Por Licenciado Ramiro
A raíz de la columna pasada –en la que confesé toda mi
inutilidad en relación al gremio de la construcción y de los ferreteros–, he
llegado a la conclusión siguiente: soy el masculino con menos masculinidad del
planeta. Sí, eso. Y lo peor es que siquiera puedo recordar si la perdí o,
directamente, nunca la cultivé. ¿Y cómo me di cuenta? Sencillo: autogenealogía
introspectiva.
inutilidad en relación al gremio de la construcción y de los ferreteros–, he
llegado a la conclusión siguiente: soy el masculino con menos masculinidad del
planeta. Sí, eso. Y lo peor es que siquiera puedo recordar si la perdí o,
directamente, nunca la cultivé. ¿Y cómo me di cuenta? Sencillo: autogenealogía
introspectiva.
No sé muy bien por qué, el otro día un amigo me pregunta sin
preámbulos: “¿Vos sabés hacer asado?”. Mi respuesta fue “No, pero soy un
excelente prendedor de fuego. Incluso, no necesito ni alcohol ni nafta para
hacerlo.” Mi amigo, incrédulo, insistió: “¿Nada más?” Y ahí sí, lo mío ya fue
definitivo: “Hamburguesas sí sé hacer. Pero si tengo que hacerte un asado lo
hago al horno que me sale rico.” Y bueno, aparentemente hacer un asado en el
horno es más o menos como fajarla a la madre, para un macho argento hecho y
derecho… Y yo eso no lo sabía. Pista número uno de mi falta de masculinidad.
preámbulos: “¿Vos sabés hacer asado?”. Mi respuesta fue “No, pero soy un
excelente prendedor de fuego. Incluso, no necesito ni alcohol ni nafta para
hacerlo.” Mi amigo, incrédulo, insistió: “¿Nada más?” Y ahí sí, lo mío ya fue
definitivo: “Hamburguesas sí sé hacer. Pero si tengo que hacerte un asado lo
hago al horno que me sale rico.” Y bueno, aparentemente hacer un asado en el
horno es más o menos como fajarla a la madre, para un macho argento hecho y
derecho… Y yo eso no lo sabía. Pista número uno de mi falta de masculinidad.
Si no sé cuál es la diferencia entre un tornillo y un clavo,
se imaginarán que menos que menos voy a saber diferenciar las partes del motor
de un auto cada vez que le abro el capó. De hecho, si me dicen caballos de
fuerza o cilindros, a mí lo que se me viene a la cabeza es una carrera de turf
o un cucurucho de helado de menta granizada (que, encima, es mi gusto favorito…
porque es bien fresco). O sea, ni me pregunten cómo se le cambia una rueda
pinchada a un auto, porque yo soy el típico que cuando le pasa eso llama a la
grúa del seguro. Aunque, lo admito, eso sí me da un poco de cosita. Durante un
año viajé semanalmente en el auto a Entre Ríos, y siempre, antes de salir, le
pedía a todos los santos que por favor no se me pinchara una goma porque apesta
la señal de celular en las rutas urribarristas y eso significaba quedarme a
vivir entre Nogoyá y XX de septiembre (sí, hay un pueblo que se llama así).
se imaginarán que menos que menos voy a saber diferenciar las partes del motor
de un auto cada vez que le abro el capó. De hecho, si me dicen caballos de
fuerza o cilindros, a mí lo que se me viene a la cabeza es una carrera de turf
o un cucurucho de helado de menta granizada (que, encima, es mi gusto favorito…
porque es bien fresco). O sea, ni me pregunten cómo se le cambia una rueda
pinchada a un auto, porque yo soy el típico que cuando le pasa eso llama a la
grúa del seguro. Aunque, lo admito, eso sí me da un poco de cosita. Durante un
año viajé semanalmente en el auto a Entre Ríos, y siempre, antes de salir, le
pedía a todos los santos que por favor no se me pinchara una goma porque apesta
la señal de celular en las rutas urribarristas y eso significaba quedarme a
vivir entre Nogoyá y XX de septiembre (sí, hay un pueblo que se llama así).
Hago asados en el horno y no sé nada de fierros… pero
todavía hay más.
todavía hay más.
Me encanta el fútbol. Sobre todo jugarlo. No soy de mirar
muchos partidos, aunque tengo un equipo al que sigo (soy hincha) y simpatizo
por otros tantos. Pero no soy fanático y si el equipo “enemigo” al mío gana, me
pongo contento si lo hizo jugando bien. También, el otro día mi viejo me
preguntó si iba a ver el partido de Argentina… Yo ni sabía que jugaba Argentina
y, entonces, ahí me la mandé mal. Le pregunté: “¿Juega Messi?”; y como me dijo
que no, inmediatamente le respondí: “Ah, entonces no me importa”…
muchos partidos, aunque tengo un equipo al que sigo (soy hincha) y simpatizo
por otros tantos. Pero no soy fanático y si el equipo “enemigo” al mío gana, me
pongo contento si lo hizo jugando bien. También, el otro día mi viejo me
preguntó si iba a ver el partido de Argentina… Yo ni sabía que jugaba Argentina
y, entonces, ahí me la mandé mal. Le pregunté: “¿Juega Messi?”; y como me dijo
que no, inmediatamente le respondí: “Ah, entonces no me importa”…
Lo voy a decir rápidamente: no sé escupir. No me sale. Si
quisiera hacerlo seguro me termino ensuciando la remera o escupiendo la
zapatilla. Nunca en mi vida escupí y eso se debe, creo, a que la primera vez
que lo intenté fue con mi papá, a los 3
años. Yo andaba resfriado y, obvio, me tragaba los mocos. En el Puente
Carretero, yendo para mi casa en Santo Tomé, mi viejo me dijo: “Cuando tengas
mocos, escupilos”, y me enseñó cómo hacerlo. Claro, yo quise seguir el ejemplo
y lo hice… pero él nunca me avisó que tenía que hacerlo afuera del auto y le
terminé llenando de mocos la palanca de cambios de su inmaculado Peugeot 504.
Me comí tal reto que quedé traumado para siempre y nunca pude escupir. Y ese,
además, es mi único recuerdo nítido y real de mi infancia santotomesina.
quisiera hacerlo seguro me termino ensuciando la remera o escupiendo la
zapatilla. Nunca en mi vida escupí y eso se debe, creo, a que la primera vez
que lo intenté fue con mi papá, a los 3
años. Yo andaba resfriado y, obvio, me tragaba los mocos. En el Puente
Carretero, yendo para mi casa en Santo Tomé, mi viejo me dijo: “Cuando tengas
mocos, escupilos”, y me enseñó cómo hacerlo. Claro, yo quise seguir el ejemplo
y lo hice… pero él nunca me avisó que tenía que hacerlo afuera del auto y le
terminé llenando de mocos la palanca de cambios de su inmaculado Peugeot 504.
Me comí tal reto que quedé traumado para siempre y nunca pude escupir. Y ese,
además, es mi único recuerdo nítido y real de mi infancia santotomesina.
Hay un indicio más. No me hace sentir orgulloso. Estuve a
punto de no confesarlo. Pero lo voy a hacer porque yo sé que hay otros varones
que también lo hacen. Orino sentado. Sí, y me encanta. Es supercómodo, no mojo
los bordes del inodoro y no corro riesgo de mojarme a mí mismo. Esto tiene una
explicación. Mi tabla no queda levantada, y entonces es muy incómodo andar
sosteniendo con una mano la tabla, con la otra… bueno, y encima embocarle al
agujero. Me siento y listo. Además, de noche me levanto con ganas de orinar,
dormido, ni prendo la luz… Me siento y chau pinela. Prueben, machos…
punto de no confesarlo. Pero lo voy a hacer porque yo sé que hay otros varones
que también lo hacen. Orino sentado. Sí, y me encanta. Es supercómodo, no mojo
los bordes del inodoro y no corro riesgo de mojarme a mí mismo. Esto tiene una
explicación. Mi tabla no queda levantada, y entonces es muy incómodo andar
sosteniendo con una mano la tabla, con la otra… bueno, y encima embocarle al
agujero. Me siento y listo. Además, de noche me levanto con ganas de orinar,
dormido, ni prendo la luz… Me siento y chau pinela. Prueben, machos…
Tengo todavía más para confesar, pero no hay espacio para
hacerlo ahora. En resumen, Ricardo Iorio sentiría pena por mí; de seguro que su
chacarera titulada “Moraleja” no se inspiró en varones como yo… La masculinidad
convive con la femeneidad en cada uno de nosotros y nosotras. La sociedad, la
familia, la iglesia, los medios de comunicación, te enseñan cómo reprimir una
de las dos de acuerdo al género al que pertenecés… evidentemente, conmigo estas
instituciones no tuvieron éxito. Y menos mal, porque si lo hubiesen tenido me
quedaría con las ganas de escupirles la cara… Simplemente por no ser macho y
argentino, ¡carajo!
hacerlo ahora. En resumen, Ricardo Iorio sentiría pena por mí; de seguro que su
chacarera titulada “Moraleja” no se inspiró en varones como yo… La masculinidad
convive con la femeneidad en cada uno de nosotros y nosotras. La sociedad, la
familia, la iglesia, los medios de comunicación, te enseñan cómo reprimir una
de las dos de acuerdo al género al que pertenecés… evidentemente, conmigo estas
instituciones no tuvieron éxito. Y menos mal, porque si lo hubiesen tenido me
quedaría con las ganas de escupirles la cara… Simplemente por no ser macho y
argentino, ¡carajo!
Publicada en Pausa #126, miércoles 20 de noviembre de 2013
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