Activos jóvenes de El Pozo

El colectivo El Pozillo trabaja para reafirmar la identidad
del barrio que los vio nacer. Editan una revista barrial, organizan eventos
culturales y mejoran el espacio público.
Por Marcela Perticarari
Pedalear hasta allá, con el viento en contra y una humedad
que sólo puede notarse así de brutal en Santa Fe, termina valiendo la pena
porque, al final de barrio El Pozo, ese rectángulo de 600 x 400 metros donde
viven 12.000 personas, se ubica el balneario Los Alisos, donde el viento se
vuelve amigable y el paisaje ofrece una interesante vista del borde este de la
ciudad. A metros del agua, los jóvenes de El Pozillo ya están en su pequeño
local con pocas ganas de quejarse de la sensación térmica y muchas de contar de
qué se tratan las actividades que vienen realizando hace tres años.
Luciano Albrecht, Alan Barbero, Carlos Abad y Rodrigo
Bosqui, un grupo de jóvenes estudiantes del barrio, fueron los iniciadores de
El Pozillo, que tiene su personería jurídica en trámite. La realización de una
revista de circulación barrial fue la primera motivación. Desde el comienzo,
los inspiró el hecho de narrar la vida cotidiana y cultural de El Pozo, con
todos sus personajes e instituciones. La primera aparición de la revista –con
una tirada de mil ejemplares, distribución gratuita y sustentada con la venta
de espacios publicitarios y la organización de distintos eventos para cubrir
los gastos de impresión– data de agosto de 2010 y la quinta edición está en manos
de los vecinos desde comienzos de 2013. Y, según anunciaron los editores, el
sexto número se está cocinando y estará en la calle en breve.
Reactivando de la iniciativa
Manuel Álvarez, Marcelo Przylucki y David Costantino
–miembros de El Pozillo, que también integran Ricardo Centurión, Andrés Pieroni
y David Uriburu, entre otros colaboradores– contaron a Pausa que “antes de
formarnos como organización, nos habíamos planteado la idea de hacer
actividades para hacer más participativa la comunidad y replantear, entre otras
cosas, el uso de los espacios públicos. No queríamos que sólo llegue la revista
y que se establezca una relación distante con los vecinos. Queremos que a la
larga El Pozo y el Pozillo sean una misma cosa”. También afirmaron que “la
explotación del local que nos cedieron tiene como objetivo recaudar fondos para
no tener que poner dinero de nuestro bolsillo para la revista, que sale en full
color y con papel ilustración”.
Los jóvenes de El Pozillo en la playa Los Alisos, cerca del pequeño local que lograron recuperar. Allí han realizado diversas actividades en el verano, con el fin de financiar sus proyectos.
La disposición de los residuos domiciliarios fue uno de los
primeros temas en los que se enfocaron en la publicación. Propusieron colocar
contenedores en las cortadas y ampliar el número en el caso de las torres.
“Como hay que caminar una cuadra para tirar la basura, por lo general gana la
pereza y se tira en cualquier lado. Por los inodoros se tiran muchas cosas y
las cañerías colapsan seguido. Cuando las destapan se encuentran pañales,
peluches y hasta animales muertos”.

—¿Cómo notan el uso de los espacios públicos en el barrio?

—A través de los años todo se deterioró bastante debido al
abandono por parte de los gobiernos locales y también por el uso de las nuevas
tecnologías. Los chicos dejaron de lado el potrero o la plaza, y nosotros
tenemos la suerte de contar con dos canchas grandes en el barrio.
En cuanto a la polémica por las cocheras construidas en
espacios de uso público, los jóvenes recordaron que aparecieron hace siete
años. “Al principio se hacían con cuatro palos y una lona o una chapa, después
empezaron a invertir en material, algunas son cerradas. Incluso se alquilan o
se venden. Después de numerosas denuncias, el municipio actuó pero demolió
menos de diez de las más de 100 cocheras que existen en todo el barrio. Uno de
nuestros compañeros es estudiante de arquitectura y está trabajando en un
proyecto para construir cocheras en la zona oeste del barrio. De todos modos,
en el marco de un proyecto de urbanización, esta problemática es secundaria
porque hay otras cosas que resolver antes”, argumentó Marcelo.
Un paso atrás
La historia de barrio El Pozo se remonta a 1973, cuando el
gobierno comenzó la construcción de viviendas destinadas a personal de las
Fuerzas Armadas. El terreno fue rellenado y enaltado mediante el trabajo de
dragas ubicadas en la
Setúbal. Una vez conformado el predio se inició la
edificación. El sistema utilizado –bloques de premoldeado que se ensamblaron en
el lugar– era de avanzada para la época. Los trabajos se interrumpieron en
1976: una parte de las viviendas estaba terminada pero no fueron habitadas
durante 12 años. A fines de 1988 se comenzaron a adjudicar las unidades y El
Pozo comenzó.
La llegada de Wal Mart y el traslado de las facultades a la Ciudad Universitaria
sumaron movimiento al barrio y favorecieron la llegada de nuevos servicios. Sin
embargo, los miembros de El Pozillo aseguran que “desde el Puente Colgante
hacia el este los servicios están un paso atrás que en el resto de la ciudad”.
Luego, señalaron a los trabajos de dragado que se realizaron
a fines de los 90 para levantar el terreno donde se ubica el megamercado como
los responsables de la falta de arena en Los Alisos: “Caminás por la playa tres
metros y hay barranca; la orilla se llenó de ranchos, camalotes y yuyos. Y
nadie se ocupó de limpiarlos. Como la gente no se podía meter más en el agua,
el balneario se dejó de usar. Hasta los quinchos y asadores fueron víctimas del
vandalismo”.
Los integrantes de El Pozillo presentaron un proyecto a la Municipalidad en
noviembre de 2012 para lograr la concesión y realizar el mantenimiento del
local que actualmente ocupan, junto a la explotación de una cancha de voley,
otra de fútbol y asadores para que los vecinos del barrio puedan usar las
instalaciones: “Cuando entramos acá había sólo cuatro paredes y un colchón
quemado. Ni siquiera tenía techo. Queríamos recuperar este lugar como excusa
para volver a aprovechar la playa”, dijeron. El municipio aprobó la iniciativa
y los chicos pusieron manos a la obra.
“Hicimos las mesas nosotros mismos y contamos con la ayuda
de una cooperativa de trabajo que construyó los asadores. Después trajimos una
red, pelotas y empezamos a poner música. Los chicos comenzaron a venir, se han
llegado a juntar más de 50 personas. Sin dudas, había ganas de usar el
espacio”, añadieron.
“Ahora la gente es más consciente del cuidado del barrio,
saben que hicimos esto con mucho esfuerzo y nos respetan. Nuestras actividades
están orientadas a reforzar la identidad del barrio para que los espacios se
cuiden entre todos. Esto es una gran familia y no queríamos que se pierda esa
chispa de comunidad que existe en El Pozo. También queremos generar cultura: a
fines de noviembre hicimos una kermesse en la escuela secundaria del barrio,
que contó con la participación de numerosos artistas y familias, además de
proyecciones fílmicas con la colaboración de Cinema Lacalor. Ahora queremos
hacer la segunda edición”. Y la invitación ya está lista: el domingo 17 de
marzo a partir de las 14.00, de manera gratuita, se llevará a cabo en el
balneario Los Alisos el segundo Festival Barrio-Cultura para todos los que
quieran acercarse a disfrutar de los distintos shows previstos.
Durante el evento se cruzarán malabaristas, clowns, juegos
para chicos y la presentación musical de Federico Di Pasquale, Muerte de Obispo,
Katarsis, La Huerta Rock
y La Santa Fe
Blues Band. “Nuestro balneario será escenario para romper con el karma de los
dominguicidios y llegar al lunes con todas las energías renovadas. Acá se puede
pasarlo bien con muy poco”, finalizaron los organizadores.
Publicada en Pausa #109, miércoles 13 de marzo de 2013

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