Por Licenciado Ramiro
Resulta que con un amigo nos encontrábamos en un antro de expendio de alcohol, cuando de golpe suena una versión chillout (pésima) de “Another Brick in the Wall”. Muchos y muchas de las presentes celebraron el cover sin, al parecer, haberse horrorizado. ¿Cómo puede ser que nadie haya notado semejante falta de respeto a una de las más grandes obras de la música del siglo XX? Con mi amigo nos mirábamos desconcertados.
No se trata acá de una defensa de la tradición, ni de un “pasado que siempre fue mejor”. Se trata de reconocer una obra, una excelente obra única e irrepetible, que no tiene que ser reversionada porque sí, o porque hay que actualizarse. Porque no sólo se descontextualiza la obra y le hacemos perder sentido y significado sino que, además, se la convierte en una vacía mercancía como cualquier otra, indiferenciándola en una góndola de hits veraniegos. Y si alguien sospecha que en realidad se está homenajeando al original… la mejor forma de hacerlo es, en este caso, escuchando la canción en cuestión.
Por algo a los clásicos se los llama clásicos. Uno debería prestarles atención para aprender cómo sí y cómo no se hacen las cosas. No para imitar, no para apegarse dogmáticamente a un modelo, pero sí para aprender cómo se puede ser original y virtuoso. Además, son contadas con los dedos de una mano (e incluso, con menos dedos de los que una mano tiene) las ocasiones en las que una ‘remake’ ha sido tan buena como su negativo; o las veces que una segunda, tercera o cuarta parte ha superado a su ascendiente. Y ni hablemos de las “precuelas”.
Hagamos un repaso de algunos de los fracasos más altisonantes de la industria. Por supuesto, sabemos que la lista es mucho más amplia, pero el completarla se lo dejo a su imaginación.
1.- La Pantera Rosa (la película y el dibujo animado)
Steve Martin no es Peter Sellers, por favor. Todo bien con el canoso; me ha hecho reír, me cae simpático y ha hecho un gran trabajo en esa película en la que tiene una mujer viviendo adentro de su cuerpo… Pero Inspector Clouseau hubo, hay y habrá uno solo: el desaparecido Peter Sellers. Por otro lado, Jean Reno es un gran actor, y es una injusticia que siempre lo convoquen para el franchute secundario. Pero en lo que a la Pantera Rosa se refiere hay algo muchísimo más grave: en la versión noventosa del dibujo animado, el animalito… ¡habla! Es más o menos como que produzcan una nueva versión del Correcaminos y el escurridizo pajarraco haga “¡Cuac, Cuac!” ¿Va a ser lo mismo? ¡No! ¡Pierde la gracia señores!
2.- Superagente 86
¿Cuál es la gracia, en la era del teléfono celular, de reversionar un personaje que se comunicaba con sus compañeros mediante un zapato telefónico? O sea, hicieron la película de un agente que menos secreto no puede ser, ¡porque lo sacaron de contexto, ante la urgencia de “hacer algo” por la falta de ideas! Además, y acá me pongo firme, nunca jamás el 99 le va a caer tan bien a alguien como a Barbara Feldon y ese extremadamente seductor flequillo carré.
3.- Indiana Jones IV
La filosofía hegeliana sentencia que la historia es una tríada conformada por una tesis, una antítesis y una síntesis… Quien entienda algo de la historia de la filosofía, sabe con Marx que Hegel es el punto culminante de la misma. George Lucas y Steven Spielberg parecían hegelianos de izquierda hasta que hace un par de años quisieron superar la síntesis (y aumentar un poco más sus cuentas bancarias) e hicieron la cuarta parte de la saga del arqueólogo domador de leones. ¿Era necesario tener que ver a Indy moviéndose entre sombras, porque Harrison Ford ya no puede andar haciendo piruetas como si fuera un pendex? Además, ¿por qué Sean Connery aparece como si se hubiera muerto e Indy esquiva las balas, si en la tercera parte habían bebido del Cáliz de Jesús la mismísima inmortalidad?
4.- Los Bañeros más Locos del Mundo y La Brigada Z
Si de hitos se trata, la saga de la Brigada Z está sin dudas en el Top 3 de las bizarreadas más grandes del cine argentino. Cuatro inútiles pelapapas, una policía vedetona y un hippie pulgoso hicieron delirar a toda una generación de niños y adolescentes argentinos que hoy, ya adultos, añoran y recuerdan con una carcajada escenas clásicas de este grupo de cabos amigos. “¿Quién es el más inteligente y lindo de la Brigada?”, “Este auto está lleno de monstruos”, “Hoy no es un buen día para dejar de fumar”, “Margariiiiiiita”, “Emiliooooooooo”, “Para las motitos un poco de aceitito”, son algunas de las frases de esta saga, obligadas en cualquier charla sobre el absurdo argentino con la cortina musical de las películas de fondo. La era de la culocracia hizo que a alguien se le ocurriera pensar que un par de exagerados pechos, un poco de arena y la troupe Tinelli eran capaces, por sí solos, de hacer un filme… y bueh, así estamos.
Después de este frenético y furioso descargo, ¿qué nos queda esperar? ¿La Noticia Rebelde conducida por Pachu Peña, Gonzalito, Freddy Villareal, Rozín y Martín Ciccioli riéndose de la adicción de Ricardo Fort a los medios de comunicación y de “La Guerra de las Plumas”?
Publicada en Pausa #118, miércoles 31 de julio de 2013
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