de The Sacados. No sé si es necesario detallar todas las consecuencias de un simple hit que hizo que la gran mayoría de una generación púber levantara el brazo y lo agitara por encima de su frente mientras Bobby, los domingos, se tiraba por el “tiragomas” y Carlos I de Anillaco comenzaba a tirar un país, todos los días, a la basura. Por suerte, en aquellos años, teníamos a El símbolo que nos decía que “yo te digo todo va a estar bien / no te preocupes más / oh, no / mantén el movimiento”. Yo no sé si la gente se mantenía en movimiento por la canción, porque corría la coneja o por los malabares que tenía que hacer para no caer en la ruina total, pero le hacían caso al hit del momento.
Varios eneros fuimos musicalizados (para no decir podridos hasta el deseo mismísimo del advenimiento de un apocalipsis zombie, que es más o menos lo mismo que una invasión de hits veraniegos) por canciones importadas, como no podía ser de otra manera, si de calor y fiesta se trata, de Brasil. Derek López y su (lastimosamente) inolvidable Batido de Coco lo convirtió del día a la mañana un furor adolescente criollo. Tanto así que inclusive llegó a dar un unplugged en un té organizado por niñas del colegio Adoratrices de nuestra ciudad. Sí, aunque ni usted ni Ripley lo crean, ¿qué tal? También hubo mucha zamba, de la garganta de Daniela Mercury (pobre Freddie) y el verano pasado nos fumamos el “Ai, se eu te pego”… y el “Ay, si te agarro” también.
Pero sin dudas, el “hit del verano” se institucionalizó como tal no gracias a la industria discográfica que necesita meter un perejil de vez en cuando, no. Tenemos que agradecerle a la cerveza quilmeña y la telefonía móvil que usan Palermo, Susana y Echarri contar con “el tema del verano”. Nadie olvida (qué totalitario que estoy hoy, eh) la voz de Mario Sapag, con Gloria de fondo, describiendo cada uno de los personajes de la costa atlántica, con los inadaptados de siempre a la cabeza; o esa sombrilla que se clavaba, y que llegó a darnos ganas de clavarla en la pantalla de TV o de los responsables de comunicación de CTI por tenernos tres meses tarareando semejante bodrio.
Para terminar, no sé ni me importa, ni les pienso decir cuál será el tema del verano 2013. En Santa Fe, muy probablemente sea “¡Qué calor! Los mosquitos están a full, esperemos que llueva así afloja”. Da igual. La cosa es que al final terminé haciendo un resumen de cosas sin ningún tipo de importancia y que encima les recuerda asuntos horripilantes de la historia musical. Pero lo que más rescato es que este verano, en que no nos vamos a poner en contacto vía Pausa, cada vez que escuchen el hit se van a acordar de esta columna, ya sea para odiarme por recordarles todo esto o para, con una sonrisa, hacer más leve el punchi punchi que nos atormentará hasta marzo.
¡Felices vacaciones! A menos que los Mayas estén en lo cierto.
Publicado en Pausa #108, disponible en los kioscos de Santa Fe y Santo Tomé.