Hace un ratito fui votar. Y en el camino de vuelta estaba pensando en eso de que las elecciones representan “la fiesta de la democracia”. Yo creo que efectivamente es un día festivo y que hay que celebrar cumpliendo con alegría el deber ciudadano para el que tanto nos educaron con la famosa saga “Formación Cívica I, II, III”.
Ahora, medio rara la organización de la fiesta, ¿no? Digo, debido a las caras de culo magnánimas de los invitados en las colas para ingresar al cuarto oscuro. Al parecer, mucha joda que digamos no hay. Y ni te cuento la de los tipos que les tocó, esta vez, estar detrás de la barra, no de tragos sino de boletas. Eso es algo que sí entendí del porqué se le llama fiesta a los comicios: como en cualquier joda, uno no quiere ser el primero en llegar porque seguro queda medio descolgado o no conoce a nadie y, digámoslo, es un garrón ser el primero en el salón. Bueno, con las elecciones pasa lo mismo: nadie quiere ser el primero en llegar… por miedo a que te ensarten como presidente de mesa. Lo que me resulta extraño de eso es que uno va a votar como mucho una vez cada dos años y no consume más de unos minutos y ya pareciera que te están metiendo astillas en las uñas. Ahora, viene un tipo de barba larga, te dice que se llama Dios, te exige ir una vez por semana a dar cuenta de tus faltas… y la gente va y sale de misa con cara de paz por haber cumplido su deber… igualito a las elecciones. Lección de la primera parte de la saga, Formación Cívica I, The democracy awakens.
Como en toda fiesta, además, el horario de participación de los votantes es inversamente proporcional a la edad de los mismos: cuanto más viejo sos, más temprano (te) vas a votar… a menos que la noche anterior hayas tenido alguna reunión con amigos (sin alcohol, por supuesto porque como sabemos, su consumo está prohibido desde las 20.00 del día anterior a los comicios) y entonces pensás “y sí, voy ahora y después me tiro a dormir hasta la hora que sea”. Error chiquito, error… ¿o no leíste el párrafo anterior? Formación Cívica II, The democracy strikes back.
¿Sabés por qué no se puede tomar alcohol el día de las elecciones? Porque hay que votar a conciencia. Eso me lo dicen toda y cada una de las veces que voy a votar: “Vota a conciencia”. Bueno, hoy me dediqué a leer una por una la lista de candidatos de todos los lemas y sublemas. Unidad 5 de Formación Cívica III, the democray rises.
Y también el horario para ir a votar es todo un tema. ¿A qué hora va menos gente? ¿Al mediodía mientras se asan los chinchulines o a la siesta cuando están todos de sobremesa? Mire, no se haga el original y dese cuenta de que toda la población está especulando con lo mismo, así que si esas son sus opciones sepa que son también las del resto del padrón. Esta no es una parte de ninguna saga, sino que es una de las lecciones del loco Murphy.
Y por último, como para no entretenerlo más así les queda tiempo para ir a votar, quiero dejarles una pregunta que invita a la reflexión. Si las elecciones son una fiesta: ¿el cuarto oscuro vendría ser como los reservados en el boliche?