Póker de sotas y Todos tienen algo que ocultar menos yo y mi mono, dos novedades en el éter y en Internet.
En uno hay cinco speakers bajo una sola consigna: “Hay que matar al conductor”. En el otro, la apuesta es por volver a escuchar la música con la pastosa profundidad de los discos de vinilo. La noche de Pandora Vórterix tiene nueva programación local: dos shows con historia propia, dos engendros de la factoría radiofónica de Claudio Chuca Chuchquievich.
Póker de Sotas, de lunes a jueves entre las 22.00 y la medianoche, y Todos tienen algo que ocultar menos yo y mi mono, los domingos de 21.00 a 00.00, son las dos propuestas que sonaron por 2011 en Radio de Noticias y que ahora salen vía internet en www.radiopandora.com.ar o en el dial 103.9, desde sus estudios en barrio Guadalupe.
Las sotas
En lo que se define como una “partida radial de género inclasificable”, las cuatro sotas de la baraja y un comodín protagonizan las vicisitudes de un garito que posee un método en su locura. El programa no tiene conductor (en realidad, esa función es abiertamente repudiada) y van desfilando una serie estrambótica de personajes, ráfagas, cortes y selecciones musicales con el vértigo justo para no saturar la escucha y estaquear al oyente en una relación íntima con el parlante.
Lautaro Ruatta, Javier Bonatti, Alan Valsangiácomo, y Chuchquievich (tal como se los ve en la foto) son las sotas, Martín Pedretti, el comodín que los visita los jueves. Entre los personajes se suceden un viejo cascarrabias insoportable y entrañable a la vez, una pareja de kirchneristas al borde del reencuentro tras una separación por razones políticas, la visita de Néstor K desde el más allá y toda una panoplia de voces accidentales que se van sucediendo, desde un mexicano que no sabe si es cubano hasta una suerte de psicoanalista feroz que desmenuza a los entrevistados.
Y esta es otra parte fundamental de la audición. En todas las partidas de Póker de sotas se presenta un invitado especial. En la primera semana (el programa largó el 20 de mayo) estuvieron presentes la actriz Carolina Halsall, el fotógrafo y crítico musical Héctor Bruschini, el boss de Cine Club Santa Fe Guillermo Arch, y Steven Child, un caminante global, viajero y músico indie californiano. Y todos fueron sometidos al repiqueteo de 40 preguntas punzantes, a partir del cual nuestra especialista en Freud elabora un perfil (generalmente, ¡le pega!). El ping-pong comienza con un paleteo sencillo: “¿Cuál es su signo y su ascendente?”. Pero después se viene la retahíla que lleva al invitado a exponerse en sus fallidos y a entregarse en su elecciones: “Ante la aparente crecida de violencia en el mundo: se queda sentadito como Ghandi o desfila como Marta Goyri. Amplíe”, “Si un extraterrestre viene a conocer Santa Fe:¿Qué le mostraría?; ¿Por qué vendría a Santa Fe un extraterrestre?”, “Va de cuerpo con regularidad: a) 2 veces al día, b) 7 veces al día, c) día por medio, d) es de producir bolos”, “¿La vida es un antojo biológico carente de sentido o más bien otra cosa…?” y la siempre desconcertante “Si Mirta Legrand viviera… ¿Iría a su programa?”.
Música es lo mejor
Bajo una invocación al amparo y protección de Frank Zappa, una cita ineludible a los Beatles y un objetivo abiertamente expresado, la música, que es lo mejor, Todos tienen algo que ocultar menos yo y mi mono está conducido por Alejandro David, que pone a disposición su propia y exquisita colección de vinilos para compartir con la audiencia.
El funk, el soul, el bebop, los standards de jazz, la tropicalia brasilera, los clásicos nacionales (los ocultos y los por todos conocidos), los rescates de beats africanos y el puro rock and roll son algunos de los tópicos que David va hilvanando a lo largo de tres horas, haciendo puntuaciones biográficas de los artistas y ubicaciones de estilo y contexto de cada canción, que no pasan nunca en vano.
El programa se completa con las participaciones de María Agustina David, quien conduce junto a su padre en un particular e hilarante diálogo filial, Héctor Bruschini y su columna “Tolerancia cero con los aburridores”, en la que elige tres canciones buenas y una que, por suerte, apenas pasa un rato para luego ser demolida minuciosamente, Juan Pascual y sus crónicas sobre la actividad nocturna de la ciudad en sus diferentes facetas, desde el arte hasta el alcohol, los bailes y, también, las peñas, y Chuchquievich, quien trae el aporte de la literatura puesta en su voz única para la radio. Además, en cada show se entrevista a una figura de la cultura local, un mono que no puede quedar con algo que ocultar.
La estrella de esos domingos a la noche promete ser una bandeja para pasar discos. David es un melómano con una gran colección, compuesta por su propia selección y por la herencia de distinguidos acervos de otros melómanos locales. Entre otros, el jazzman, periodista y crítico de la televisión Roberto Maurer entregó parte sustancial de sus bateas a David, quien ya recorrió los surcos negros para, ahora, entregarlos al público.
Publicado en Pausa #114, disponible en los kioscos de Santa Fe y Santo Tomé.