Por Federico Coutaz
Hay un chico muerto tirado en la calle, hay una turba de asesinos regresando a sus casas a cenar con sus familias. Hay un pibe chorro muerto a patadas por un montón de cagones, hijos de puta y enfermos. Hay quienes lo vieron y disfrutaron como espectáculo, y quienes lo justifican y hasta lo festejan por las redes escupiendo mierda sobre la dignidad humana ultrajada a diario. A estos últimos me dirijo, porque conozco y quiero a más de uno/a de ellos/as y porque prefiero pensar que, pese a todo, no serían capaces de estar en ninguno de los otros dos grupos.
No quiero intentar una estéril discusión política, ideológica ni ética que solo podría redundar en una riña de gallos virtual, en una interminable suma de chicanas o insultos. No me interesa y respeto el horror. Sólo apelo por un segundo a la honestidad intelectual de quienes sean capaces de ejercer en simultáneo esos dos atributos. Sólo quiero que entiendan que, al menos todavía, esto no es una guerra.
Pienso en los semáforos llenos de pibes buscando una moneda, aguantando la intemperie, el desprecio y la humillación que cada día reciben de cientos o miles de automovilistas. Ellos no están en guerra.
No es una guerra, es indispensable que se lo graben y traten de entender las cosas desde ese marco. No hay guerra. Tampoco hay paz, claro. No hay la mínima posibilidad de paz mientras existan countrys rodeados de villas, mientras haya criaturas naciendo y creciendo entre armas, droga y miseria. Pero una guerra es otra cosa, y es muy peligroso que no lo comprendan.
Tampoco es viable la opción de matar a todos los que ustedes llaman negros. Ustedes, a quienes los medios nombran como vecinos o ciudadanos, no creo que estén dispuestos ni en condiciones de matarlos a todos, porque son muchos y porque los necesitan para que limpien sus baños, construyan sus casas, hagan sus ropas y mucho más.
Quiero aclarar que no escribo esto para expresar mi desacuerdo y repugnancia respecto de lo que ustedes pregonan, porque sé que es estúpido, imposible o inconveniente. Escribo esto porque temo que si siguen haciendo de cuenta que hay una guerra, es posible que finalmente la haya y deberían saber que si eso pasa, no son ustedes los que van a ganar, entre muchas otras cosas, porque son ustedes los únicos que tienen algo para perder.
Publicado en Pausa #131
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