Desesperados por la violencia

Quienes trabajan en los centros de salud de los barrios más
pobres advierten que el Estado los deja abandonados a su suerte: falta de
recursos y desamparo frente al delito.
Personal insuficiente y trabajando bajo amenaza, recursos
que no alcanzan, ambulancias que demoran una hora y media o no entran si no
están escoltadas por un patrullero: el panorama de la atención primaria de la
salud en muchos barrios de la ciudad es desolador. Trabajadores de los centros
de salud de Santa Rosa de Lima, Mendoza Oeste, Chalet, Varadero Sarsotti, Alto
Verde, del Hospital Cullen y Emaus, junto a representantes gremiales y de
varias organizaciones se vienen reuniendo para encontrarle una vuelta de tuerca
a un reclamo urgente: que la violencia deje de ser la diaria moneda de cambio.
“Estamos preocupados por la seguridad. Surgió un reclamo que
tiene que ver con visibilizar todo lo que está pasando en los barrios, que no
sólo afecta a los trabajadores sino también a la comunidad. Una de las ideas es
poner una fecha, que podría ser el 29 de abril, para cerrar durante un día los
centros de salud y hacer una concentración masiva. No obstante, buscamos que el
cierre de los centros de salud sea la última instancia. La fecha surgió para
equiparar las dos catástrofes: la del 2003, que se llevó mucha gente por la
desidia del gobierno y la de hoy en día, que es la violencia, y se está
llevando a un montón de jóvenes”, afirmó una trabajadora social que prefirió no
identificarse.
Hasta comienzos de abril, en Santa Fe fueron asesinadas 45
personas. Comparando los datos de los primeros trimestres de años anteriores,
la cifra aumentó de manera brutal: en 2005 hubo 19 homicidios, en 2007 se
registraron 28, en 2010 fueron 33 y en 2013 se contabilizaron 30 muertes
violentas.
Los trabajadores la pasan realmente mal. Algunos pidieron
traslados, cada tanto deben pedir permiso para cerrar las puertas de ingreso
con llave, soportan discusiones que suben de tono y es común ver gente armada
adentro de las instituciones. “No queremos quedarnos en la queja, sino ver qué
pasa con la violencia en los barrios. No es que nosotros trabajamos seis horas
y nos vamos, acá la realidad abarca a todos. A veces la gente no puede llegar a
los centros de salud porque no están dadas las condiciones para transitar por
las calles. A la violencia la vivimos todos día a día pero no se ve”,
aseguraron.
A los encuentros fueron invitados miembros del Nodo de Salud
y de los ministerios de Salud, Desarrollo Social y Seguridad pero aún no se han
acercado, sólo apuntaron que el diagnóstico “es correcto” pero no así las
estrategias que plantean. Los gremios también están al tanto de la situación.
Representantes de SiPRuS que participaron de una reunión en el Centro de Salud
de barrio Chalet entendieron que “la adhesión será total porque comprendemos lo
que ocurre y tendremos que abrir la discusión a la comunidad”.
En coincidencia, un profesional del Cullen sentenció:
“Lamentablemente hay que tomar alguna medida porque los gobiernos no se dan por
enterados. Vemos una indiferencia tremenda hacia los barrios, los trabajadores
lo notan cuando llueve y se inundan las calles, por ejemplo. Se está haciendo
una política cultural para los bulevares que no llega a los barrios. El
Ministerio de Seguridad es incapaz y no ejecuta, el de Salud es indiferente y
dice que la solución parte de la comunidad, algo que compartimos, pero con eso
no alcanza. Y Desarrollo Social es el peor ministerio de la provincia: no tiene
presupuesto, explota a los trabajadores y se retiró de los barrios. Lo único
que les duele son los paros, los cierres y los medios de comunicación. Hablan
de participación comunitaria y no se hacen reuniones en los barrios. Acá tiene
que participar toda la comunidad para que se den cuenta de lo que está
pasando”.
Algunos centros de salud cuentan con botones de pánico, pero
suelen ser de poca ayuda porque desde la central los llaman para confirmar el
pedido de auxilio y es difícil establecer la comunicación cuando los empleados
están en medio de una situación complicada.
La conclusión es contundente: “Las instituciones terminaron
encerrándose entre rejas y cuidando la quintita propia. Entonces el afuera no
es de nadie y es ahí donde surgen los problemas”.
Propuestas y recursos
Los miembros de de los centros de salud barriales junto a
las organizaciones redactaron un documento (ver aparte), con propuestas de
políticas para adolescentes. “Hace 10 años se reclamaban políticas públicas
para los chicos que tenían cinco años. Hoy, esos niños son adolescentes y
seguimos reclamando lo mismo. No pedimos más policías ni mano dura, estamos
alejados de ese discurso: nosotros reclamamos políticas públicas para tener
mejores condiciones de trabajo”, dijeron.
María Claudia Albornoz, trabajadora del Centro de Salud de
barrio Chalet, comentó que “algunas personas no están de acuerdo con cerrar los
centros pero no hay otra forma. Los centros de salud vienen trabajando como
pueden, con todas las dificultades, pero aún así siguen abriendo. A veces no
hay agua, a veces faltan insumos y hoy no tenemos leche. ¿Hasta cuándo? Me
parece que hay que hacer un corte. Dentro de los equipos de salud podemos
pensar distinto pero estamos para trabajar con la gente. Desde el Nodo de Salud
no quieren que se derechice el reclamo, pero nosotros sostenemos que el planteo
es otro, no se trata sólo de seguridad e inseguridad: estamos planteando
convocar a otras instituciones barriales, sobre todo del norte de la ciudad,
para visibilizar todos estos problemas. Más allá de estar o no de acuerdo con
la medida de cerrar un día los centros de salud, hay muchísimo malestar en los
equipos”.
Reclamos en seguridad, desarrollo social, infraestructura y cultura: los que ponen el cuerpo en las zonas excluidas ya no dan abasto. (Foto: Olivia Gutiérrez)
“Sabemos que se pueden hacer muchas cosas pero las políticas
para los niños y jóvenes quedaron abandonadas. Creo que dejar que se maten es una
manera de control social y eso es un horror. Desarrollo Social se retiró de los
barrios, ya no hay ninguna política que apunte a que los pibes puedan tener
alguna salida. Y habría alguna oportunidad pero las escuelas tampoco están
fortalecidas, no tienen bancos. se dice que los van a incluir pero en realidad
eso no ocurre. Tenemos propuestas pero al recurso lo tiene que poner el Estado,
se tiene que trabajar con los adolescentes de otra manera, con campos
deportivos por ejemplo, que son inexistentes en los barrios. Los narcos usan a
los pibes como soldaditos que después son asesinados en las esquinas. A ciertos
lugares del barrio ya no vamos a llevar las citaciones porque vemos las balas
tiradas en el piso a cualquier hora. Todos saben quiénes son los que venden
pero no podemos meternos nosotros, para eso está la policía. Están muy
jugados”, dijo Albornoz.
Decisión cuestionada
Sobre la reciente designación de Francisco Sánchez Guerra
como coordinador del Nodo Salud Región Santa Fe –ex director del Hospital
Cullen–, los trabajadores cuestionaron la decisión, ya que su gestión en el
nosocomio más grande de la provincia no arrojó los resultados esperados. “Ese
nombramiento es deplorable, quedó como titular del nodo alguien que no presentó
la memoria y balance en el hospital”, acotó María Claudia Albornoz.
Días pasados, Sánchez Guerra sostuvo que su desafío consiste
“en tratar de mejorar la relación entre la base de la pirámide de la salud
pública con los hospitales de complejidad. Hay que ser justo y también saber
que cuando uno está superado en esto, se debe dar un paso al costado. Por
pedido expreso del ministro Drisun, el objetivo es descentralizar la salud.
Siempre se concurre al ministerio para buscar respuestas o soluciones y después
trasladarlas a los efectores. En cambio, el pedido ahora es llegar a ellos, que
el nodo sea reconocido como un espacio de discusión de problemas y búsqueda de
soluciones”. Y declaró que en el ámbito de la salud pública “siempre hay que
socorrer primero al más desvalido. Yo salgo de un efector que siempre estuvo
puesto al tope de la pirámide. Ahora tenemos que lograr que ese tope se abra a
toda la comunidad, de manera ordenada”.
El documento
Los integrantes de los equipos de atención primaria de la
salud elaboraron un documento “frente a los graves y repetidos hechos de
violencia que ocurren en los barrios donde trabajamos”, dado que se encuentran
“sobre-expuestos en la búsqueda de respuestas ante situaciones que los
exceden”, las cuales son “producto de la falta de oportunidades para amplios
sectores de la sociedad, del aumento de la circulación de drogas y armas”.
“Necesitamos romper el silenciamiento en el que nos deja la
falta de respuestas, la escasez y precariedad, cuando no ausencia total, de las
pretendidas estrategias de inclusión, lo cual no hace más que profundizar la
sensación que los habitantes de estos barrios son ciudadanos de otra
categoría”, expresan en el texto, en el que señalan que “hemos intentado
transmitir esta inquietud a diferentes referentes de la gestión; las pocas
veces que tuvimos respuestas, éstas no se sostuvieron en el tiempo”.
En concreto, los trabajadores exigen “la creación de nuevos
espacios de inclusión (deportivos, culturales, entre otros) que promuevan otro
tipo de lazo/vínculo entre los pibes/as”, ya que en los  barrios “son escasos, precarios o nulos o
ninguno, lo cual lleva a generar una mayor brecha de exclusión”.
Publicada en Pausa #131, miércoles 9 de abril de 2014

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