Picantes gritos de Carnaval

Una torpe patoteada desencadenó un conflicto que agitó la agenda pública y puso al Centro Cultural El Birri en el centro de la escena.


Por Juan Pascual

El parte de prensa era directo: a las 11.11 del viernes 15 de febrero la Municipalidad comunicó que en la Estación Mitre (General López 3698) no funcionaría más el Centro Cultural y Social El Birri y que una “cuadrilla de trabajadores municipales comenzó esta mañana con las primeras tareas de albañilería, con el objetivo de detener el estado de deterioro que presenta el lugar”. En el mismo momento, Brian Murphy, un integrante de El Birri, era llevado detenido esposado a la Comisaría 2ª –pasaría lo mismo con Lucila Gunno– mientras un grupo de municipales estaban atrincherados en el hall de la Estación, tras haber tabicado los ingresos con tablones de un teatrillo de marionetas destruido en la acción, usando clavos de diez centímetros para hendir los marcos de madera originales de las puertas de la Mitre.
Minutos antes, el abogado Guillermo Munné, de Tramas Derecho en Movimiento, solicitaba a la policía, sobre el portón del andén, la presentación de algún tipo de orden judicial que avalase lo que se estaba haciendo en el lugar, que es patrimonio histórico provincial. Los oficiales negaron a Munné el paso y la orden –no la había–, mientras pedían instrucciones no a un juez o un fiscal, sino a Rubén Sebastián Montenotte, subsecretario de Prevención y Seguridad Ciudadana de la Municipalidad, que estaba dentro del hall. Fernando Sosa, coordinador de Seguridad Municipal, y Sergio Trevisani, coordinador del Distrito Suroeste también estaban en lugar, escoltados por parte de la Guardia de Seguridad Institucional de la Municipalidad, que nunca se identificó ante los requerimientos y que actuó como si fuera fuerza pública. Las radios locales hirvieron. Funcionarios municipales de mayor jerarquía daban entrevistas, mientras los movileros relataban desde la vereda de General López: era total el contraste entre las declaraciones oficiales –que hasta la tarde afirmaron que la “puesta en valor” estaba en marcha– y la crónica periodística. Al mediodía, la jueza de instrucción Sandra Valenti intervino para que la policía se retirase y se dejara entrar a los birrianos, que desde entonces realizan un acampe en la Estación.

Últimas momentos después del intento de desalojo del 15 de febrero [Foto: Carolina Niklison]

Desde entonces, la agitación no cesó en la Mitre. Irrumpió un escenario que devino en un furor en las redes sociales de fotos y videos sobre los hechos, dos marchas, cruces de declaraciones y denuncias judiciales, un ecléctico desfile de políticos por la Estación (algunos cercanos a El Birri, otros en busca de alguna ventajita), una Multisectorial de Apoyo que congrega a casi todas las organizaciones sociales y territoriales de la ciudad –son más de 80 entidades– y una adhesión masiva del mundo de la cultura. Hasta Fernando Birri –el legendario cineasta santafesino que fundara la Asociación Civil– expresó su indignación (ver aparte).

La rescisión
Con la justificación de una resolución municipal –la 008/13– se desencadenó el intento de desalojo. La resolución da fin al contrato de comodato entre la Municipalidad y la Asociación Civil Centro Cultural y Social El Birri, en el cual el Estado cedía el uso de parte de la Estación Mitre. El acuerdo fue firmado el 1º de octubre de 2008 y vencía en octubre de este año. El Birri ya venía funcionando allí desde antes: parte de las negociaciones de 2008 consistieron en que la Asociación Civil le cediera a la Municipalidad el ala este de la Estación, donde tenían un depósito de elementos para sus actividades. En ese lugar, el municipio instaló las oficinas del Distrito Suroeste, coordinadas por Trevisani.
Pese a que el acuerdo vencía en octubre, la Municipalidad –el contrato lo permite– dispuso la rescisión el 14 de febrero, el “inmediato desalojo de los lugares comunes”, en referencia al hall, y una autorización a la Fiscalía Municipal para que realice acciones para quedarse con los espacios de uso exclusivo de El Birri (el ala oeste y la planta alta de la Estación). Varias veces se declaró a la prensa que no hubo intento de desalojo; la palabra está en el texto mismo. En la tarde del 15, Carlos Pereira, secretario General de la Municipalidad, declaró que se barajaba como posibilidad reducir el espacio de El Birri al ala oeste, en contradicción con lo expresado por la resolución.
La 008 –todavía vigente– esgrime la utilización del predio para fiestas privadas, denuncias por ruidos molestos, realización de espectáculos no autorizados por la Secretaría de Control, fogones en el andén de la Estación, uso de la planta alta como vivienda y consumo y venta de bebidas alcohólicas. Los integrantes de El Birri admitieron las denuncias por ruidos molestos (parte principal de su propuesta es una Escuela de Carnaval), negaron el uso del lugar para fiestas privadas, sostuvieron que las autorizaciones para las actividades y la venta de bebidas alcohólicas eran burocratizadas de modo explícito por la Secretaría de Control, explicaron que los fogones se deben al calentado de los parches de los tambores y señalaron que nadie vive en el lugar, sino que hay un camastro para el cuidador.

Serios payasos
¿Y qué de la actividad artística y social? Por El Birri pasó la enorme mayoría de los creadores de nuestra ciudad: era obvio que la comunidad cultural ofreciera su apoyo en bloque. Al mismo tiempo, la Asociación desarrolla una gran cantidad de tareas en su área de influencia, los barrios San Lorenzo, Santa Rosa, Chalet y El Arenal: innumerables fueron los vecinos que se expresaron a favor de la continuidad del Centro Cultural.
Con un funcionamiento independiente, autogestivo y horizontal, El Birri está gestionado no por un pequeño grupo cerrado sino por la deliberación de todos los colectivos que alberga. Se congregan, entre otros nucleamientos, los arquitectos de la Cooperativa Enobra (encargados de las mejoras en el ala oeste), una Cooperativa Textil integrada por habitantes de San Lorenzo, el Colectivo Editorial 4ojos, la revista barrial El Surco del Oeste –escrita por jóvenes de San Lorenzo de entre 15 a 20 años, que lanzó su primer número– el Centro de Documentación y Estudios Sociales Rojo y Negro, el grupo local de la Asociación de Documentalistas Argentinos, el Grupo de Teatro Comunitario De Tripa Corazón –con niños, adolescentes y adultos de todos los barrios aledaños–, el mítico Grupo de Teatro Infantil La Gorda Azul –de extendida trayectoria en el país y el extranjero–, la Comparsa de Candombe Cambá Nambí –con cerca de 50 músicos, fue el eje en la última década de la corriente musical afrolatina que hoy florece en la ciudad–, la Escuela de Carnaval y su comparsa La Birrilata –en la que participan más de 50 chicos del oeste, que se lucieron en los masivos Carnavarriales– y varios talleres de música, teatro y circo, para todas las edades.
Además, El Birri se fusiona con su comarca cercana a partir de formar parte de la Red Barrial de San Lorenzo y con su territorio más amplio a través del Movimiento de Organizaciones Murgueras del Oeste: 18 grupos carnavaleros de los barrios más abandonados de la ciudad que generan los gratuitos Carnavarriales (ver aparte), en los que festejaron miles de vecinos la quema del Rey Momo el 2 de marzo en Yapeyú, el 9 en la puerta de El Birri y el 16 en Barranquitas. En suma, se trata de uno de los espacios culturales más vivos de la ciudad.

Marchas, justicia y diálogo
El 21 de febrero más tres cuadras de personas se movilizaron desde la Plaza del Soldado a la puerta de la Municipalidad, detrás de los sonidos de los tambores y las piruetas circenses de maquillados bufones. Adentro, integrantes de la Multisectorial de Apoyo fueron recibidos por el secretario de Cultura Damián Rodríguez Kees –quien realizó en estas semanas varias rondas de consulta con distintos artistas locales, recibiendo un unánime repudio al accionar municipal– y la secretaria de Gobierno, Adriana Molina.
A raíz de las extendidas protestas por lo sucedido el 15, en días previos al 21 varios funcionarios municipales declararon su predisposición al diálogo. Sin embargo, el 21 febrero fue la primera vez (de sólo dos) en la que hubo un encuentro. La Multisectorial presentó un petitorio de demandas como base para avanzar tras de lo sucedido: las renuncias de Montenotte, Sosa y Trevisani y la revocatoria de la 008. Ninguna, a la fecha, fue satisfecha, pese a que Montenotte, en particular, ya está mencionado en una denuncia penal realizada el 8 de febrero por los delitos de abuso de autoridad, amenazas agravadas y violación de los deberes de funcionario público contra vecinos de Playa Norte, los cuales hace años vienen protestando contra su desalojo.

La marcha a la Municipalidad [Foto: Betania Capatto]

Una semana después de la primera movilización, el 28 de febrero, los birrianos marcharon al Ministerio de Seguridad de la Provincia en reclamo por el accionar policial. Fueron atendidos por el secretario de Seguridad Pública, Matías Drivet, el subsecretario de Seguridad Pública de la Zona Centro Norte, Diego Poretti y el director de la URI, Rafael Grau. Los funcionarios demostraron cierto reconocimiento de lo sucedido al notificar que los policías que intervinieron el 15 se encuentran sumariados y que, a causa de lo sucedido, se había elaborado un nuevo instructivo para las tareas de la policía adicional, ya que los oficiales intervinientes estaban actuando como adicionales.
En otro carril respecto de los reclamos políticos corren las demandas judiciales. La primera fue lanzada por Fernando Sosa, que denunció ante la Fiscalía 5ª a “integrantes y simpatizantes del Birri” por desmanes, destrozos y agresiones a la policía y empleados municipales. Junto a la resolución 008, donde se solicita la acción de la Fiscalía Municipal, dan inicio a la judicialización de los hechos. Por su parte, desde El Birri denunciaron por abuso de autoridad, usurpación y daño calificado sobre monumento histórico a Trevisani, Sosa y Montenotte, junto a Carlos Pereira y al intendente José Corral.
Tras una semana de manifestaciones a favor del diálogo, el intendente Corral reaccionó ante la denuncia declamando el 26 de febrero que “La situación del Birri es un asunto terminado” y que “La gente del Centro Cultural El Birri decidió ir a la Justicia y denunciar penalmente al intendente. Esto demuestra que nunca hubo vocación de diálogo”. Sin embargo, el 27 llegó a la Estación Mitre una carta de Adriana Molina en la que se invitaba a “iniciar un diálogo en pos de analizar y eventualmente reconducir la relación”. Pese al desconcierto, la Multisectorial de Apoyo concurrió el 28 a la sede municipal y sostuvo el encuentro con Molina, quien se comprometió a dar una respuesta por escrito al petitorio de la movilización del 21 febrero. Aún no fue proferida.
Para resguardarse, en los últimos días El Birri solicitó un recurso de amparo (con pedido de medida cautelar incluida). El amparo busca dejar sin efecto la resolución 008 y la cautelar que no se innove en su aplicación, hasta que se resuelva el amparo. Tras el sorteo de rigor, la presentación cayó en manos del juez Diego Aldao, quien estaría convocando a una audiencia para mañana jueves. [*al momento de la publicación. La audiencia fue convocada el jueves 14 y el lunes 25 hay una audiencia de conciliación entre la Municipalidad y El Birri]
Por otro lado, los integrantes de El Birri habrían iniciado un recorrido propio por oficinas provinciales y municipales, del Legislativo y del Ejecutivo, en vistas a poder crear una mesa de diálogo de múltiples actores para poder así renovar el comodato.

Trabas y un ejemplo
No es la primera vez que los jóvenes de El Birri insisten en encontrar un punto de encuentro. Quizá un ejemplo característico esté en una fallida puesta en valor que iniciaran en conjunto con la Municipalidad, allá en 2008, cuando la relación era óptima tras el acuerdo de comodato.
La vieja Mitre está muy deteriorada. En ese entonces, Rodríguez Kees y el director del Programa de Diseño Urbano, Alfredo Jurado, fueron al lugar para hacer un diagnóstico y proyecto junto con los artistas y el equipo técnico del Centro Cultural, que sería financiado por el municipio (estaba obligado a hacerlo, de acuerdo al contrato).
Los pasos previos se cumplieron con rigor, pero luego la financiación fue parcial, la obra quedó a medias y las remodelaciones debieron ser terminadas por cuenta y hombro de los birrianos, que todavía en octubre de 2010 presentaban notas que siguen navegando en dos expedientes perdidos en los meandros administrativos. En ellas advertían que “tras el avance en el deterioro del edificio es necesaria una actualización” del diagnóstico, para concluir con una invitación a que “de manera conjunta realicemos dicha verificación del informe y podamos construir en un futuro inmediato un proyecto integral y sus correspondientes gestiones de recursos económicos, materiales y recursos humanos que posibiliten la puesta en valor”.
Todavía esperan la respuesta.

Carnavarriales y abrazo al Birri

Por Marcelo Carballo
[Foto: Pablo Spekuljak]

Bajo el lema “¡Por 100 carnavales más! ¡Por 100 años más de cultura popular!”, y organizado por el Movimiento de Organizaciones Murgueras del Oeste (MOMO), el 9 de marzo se llevó a cabo el noveno Carnavarrial frente a la Estación Mitre. Se festejó el cumpleaños número 88 de Fernando Birri con una fiesta en la que vecinos y artistas cantaron, bailaron y quemaron el rey Momo.
Brian Murphy indicó que “lo llamativo del intento de desalojo es que fue a dos semanas de que fueran los carnavales. Distintas organizaciones piensan que constituyó un intento de prohibirlos, de que no se realicen. Aquí estamos, el apoyo de las organizaciones fue inmediato. El carnaval se hizo a pesar del intento de desalojo, tiene una fuerza que supera incluso al propio Centro Cultural. El carnaval es del pueblo, es de la gente, es de las comparsas y se va a seguir haciendo por 100 años más”.
La estrella fue La Birrilata, una comparsa que toca con materiales reciclados como tachos y latas, como su nombre lo indica, y que implica un esfuerzo comunitario para la alegría que significa salir a desfilar por el barrio. Respondieron también al Carnavarrial una importante cantidad de comparsas, murgas y batucadas: desfilaron en el bulevar frente a la estación Mitre “Soberana Luciférica”, “Luna Plateada”, “Pimpollo de Irupé”, “Los Locos del barrio”, “Los Niños del Río”, “Flor de Irupé”, “Los duendes”, “Murgas de los sueños”, “Los Wengues”, “11 de Abril”, “Murga de Aprim”, “Los Principitos”, “Murga Cabal”, “Ara Zubu”, “Esperanza Murga”, “Comparsa Litoral”, “Manzana Negra”, “Ivotí”, y “Cambá Nambí”.

Adhesiones

Fernando Birri. “Estupefacto ante la
prohibición de actividades culturales y tentativa forzada de desalojo en el
Centro Cultural y Social El Birri de Santa Fe, Argentina, pienso: nadie tiene derecho
–ni el rey ni el papa ni el general– a impedir a un niño que crea que las
mariposas son estrellas que vuelan, nadie tiene derecho –ni el que pisa con el
pie diestro ni el que pisa con el pie siniestro– a caminar aplastando los malvones,
nadie –ni el que vive en la cueva o en la intendencia o en la casa rosada de
vergüenza– puede arrogarse insolentemente el derecho de llevarse el índice a la
boca y ordenar el silencio en el concierto de ruidos, rugidos, suspiros, himnos,
alaridos, llantos y canciones amorosas del mundo. Nadie”.
Osvaldo Bayer. Desde Alemania: “Expreso
toda mi solidaridad en contra de la ocupación policial de la casa de cultura El
Birri, actitudes así quedan para siempre en la historia de los denominados
gobernantes. Todo lo que se haga contra la cultura es un hecho antidemocrático
y contra los derechos legítimos de los pueblos. Toda la seguridad y el respeto
para esa casa que lleva el nombre del cual nos enorgullecemos todos los santafecinos
desparramados por el mundo”. Fernando Birri respondió a Bayer por la adhesión,
expresando que “mil gracias son pocas, un millón de bendiciones no alcanzan, un
abrazo solo apretado y fraterno –unido a la alegría de constatar que seguimos
unidos como en el primer día de la
Creación, quiero decir de nuestra Utopía Comunitaria– quizás
alcance a expresar lo que de veras sentimos la muchachada de buena voluntad del
Centro Cultural y Social de El Birri y quien en estas líneas te pergeña,
leyendo y releyendo tus generosas y sabias palabras”.
Liliana Herrero. En declaraciones a Caídos del Catre, por Radio Nacional Santa Fe: “No me gusta que los gobiernos, de ninguna índole, traten así a la vida cultural ni a las personas en democracia, eso no debe ser permitido”, “Yo soy Liliana Herrero y también soy de El Birri”.
Músicos. Antes de su tercera canción en su
recital de Música en el Río, León Gieco declaró “No al desalojo del Centro
Cultural El Birri, por cien años más de cultura popular en Santa Fe”. Luego, en
las puertas del hotel, se fotografió con la pancarta de “Yo también soy El
Birri”. Lo mismo hicieron Raly Barrionuevo en el 41º Festival Regional de
Folclore, en La Plata
–se fotografió con el cartel, lo exhibió en su recital y el próximo 30 estará
tocando en las puertas de El Birri–, Gustavo Cordera, tras su recital en Música
en el Río, y desde Uruguay la
Murga Falta y Resto.

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