Itatí Castaldi, una de las cuatro santafesinas en la
selección de básquet sobre silla de ruedas.
selección de básquet sobre silla de ruedas.
Por Gastón Chansard
Energía, fuerza, perseverancia, voluntad, deseo y sacrificio
son palabras que intentan representar todo lo que transmiten unos ojos celestes
que brillan de vida. Itatí Castaldi, o “Tati”, como todos le dicen, es la dueña
de una mirada transparente y positiva, emotiva y esperanzadora.
son palabras que intentan representar todo lo que transmiten unos ojos celestes
que brillan de vida. Itatí Castaldi, o “Tati”, como todos le dicen, es la dueña
de una mirada transparente y positiva, emotiva y esperanzadora.
Desde su silla de ruedas, luego de un entrenamiento más de
básquet en Cilsa, con una sonrisa anfitriona recibió a Pausa. Nos trasladamos
hasta un salón del club y recorrimos una historia personal que pone al deporte
en el centro de la vida. “Creo que soy una luchadora, siempre fui positiva,
desde jovencita la vida me puso trabas, pero siempre rescaté lo bueno y tomé lo
malo como enseñanza”. Así fue como se definió como persona, para luego narrar
dos sucesos puntuales que marcaron su vida.
básquet en Cilsa, con una sonrisa anfitriona recibió a Pausa. Nos trasladamos
hasta un salón del club y recorrimos una historia personal que pone al deporte
en el centro de la vida. “Creo que soy una luchadora, siempre fui positiva,
desde jovencita la vida me puso trabas, pero siempre rescaté lo bueno y tomé lo
malo como enseñanza”. Así fue como se definió como persona, para luego narrar
dos sucesos puntuales que marcaron su vida.
“Cuando tenía 19 años y estaba en mi último año de la Escuela Industrial
(me recibía de técnica química), mi papá se enfermó y estuvo al límite de
perder la vida. Mi mamá era ama de casa, él se tuvo que jubilar y la situación
económica en mi casa se puso complicada, además tengo dos hermanos más chicos.
A los 20 años hubiese querido estudiar, pero la necesidad de trabajar en ese
momento truncó esa parte de mi vida, la del estudio universitario”. Aquella
jovencita cargó con la mochila de toda una familia en su espalda, consiguió
trabajo y fue un sostén fundamental para los Castaldi. Tati la peleó en años
donde el país comenzaba a navegar por la desocupación y la hiperinflación. “Era
muy difícil conseguir un trabajo en esa época de Alfonsín, en los años 87, 88,
hasta que a través de un amigo conseguí un trabajo en una casa de fotos; me
enamoré de la fotografía, trabajé siempre en ese lugar y hasta llegué a ser
gerente de una sucursal”.
(me recibía de técnica química), mi papá se enfermó y estuvo al límite de
perder la vida. Mi mamá era ama de casa, él se tuvo que jubilar y la situación
económica en mi casa se puso complicada, además tengo dos hermanos más chicos.
A los 20 años hubiese querido estudiar, pero la necesidad de trabajar en ese
momento truncó esa parte de mi vida, la del estudio universitario”. Aquella
jovencita cargó con la mochila de toda una familia en su espalda, consiguió
trabajo y fue un sostén fundamental para los Castaldi. Tati la peleó en años
donde el país comenzaba a navegar por la desocupación y la hiperinflación. “Era
muy difícil conseguir un trabajo en esa época de Alfonsín, en los años 87, 88,
hasta que a través de un amigo conseguí un trabajo en una casa de fotos; me
enamoré de la fotografía, trabajé siempre en ese lugar y hasta llegué a ser
gerente de una sucursal”.
Antes de llegar a esa primera gran batalla que le dio la
vida, Tati tiene los mejores recuerdos de su infancia y adolescencia. Entre
tantas imágenes que guarda su memoria, las escenas deportivas siempre tienen un
álbum privilegiado. “Desde chica fui amante del deporte, es más, siempre quise
vestir la celeste y blanca. Jugué al voley muchos años, me encantaba, y cuando
ya era más grande, a los 28 empecé a jugar al hockey. Ya era una etapa más
liberada de mi vida, pero además siempre iba al gimnasio y también hacía un
poco de natación, pero siempre me gustó el deporte en equipo”.
vida, Tati tiene los mejores recuerdos de su infancia y adolescencia. Entre
tantas imágenes que guarda su memoria, las escenas deportivas siempre tienen un
álbum privilegiado. “Desde chica fui amante del deporte, es más, siempre quise
vestir la celeste y blanca. Jugué al voley muchos años, me encantaba, y cuando
ya era más grande, a los 28 empecé a jugar al hockey. Ya era una etapa más
liberada de mi vida, pero además siempre iba al gimnasio y también hacía un
poco de natación, pero siempre me gustó el deporte en equipo”.
“Tati” jugó diez años al hockey, hasta que tuvo un accidente a los 39 años. En marzo se recibió de locutora y ahora va por la Copa América.
Cuando Tati disfrutaba a pleno del deporte, la vida le
presentó la segunda y más dura de todas las batallas. “Jugué diez años al
jockey, hasta que tuve el accidente de tránsito a los 39 años (julio de 2006).
Íbamos en el auto con dos amigas a jugar al hockey en Franck, por la ruta 6”,
recuerda. “Yo iba atrás sin el cinturón de seguridad y de repente el auto
agarró un pozo, golpeó en las ondulaciones que forman los camiones en el
asfalto, la chica que manejaba perdió el control, nos cruzamos de carril,
derrapamos, caímos en una cuneta que estaba vacía, dimos contra una
alcantarilla y comenzamos a dar tumbos en vertical. El auto salió hacia un
alambrado y salí despedida hacia un campo, mis amigas quedaron en el auto y yo
me quebré la columna. A partir del derrape, donde casi nos matamos contra un
árbol de eucalipto, no recuerdo más nada, solamente recuerdo cuando me
desperté, que fue la peor sensación que tuve en mi vida, porque sólo sentía la
cabeza, del cuello para abajo no sentía nada”.
presentó la segunda y más dura de todas las batallas. “Jugué diez años al
jockey, hasta que tuve el accidente de tránsito a los 39 años (julio de 2006).
Íbamos en el auto con dos amigas a jugar al hockey en Franck, por la ruta 6”,
recuerda. “Yo iba atrás sin el cinturón de seguridad y de repente el auto
agarró un pozo, golpeó en las ondulaciones que forman los camiones en el
asfalto, la chica que manejaba perdió el control, nos cruzamos de carril,
derrapamos, caímos en una cuneta que estaba vacía, dimos contra una
alcantarilla y comenzamos a dar tumbos en vertical. El auto salió hacia un
alambrado y salí despedida hacia un campo, mis amigas quedaron en el auto y yo
me quebré la columna. A partir del derrape, donde casi nos matamos contra un
árbol de eucalipto, no recuerdo más nada, solamente recuerdo cuando me
desperté, que fue la peor sensación que tuve en mi vida, porque sólo sentía la
cabeza, del cuello para abajo no sentía nada”.
En el detallado relato contó que al llegar a Franck le
hicieron las primeras radiografías y que ahí ya se observaba que la quebradura
de columna había sido muy importante y que se veía un desplazamiento medular,
“en realidad yo tuve corte medular, por eso perdí toda sensibilidad de la
cintura para abajo y quedé con una paraplejía”. Luego llegaron algunas
operaciones complejas, sin embargo Tati subrayó que “gracias a Dios no tuve
ningún golpe en la cabeza, nada que me haya provocado algo delicado a nivel
psíquico”.
hicieron las primeras radiografías y que ahí ya se observaba que la quebradura
de columna había sido muy importante y que se veía un desplazamiento medular,
“en realidad yo tuve corte medular, por eso perdí toda sensibilidad de la
cintura para abajo y quedé con una paraplejía”. Luego llegaron algunas
operaciones complejas, sin embargo Tati subrayó que “gracias a Dios no tuve
ningún golpe en la cabeza, nada que me haya provocado algo delicado a nivel
psíquico”.
Luego llegaron las palabras prótesis, andadores, internación
por dos meses en la Clínica
de Nefrología, seis meses en el Vera Candioti y como si esto fuese poco, dos
años de rehabilitación ambulatoria. “En el interior sabes que algo muy malo
pasa, pero al principio lo negás, sentía en mi cabeza que algo estaba fallando,
que el cuerpo de alguna forma estaba desconectado. Después te das cuenta de que
por más recuperación y rehabilitación las cosas no funcionan y, de a poquito,
empezás a vivir de nuevo desde cero. Y también empecé de cero con mi vida
laboral, me costó, pero tomé la decisión de jubilarme para empezar hacer cosas
que tenía ganas de hacer”.
por dos meses en la Clínica
de Nefrología, seis meses en el Vera Candioti y como si esto fuese poco, dos
años de rehabilitación ambulatoria. “En el interior sabes que algo muy malo
pasa, pero al principio lo negás, sentía en mi cabeza que algo estaba fallando,
que el cuerpo de alguna forma estaba desconectado. Después te das cuenta de que
por más recuperación y rehabilitación las cosas no funcionan y, de a poquito,
empezás a vivir de nuevo desde cero. Y también empecé de cero con mi vida
laboral, me costó, pero tomé la decisión de jubilarme para empezar hacer cosas
que tenía ganas de hacer”.
En su “nueva vida”, el vínculo con el deporte llegó a través
del remo, aunque previamente, cuando estaba en el Vera Candioti, había recibido
una invitación para jugar al básquet en Cilsa. “La rechacé porque no me gustaba
y después me invitaron para ir a remar en la Escuela Tupá, me
enganché y me di cuenta que me encantaba el remo, pero me faltaba la
comunicación con mis compañeros, el equipo”. Además, Tati hizo natación como
parte de la recuperación, “pero también me pasaba lo mismo, no sirvo para los
deportes individuales”. Hasta que un día la volvieron a invitar a jugar al
básquet, y esa segunda oferta no la rechazó.
del remo, aunque previamente, cuando estaba en el Vera Candioti, había recibido
una invitación para jugar al básquet en Cilsa. “La rechacé porque no me gustaba
y después me invitaron para ir a remar en la Escuela Tupá, me
enganché y me di cuenta que me encantaba el remo, pero me faltaba la
comunicación con mis compañeros, el equipo”. Además, Tati hizo natación como
parte de la recuperación, “pero también me pasaba lo mismo, no sirvo para los
deportes individuales”. Hasta que un día la volvieron a invitar a jugar al
básquet, y esa segunda oferta no la rechazó.
Juega desde comienzos de 2011 y hoy es una apasionada del
deporte de la americana. “Empecé a jugar y me encantó, por el deporte en sí y
por el grupo que se formó”. Las ganas, la pasión, el entrenamiento y el gusto
por este deporte la llevó a cumplir con el deseo que tuvo desde chica, jugar
con la camiseta argentina. “En febrero de 2012 el nuevo cuerpo técnico de la
selección nacional hizo una convocatoria de algo más de 60 jugadoras de todo el
país, la preselección de a poco se fue achicando, pero a mí me convocaban
siempre. Ahora, llegó el momento en que me convocaron para jugar en la Copa América de
Guatemala, clasificatoria para el Mundial de 2014”. El pasado 31 de mayo,
Maximiliano Mainardi (DT) terminó de confeccionar la lista de 12 jugadoras que
representarán al básquet femenino argentino sobre sillas de rueda en el torneo
que se desarrollará del sábado 27 de julio al domingo 4 de agosto en Guatemala,
y repartirá tres plazas para el Mundial de Toronto 2014. Además de Castaldi,
otras tres integrantes pertenecen a Cilsa Santa Fe: Mariana Capdeville, Silvia
Linari y Adriana Motura. “Después de enterarnos de la citación, las cuatro
lloramos de emoción durante una semana”. Y volvió a destacar: “Cumplí el gran
sueño de mi vida, ya desde que entré por primera vez al CeNARD (Centro Nacional
de Alto Rendimiento Deportivo)”.
deporte de la americana. “Empecé a jugar y me encantó, por el deporte en sí y
por el grupo que se formó”. Las ganas, la pasión, el entrenamiento y el gusto
por este deporte la llevó a cumplir con el deseo que tuvo desde chica, jugar
con la camiseta argentina. “En febrero de 2012 el nuevo cuerpo técnico de la
selección nacional hizo una convocatoria de algo más de 60 jugadoras de todo el
país, la preselección de a poco se fue achicando, pero a mí me convocaban
siempre. Ahora, llegó el momento en que me convocaron para jugar en la Copa América de
Guatemala, clasificatoria para el Mundial de 2014”. El pasado 31 de mayo,
Maximiliano Mainardi (DT) terminó de confeccionar la lista de 12 jugadoras que
representarán al básquet femenino argentino sobre sillas de rueda en el torneo
que se desarrollará del sábado 27 de julio al domingo 4 de agosto en Guatemala,
y repartirá tres plazas para el Mundial de Toronto 2014. Además de Castaldi,
otras tres integrantes pertenecen a Cilsa Santa Fe: Mariana Capdeville, Silvia
Linari y Adriana Motura. “Después de enterarnos de la citación, las cuatro
lloramos de emoción durante una semana”. Y volvió a destacar: “Cumplí el gran
sueño de mi vida, ya desde que entré por primera vez al CeNARD (Centro Nacional
de Alto Rendimiento Deportivo)”.
Tati, la basquetbolista, además de la práctica deportiva y
la rehabilitación, estudió y se recibió en marzo de este año de Locutora
Nacional. Tiene otro deseo: “trabajar en una radio”. ¿Alguien duda que podrá
lograrlo?
la rehabilitación, estudió y se recibió en marzo de este año de Locutora
Nacional. Tiene otro deseo: “trabajar en una radio”. ¿Alguien duda que podrá
lograrlo?
Publicada en Pausa #117, miércoles 17 de julio de 2013
Disponible en los siguientes kioscos:
http://goo.gl/maps/rf9f1
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