Desafíos de la desigualdad

Entrevista al sociológo Gabriel Kessler.
Por Gonzalo Andrés
El sociólogo Gabriel Kessler presentó su libro Controversias
sobre la desigualdad
en la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional
del Litoral, donde se explayó sobre las desigualdades en Argentina entre 2003 y
2013.
Su principal interrogante: ¿es la Argentina más o menos
desigual que hace diez años? “El objetivo era tomar una postura equilibrada y
tratar de llegar a un balance del periodo que no sea dicotómico”. El análisis
se focaliza en distintas esferas: trabajo, educación, salud, género, vivienda,
delito, infraestructura y ruralidad.
Durante su exposición, el investigador sostuvo que “Se puede
señalar en algunas áreas una reducción de la desigualdad y, al mismo tiempo, se
puede marcar el reforzamiento de ciertas desigualdades o la generación de otras
nuevas”.
“El aumento de la pena no tiene ningún impacto disuasivo en el delito”, dijo Kessler.
En el mercado formal del trabajo se evidencia la mejora. Se
incluyó más gente al trabajo y la relación capital-trabajo es más distribuida.
“Este proceso alcanzó para incluir a un sector (un 25% o un 45%, depende de
quién haga el cálculo) de la población económicamente activa”. Sin embargo, “a
partir del 2007-2008 comienza a disminuir la distribución del ingreso dentro
del mercado laboral debido a que disminuye tasa de creación de empleo, se
aminoran los aumentos salariales y se evidencia un aumento de la inflación”.
En cuanto a la educación, hay más cantidad de alumnos (un
proceso que empezó en los 90 con la escuela primaria y se extendió a la
secundaria y la universidad en este periodo) y mayor heterogeneidad dentro del
sistema debido a las diferencias de la calidad educativa. Hay cada vez más
población joven que va a la escuela secundaria y que hace la universidad.
En materia de salud-enfermedad, hubo un gran aumento de la
población con algún tipo de cobertura y disminuyeron la tasa de mortalidad
infantil y materna, pero perduran núcleos de exclusión que sufren enfermedades
vinculadas a la mala calidad de vida (tuberculosis, hepatitis) o al deterioro
del ambiente (mal de Chagas, dengue, hantavirus).
También el investigador destacó que, más allá de la
distribución de los ingresos y las condiciones laborales, las obras de
infraestructura que realizan los Estados ayudan a disminuir las desigualdades
sociales. En dialogo con Pausa, afirmó: “hay que tener en cuenta que lo que
llamamos servicios colectivos tienen impacto en atenuar la desigualdad. En ese
sentido, las distintas obras de infraestructura son implementos que tenemos que
incluir en el debate sobre igualdad-desigualdad”.
Inseguridad y delitos
Una de las paradojas en las que se detuvo el investigador
fue el hecho de que a pesar de la disminución de la desigualdad, el delito no
disminuyó lo suficiente que se podría esperar: en la actualidad, la tasa de
delitos contra la propiedad está cercana a la de los 90. También destacó que
los principales perjudicados por la inseguridad son los sectores más
vulnerables: “a medida que se desciende en la escala social, aumentan las
probabilidades de ser víctimas del delito”.
Sobre la conveniencia de la aplicación de políticas de mano
dura, el autor respondió: “yo retomo algunos de los estudios hechos por
economistas en la
Argentina. Cuando toman dos variables –el aumento de la
duración de la pena y el aumento de la probabilidad de ser aprehendido por un
delito–  demuestran que el aumento de la
pena no tiene ningún impacto disuasivo del delito, pero que el aumento de una
mayor efectividad policial aparentemente sí. Es decir, en las provincias o
ciudades donde hay una mayor posibilidad de ser aprehendido debido al
funcionamiento de la policía y de la justicia, hay una cierta disminución en la
tasa de delitos”.
En la actualidad hay en América Latina gobiernos nacionales
que tienen un discurso progresista y que disminuyeron las desigualdades
sociales, pero al mismo tiempo han aumentado la tasa de delitos y el número de
presos. Kessler dijo: “Los gobiernos nacionales-populares o de centroizquierda
o izquierda conocieron un aumento muy importante de la población penitenciara
(aunque eso también sucedió en los países que son gobernados por la derecha).
Pero ahí vemos que hay un primer interrogante que consiste en tener un gobierno
progresista y, a la vez, un aumento de la población carcelaria. Lo segundo es
que vemos, en general en América Latina, que los gobiernos que han sido reformistas
durante muchos años, en seguridad no han sido reformistas, no han logrado
establecer un discurso, una práctica y una política diferentes. Y, más aún,
vemos una cuestión que a mí me preocupa mucho, lo que yo llamo neopunitivismo,
que es la posibilidad de articular políticas progresistas en muchas áreas con
políticas autoritarias en materia de seguridad. Me parece que ahí hay un tema
pendiente en los gobiernos progresistas latinoamericanos”.
Tendencias contrapuestas
El investigador de Conicet argumentó que no se puede resumir
la problemática a los términos igualdad-desigualdad, sino que hay que analizar
las tendencias contrapuestas existentes. La primera tendencia es que en cada
una de las esferas persiste un núcleo marginal. “En cada una de las esferas hay
un núcleo de exclusión estructural, que en algunos casos son los mismos. Por
ejemplo, se puede tener empleo pero padecer una fuerte enfermedad, en ese caso
habría exclusión en la esfera de salud”.
La segunda tendencia es que hay sectores en los que no hay
exclusión (tienen trabajo registrado y acceden a servicios públicos) pero es
mala la calidad de los servicios a los que se accede (escuela, salud,
transporte). La mala calidad de los servicios públicos también genera
desigualdades sociales: “hay un elevamiento del piso en todas las esferas que
uno puede analizar, pero hay persistencia de la desigualdad. Esto lleva a que,
al mismo tiempo que hay un aumento de la cobertura de salud, educación, hay una
heterogeneidad interna en la calidad de los servicios a los que se accede en
cada una de las esferas”.
Sintetizando, Kessler afirmó que “en general, la desigualdad
es menor en todas las esferas”, ya que existen “claros movimientos hacia una
mayor igualdad en ciertas dimensiones, pero también la perdurabilidad, o en
ciertos casos hasta el reforzamiento, de desigualdades en otras”.
“La tendencia de la época es hacia una menor desigualdad, en
contraposición de los 90, porque también se disminuyeron brechas con medidas
como la asignación universal  o leyes
como las de trabajo rural, empleo doméstico, matrimonio igualitario, identidad
de género”, finalizó.
Publicada en Pausa #146. Pedí tu ejemplar en estos kioscos
de Santa Fe y Santo Tomé.

Dejar respuesta

Por favor, ¡ingresa tu comentario!
Por favor, ingresa tu nombre aquí