La nueva ofensiva israelí sobre el mínimo territorio donde viven los palestinos tiene como resultado una masacre frente a la cual surgen múltiples interrogantes.
Por José Larker (*)
Un pequeño espacio de 360 km2 habitado por 1.800.000 palestinos (uno de los más densamente poblados del mundo) está siendo sometido al bombardeo más intenso en toda su historia. Al momento de escribir estas líneas, son más de 1000 los muertos y alrededor de 5000 los heridos. Los datos del horror se acumulan: el 90% de las bajas son civiles, los hospitales están llenos y en estado de caos, faltan los medicamentos, hay cortes de luz permanentes y no se consigue agua potable. El aparato productivo está siendo destruido, los campos de cultivo, las tiendas y las pequeñas fábricas. Millares de gazatíes se movilizan en busca de protección y las escuelas gestionadas por la ONU para dar refugio se encuentran desbordadas. Algunas también han sido objeto del bombardeo israelí.
En “tiempos de paz”, Gaza ya vivía una situación de catástrofe humanitaria. En los últimos siete años ha sufrido el bloqueo israelí permanente y tres campañas de bombardeos. Desde hace unos días, el ejército israelí ha entrado y combate cuerpo a cuerpo con las milicias de Hamas (Movimiento de Resistencia Islámico), la organización político-militar que gobierna allí desde que en ganó las elecciones en 2006. Desde 1967, la Franja estuvo ocupada por Israel, que en 2005 decidió retirarse pero, ante el triunfo de Hamas, desde 2007 controla su espacio marítimo, aéreo y las fronteras terrestres. La Franja de Gaza se parece a una gran cárcel bajo custodia israelí y en menor medida egipcia. Los gazatíes no pueden salir de allí.
El jefe de urgencias del hospital Shifa en Gaza, Aymán al Sabani, se pregunta “¿Por qué nos están matando? ¿Por qué? Eso me preguntan mis hijos cada día. Y eso es lo que yo me pregunto también. No conozco la respuesta. ¿Lo saben ellos? No estoy seguro. En la mayoría de los casos, los humanos matan con una intención racional, ¿no es así?”. Esos interrogantes (reproducidos en una nota el 18 de julio en eldiario.es), son los mismos que nos hacemos quienes tratamos de comprender qué es lo que está sucediendo. Encontrar respuestas no es sencillo, pero es necesario buscarlas para encontrarle sentido a la información sobre las acciones militares, el incremento de las victimas por día, los lugares que se destruyen y tantos otros datos de horror y muerte.
El origen del conflicto, dice Pedro Brieger, radica en que hay dos pueblos en un mismo territorio y ambos lo reclaman como propio. Los israelíes consideran que les pertenece porque dicen que les ha sido legado por Dios y los palestinos plantean que les pertenece porque viven allí desde hace siglos. Para los israelíes la creación del Estado de Israel representa la respuesta a la persecución que han vivido los judíos a lo largo de toda su historia y creen que es la única garantía que tienen para que no los persigan nunca más.
La construcción del Estado de Israel comenzó a fines del siglo XIX con la inmigración alentada por un movimiento nacionalista judío de origen europeo hacia el territorio de Palestina, considerado por ellos Eretz Israel, es decir, la tierra de sus antepasados. Fueron alentados por Inglaterra, que ejerció el dominio colonial en esas tierras desde la Primera Guerra Mundial hasta 1947. En 1948, cuando la ONU intentaba controlar y resolver la situación en la región, se declaró la independencia de Israel. Entre esa fecha y 1967 se produjeron tres guerras entre Israel y los estados de Egipto, Jordania y Siria. Israel logró pasar a dominar Gaza y la península del Sinaí, reclamada por Egipto, Cisjordania, que era territorio jordano y el Golán, parte de Siria. Los palestinos fueron sometidos a vivir bajo la ocupación militar directa de Israel. Durante esos años se fue conformando un movimiento nacionalista de árabes palestinos que entendieron que debían luchar por la conformación de un Estado para ellos. Entre los años 70 y 80 los gobiernos de Egipto y Jordania abandonaron los reclamos de soberanía sobre Gaza y Cisjordania. Desde entonces, las organizaciones político-militares reunidas en torno a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) lucharon contra la ocupación israelí y reclamaron ante el mundo el reconocimiento del Estado de Palestina.
En 1993, por los acuerdos de Oslo, los palestinos reconocieron el Estado de Israel y los israelíes aceptaron la constitución de la Autoridad Nacional Palestina y su derecho a ejercer funciones de gobierno en algunas zonas de la Cisjordania. Además se comprometieron a seguir avanzando en nuevos acuerdos, pero Israel nunca dejó de controlar militarmente los territorios reclamados por los palestinos. Las cosas cambiaron con el ascenso de la derecha en Israel. Las negociaciones se convirtieron en maniobras dilatorias, Fatah (la principal fuerza política de la OLP) se debilitó ante los fracasos y el Hamas se hizo más fuerte. De esa manera se profundizó la división política palestina.
¿Por qué Israel ha decidido entrar nuevamente en Gaza y luchar cuerpo a cuerpo con Hamas? Ese fue uno de los mayores errores que cometieron en diciembre de 2008 y enero de 2009 con la operación Plomo Fundido, que hizo más fuerte a Hamas. Es muy difícil que Israel pueda quebrar el poder de esta organización que ha sido consecuencia directa de la Naqba (el éxodo que dio origen a los refugiados palestinos a partir de 1948), la ocupación, el bloqueo, la pobreza, la falta de futuro y el robo de tierras por Israel. Hay que recordar que hasta fines de los años 80 y bajo la ocupación israelí de Cisjordania y la Franja de Gaza, cualquier actividad política era reprimida brutalmente. Así, el único lugar en el que los palestinos podían reunirse y organizarse era la mezquita. Durante esos años, Fatah fue considerado el archienemigo de Israel y Yasser Arafat un terrorista. Se consideró a los islamistas, que odiaban a Arafat, como el mal menor e incluso aliados secretos. Pero desde la Intifada, la revuelta palestina que se inicio en 1987, las cosas cambiaron por completo: Fatah se convirtió en un aliado de Israel desde el punto de vista de la seguridad y Hamas en el architerrorista. Pero ¿verdaderamente lo es?
Entonces ¿Cuáles son los objetivos israelíes en Gaza? Bostjan Videmsek, corresponsal del diario esloveno Delo, plantea que Israel necesita a Hamas para prolongar el sitio y mantener en marcha a su industria militar, pero que no pretende destruirlo porque si lo hace adquirirán importancia otros grupos islamistas más radicales y hostiles. Otra posibilidad podría ser la ocupación de Gaza, pero esto supondría un suicidio económico y militar para Israel. ¿Una demostración de fuerza ante la opinión pública israelí? Videmsek considera que no es suficiente. La gente quiere resultados y no sólo cadáveres.
Un diplomático estadounidense declaró en el diario israelí Yediot Aharonot que el primer ministro Benjamín Netanyahu usa las licitaciones de las obras en las colonias israelíes que se construyen en Cisjordania para garantizar la sobrevivencia de su propio gobierno. Esto implica continuar con la colonización israelí en tierras que los palestinos reclaman como propias. Por eso realizan cualquier cosa para impedir avanzar en la constitución del Estado de Palestina. Para lograrlo necesitan debilitar a las fuerzas políticas palestinas. No es casualidad que esta nueva guerra se haya iniciado cuando el Hamas y Fatah se encontraban negociando una nueva alianza para el ejercicio del poder reconocido a la Autoridad Nacional Palestina.
La llamada comunidad internacional se muestra más impotente que nunca. Angela Merkel dice desde Alemania que Israel tiene derecho a defenderse. Lo mismo hizo Estados Unidos, aunque Barack Obama ahora pida que la guerra se detenga. Ambos son aliados israelíes. Mientras tanto, los gazatíes viven en el infierno.
(*) Magister en Historia Social. Profesor en UNL e Instituto Superior de Profesorado Nº8.
En Pausa #138, miércoles 30 de julio de 2014. Conseguilo en estos kioscos.