Reutemann declaró por escrito en la Causa Inundación 2003. Y en Tribunales hubo un desfile de técnicos y funcionarios que vivieron desde adentro del Estado los días de furia.
Continuaron las audiencias en el proceso penal contra el ex intendente Marcelo Álvarez, el ex ministro de Obras Públicas Públicas Edgardo Berli y el ex director provincial de Hidráulica Ricardo Fratti, quienes están acusados de estrago culposo agravado por la muerte de 18 personas. Las estrategias comienzan a dejarse entrever: la defensa de Berli parece querer responsabilizar de la ineptitud oficial al Instituto Nacional del Agua (INA) y los abogados de Fratti estarían buscando demostrar que el ex funcionario de cuarta línea sí avisó lo que estaba ocurriendo aquel trágico 29 de abril de 2003. Los argumentos de Álvarez son aún un misterio; no llamó a ningún testigo.
El ex gobernador Carlos Reutemann, quien no se encuentra imputado, ya respondió por escrito a las requisitorias de los abogados del actor civil, pero su declaración aun no trascendió.
El perito que faltaba
En 2004, la Justicia santafesina designó a tres peritos, que presentaron un informe un año después. Dos de ellos (Jorge Daniel Bacchiega y Jorge Adolfo Maza) ya prestaron declaración en esta etapa de la causa (ver Pausa #117).
Restaba Juan Carlos Bertoni, quien fue igual de contundente. “Al momento del ingreso de agua al recinto urbano, existían elementos técnicos que hubiesen permitido estimar hacia dónde se podría llegar a trasladar. Sin embargo, la inexistencia de un Plan de Contingencia que desde la máxima autoridad asignara roles claros a instituciones definidas, dificultó esas estimaciones técnicas”.
Consultado por Néstor Oroño, abogado de Berli, sobre las competencias del INA, Bertoni respondió que ese organismo “realizaba el pronóstico de crecidas sobre los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay pero no sobre el Salado”, y que “en oportunidad de desarrollarse la crecida de marzo-abril 2003, no existía un sistema de alerta temprana”. Ante las insistentes consultas de Oroño, Bertoni fue tajante: “en 2003 no existía sobre la cuenca del Río Salado santafesina, un organismo al cual hubiera sido asignado la responsabilidad concreta de realizar lo que se entiende como un pronóstico de crecidas en tiempo real”.
Los funcionarios
También declaró Carlos Ubaldo Paoli, quien en 2003 fuera el director regional del INA, y Raúl Omar Jonas, quien participó en todo el proceso desde adentro: en 1991 era empleado de la Dirección Provincial de Obras Hidráulicas (DPOH), luego fue contratado por la Dirección Provincial de Vialidad (DPV) y después fue secretario de Recursos Hídricos de la Municipalidad entre 1995 y 1999. Una de sus tareas: supervisor hidráulico del Tramo I de la Circunvalación Oeste.
Paoli ratificó que INA no tenía un sistema de monitoreo en el Salado y apuntó al puente de la autopista: “era insuficiente, me refiero a la luz, aún para crecidas menores a la del 2003, lo cual había sido informado por el Instituto en un estudio que en el año 1998 había efectuado para la empresa AUFE”. Acto seguido, señaló cómo esa luz insuficiente produjo una “elevación del nivel del agua que superaba los 60/70 cm. Y esto a su vez produjo la erosión del estribo de margen derecha”.
Sobre el proyecto de la Circunvalación Oeste, Jonás señaló que “se nos instruyó para que hagamos dos tramos, cerrando el segundo a la altura de calle Gorostiaga y dejando explícitamente en claro que era un cierre provisorio y que para crecidas de determinada magnitud debía realizarse un cierre provisorio en ese sector”. La obra quedaba incompleta “por instrucción de superiores, debido a que los fondos económicos no alcanzaban”.
Jonas recordó la Nota 190, que presentara el 6 de septiembre de 1996 como secretario de Asuntos Hídricos de la Municipalidad y que fuera remitida al administrador general de la DPV, Claudio Tibaldo. La nota alertaba que la falta de cierre comprometía no sólo la obra de la Circunvalación, sino la ciudad toda. Jonás justificó la afirmación en algo muy simple: el conocimiento de los “niveles topográficos del terreno”.
Los informantes
Declararon también varios ingenieros que revistaban en la DPOH en 2003. Silvina Evelyn Tomei sintetizó cómo era la división de tareas en el Estado: “La obra del oeste de la ciudad se licitó como una obra vial a la cual se le adicionó una obra de defensa financiada por un crédito internacional y ese proyecto y obra se ejecutó a través de la DPV”; “En otras palabras, del oeste se ocupaba en la ciudad de Santa Fe Vialidad y
del este Hidráulica”.
del este Hidráulica”.
Tomei tiene conocimiento de una reunión el 28 abril en la zona del Hipódromo, a la que van sus compañeros de trabajo para ver “que el agua comenzó a entrar, luego van a la tarde conmigo y me comentan sobre la situación y ya se empezó a elaborar el plano, a buscar información secundaria ya elaborada. En concreto, el agua estaba entrando y se sabía que el pico no había llegado, entonces a la tarde se empezó con la idea de marcar hasta donde podía llegar el agua en el plano. Un detalle no menor: se decide instalar una escala de medición en la ciudad de Santa Fe, en calle Gorriti y Furlong, y se contacta a un vecino que nos informaba permanentemente lo que pasaba en la ciudad. Con esos datos y otros de la localidad de Emilia, se informa que en dos días el agua llegaría a Santa Fe. A media mañana del día martes 29 de abril se confecciona el plano y se le entrega al ingeniero Fratti, para que rápidamente informe a la superioridad”.
El 30 de abril a las 9.00, aproximadamente, Tomei le explicó directamente a Reutemann, junto a su compañera Verónica Bertone, “el tema de los cortes, que el agua quedaba retenida” en la ciudad. Todavía no se habían dispuesto las voladuras por las que escurriría el agua. Luego, Reutemann “intenta comunicarse con Fratti” y da con el “director de Vialidad D’Ambrosio, que estaba en el Comité de Crisis”. Entonces, ella “también le explico el tema a D’Ambrosio”.
Otro informante interno es Sandra Beatriz Perezlindo, que era “proyectista”, “personal operativo en los aspectos estrictamente ingenieriles” en la DPOH. Ella, junto al ingeniero Carlos Ferreira, elaboró el mapa donde se marcó hasta dónde llegaría el agua: “hicimos un original que entregamos a Fratti y luego, con más serenidad, trazamos nuevamente las líneas y se confeccionaron tres o cuatro planos idénticos al primero”.
“Antes de las 11 de la mañana” del 29 de abril “le entregamos el plano porque a esa hora estaba prevista una reunión del Comité de Emergencia Hídrica”.
Finalmente, Carlos Gustavo Ferreira. También era un ingeniero de la DPOH en 2003: jefe de Estudios y Proyectos. Y dijo que asistió junto a Fratti, su jefe, y los ingenieros Gandolfo y Zonta a una reunión del Comité de Emergencia Hídrica.
“El comité era presidido por el Ingeniero Berli, que estaba en la reunión. Había autoridades de distintos organismos”, señaló. “Gente de la Municipalidad de Santa Fe, recuerdo que estaba personal del Ejército, y de otros organismos del Estado Provincial”. “Particularmente lo que nosotros informamos como organismo era el resultado de datos que habíamos recabado esa misma mañana en función de la crecida del Río Salado. La altura del río en la estación de Ruta 70 era de 7,48 metros, algo así, e informamos que es el máximo histórico registrado hasta ese momento en ese lugar. Y por otras informaciones teníamos el dato de que el
pico estaba pasando a la altura de la localidad de Emilia y estimábamos que el pico de la crecida llegaría a la ciudad de Santa Fe” el 30 de abril. “En el acta figura que lo informa Fratti, pero él me pasa la palabra a mí y fui yo quien dio ese informe en forma verbal”.
pico estaba pasando a la altura de la localidad de Emilia y estimábamos que el pico de la crecida llegaría a la ciudad de Santa Fe” el 30 de abril. “En el acta figura que lo informa Fratti, pero él me pasa la palabra a mí y fui yo quien dio ese informe en forma verbal”.
Respeto de la Circunvalación, Ferreira fue tajante: “Había una pared vertical de hormigón donde terminaba el tramo II. Eso no era una defensa. Existe un error de proyecto que puede verse en un plano del año 1994, donde se observa el nivel de la crecida de diseño y abruptamente en una pared de hormigón termina el terraplén. El inicio del desastre se produce cuando estos caudales que entraban por ahí erosionan esa pantalla y destruyen 150 metros de terraplén. Entonces el caudal que ingresaba el domingo y el lunes, que era de alrededor de 15 m3 por segundo, pasa a ser de 700 m3 aproximadamente el martes a las 8,30 horas. Esto genera la inundación violenta de los barrios del oeste, de norte a sur siendo los mas perjudicados los cercanos al barrio Centenario y Chalet, donde con posteriores estudios se puede demostrar que en 20 horas el agua ascendió 4 metros. La conjunción de las dos cuestiones, una crecida extraordinaria en primer lugar, y la rotura del terraplén en segundo lugar, fueron los causantes principales del desastre”.
Publicada en Pausa #118, miércoles 31 de julio de 2013
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