Afirma Pipo Pescador que “el viajar es un placer”. Lito Nebbia, por su parte, dice que “viajando se fortalece el corazón”. A mí me gustaría creerles, pero evidentemente estas canciones son viejas como el cuento de la buena pipa y han quedado más desactualizadas que los Thundercats: si hoy Pipo y Lito salieran a una ruta argentina, y en colectivo, seguro harían covers de los Beatles en vez de volver a cantar esas letras.
Sucede que ni las rutas, ni los medios de transporte, habilitan a sentir placer cada vez que uno viaja…
Es vox populi el estado calamitoso de los trenes en Buenos Aires… hace no más de un mes se ha cobrado 3 muertos que se suman a los 52 del año pasado, junto a unos 315 heridos más. Pero no nos vayamos tan lejos.
Viajar de acá a Rosario, ya sea en auto o colectivo, puede ser muy estresante… y hacerlo por autopista privatizada o Ruta Nacional no difiere en mucho: ambas están destruidas. La autopista hace como 10 años que está en reparación, mal señalizada, con pocos teléfonos de auxilio que funcionen correctamente, sembrado en las banquinas y a un costo de peaje escandaloso. Si, en cambio, elige llegar hasta la cuna de la bandera por la RN11, tenga a mano la cámara de fotos porque pasando por Timbúes va a tener un primer plano de la superficie lunar… cráteres incluidos.
Y los casos mencionados no son ejemplos aislados. Viajo semanalmente por la provincia de Entre Ríos y las rutas están peores que acá, a pesar de que el gobernador Urribarri exhorte a sus coterráneos a “avanzar tranquilos”. Yo considero que la gestión que abandona las rutas no cuida la vida de los ciudadanos, o sea, no cumple con su deber político y civil: abandona, pues, a sus ciudadanos.
Si bien no todos los accidentes tienen como causa el mal estado de las rutas, según estadísticas de la ONG “Luchemos por la vida”, en 2012 murieron 7.485 personas en accidentes de tránsito. Santa Fe es la segunda provincia en víctimas fatales, con casi el 10% del total (652 muertes), detrás de Buenos Aires. Entre Ríos está octava en este deshonroso ranking (295 fallecidos). Y esto, lamentablemente, tampoco es un notición: a nadie sorprenden estas estadísticas.
Pero –y voy llegando adonde quería llegar– hay otra cosa más que no nos sorprende en relación al transporte. La semana pasada casi hubo un nuevo paro de colectivos de larga distancia en (justo) reclamo por el aumento salarial acordado en paritaria y que las empresas no cumplieron. La medida estaba anunciada para el viernes. Afortunadamente, los colectiveros no pararon porque horas antes el problema fue resuelto. Y cuando digo afortunadamente, soy irónico. Y cuando digo “el problema fue resuelto” quiero decir “una vez más los usuarios le resolvimos el problema a las empresas”. ¿Cómo financiaron el aumento las empresas? Aumentando un 15 % el costo del pasaje. Y ni un “gracias” nos dijeron.
Llego a estos renglones y me doy cuenta lo cansado, podrido, harto que estoy de que siempre, pero siempre, estos conflictos salariales se solucionen a costa de la guita del usuario… Pero más podrido estoy de que quienes reclaman por aumento no se quejen de eso; les importe un pito de dónde sale la plata y celebren “el logro”, mientras los magnates (porque son magnates) de los monopolios (porque son monopolios) del transporte ni se enteran de la cuestión porque no la pagan de sus bolsillos. Y también estoy cansado de esos sindicatos, que no se acuerdan del estado de las rutas, de las condiciones en las que trabajan sus agremiados ni, obvio, de los riesgos que asume el usuario.
Y esto, tristemente, también está naturalizado: sea en el rubro que sea, en la situación que sea (piense en cómo se putea a los telemárketer de telefonía celular cuando se ponen la camiseta de la empresa para cuidar un salario miserable), es el pobre bancando o peleándose con el pobre. Yo despotricando contra el empleado que se calla de manera cómplice para que le aumenten el sueldo poniéndose del lado del empresario; del mismo empresario que les niega el aumento y que cuando el empleado no le sirva más lo va a echar. El mismo que arregla con los sindicatos para que dejen de armar quilombo y coimea a quien sea para seguir sin reinvertir, acumulando guita que da calambre, y usted, el chofer y yo que se la arreglen entre ellos.
En resumen, la triste historia de la sartén sin mango contra la sartén sin mango… y los mangos en los bolsillos de quienes viajan en avión privado por nubes bien señalizadas, donde el viajar sí es un placer.
Excelente, excelentísimo analisis de la situación... el poco interés social de las empresas que dominan a la red de transporte (cada vez menos empresas abarcan la totalidad de los servicios) e intervienen por lo tanto en la administración del dinero púbico en mantenimiento y administración de la red caminera, son un factor fundamental en el badén decadente de nuestro transporte, que viene en picada y debilitando sus bases desde hace casi tres décadas.