Un solidario centro al mañana

“Es por la otra calle, doblá a la derecha y seguí el ruido”. Con esas indicaciones de un vecino me alcanzó para llegar hasta la cancha de Arroyito Seco. ¿Y el ruido? El ruido al que se refería nacía de la escuela de
murga.

Cerca de veinte pibes le daban duro y parejo a sus instrumentos de percusión, un profesor los guiaba con un silbato, otros pequeños daban vueltas, corrían, se sentaban, miraban, hablaban y reían cómplices de un chiste o de una travesura que no demoraría en aparecer. Y todo se desarrollaba en una obra en construcción con paredes, contrapiso y ventanas, sin techo ni aberturas, pero con un proyecto que se levanta a diario. Poco le importa a los chicos de Arroyito aprender sin un techo protector, en corto tiempo ese espacio será el salón de usos múltiples y entre todos le habrán tirado una gambeta al invierno.

Hace dos años Pausa descubrió que había un grupo de chicos –rondaban los 20 años de edad– que estaban militando el sueño de darle a los pibes de Alto Verde inclusión social y las mejores condiciones para que puedan practicar un deporte (fútbol) en el barrio. El trabajo de estos chicos está próximo a cumplir tres años, y lo que a mediados de 2012 fue un deseo de crear una escuelita de fútbol para contener por unas horas a los pibes del barrio, hoy apenas es una parte del sueño hecho realidad.

Arroyito Seco está enclavado en la Manzana 6, con el terraplén al este, pocos y pequeños árboles perdidos, salteadas casitas de material con techos de pajas en el norte y otras más numerosas al oeste. El trabajo y el progreso de lo que hoy ya es una asociación civil radica en varios aspectos: antes era un descampado donde llevaban y traían dos arcos pequeños para poder jugar, hoy es una cancha marcada y con arcos de medida profesional.
Pero lo más importante se aprecia en la zona sur del predio (sin alambrar todavía), donde se construye un salón de 20 metros por 9, una pequeña sala de reuniones y baños para hombres y mujeres. En ese espacio sin terminar funciona el taller de murga, pero además se dictan talleres de guitarra, arte y cuentos en las casas de cada uno de los profesores.

“Acá nos damos una mano entre todos, entre los vecinos y los chicos que venimos trabajando le damos los talleres a los pibes”, dijo Juan Gorosito, uno de los impulsores del proyecto. Y remató la idea con lo siguiente: “Lo que cada uno sabe hacer, lo enseña”.

El gran cumple

El próximo 15 de julio Arroyito cumplirá tres años de vida, y para esa fecha se estima festejar el cumpleaños con la inauguración del flamante salón. Con respecto a ese espacio tan anhelado, Juan narró el proceso para conseguirlo: “Una vez que nos constituimos como asociación civil, salimos a buscar herramientas del Estado que las podamos bajar al barrio, y a través de un programa del gobierno de la provincia logramos cumplir con todos los requisitos para obtener el dinero que nos permita construir el salón con los baños”.

Juan tenía más para decir: “Este año apuntamos a consolidar todos los talleres que se están dando, porque son nuevos, pero creemos que con el salón vamos a poder consolidarlos, ya que vamos a darle un espacio, y no sólo geográfico, sino un lugar de pertenencia para los mismos chicos y para todo el barrio, para que disfruten de su propio club y del centro cultural. La idea es seguir abriendo posibilidades, que por diferentes situaciones los pibes en Alto Verde no las tienen”.

Sobre el histórico dristrito costero, el joven no dudó un instante en afirmar: “Alto Verde es un barrio hermoso, tiene las respuestas a todos los problemas, lo único que le falta es que las cosas estén al alcance, lo único que venimos a hacer acá es encender una chispa y luego la tenemos que acompañar. Los pibes jugaban al fútbol antes que seamos Arroyito y lo único que le dimos fue un marco, un espacio y un acompañamiento; lo mismo hacemos con todos los talleres que fueron apareciendo”. Y la entusiasta voz se hacía escuchar una vez más: “Cuando tengamos el salón terminado estas posibilidades se van a multiplicar”.

La mirada y el trabajo puesto en los pibes y en la vecindad de Alto Verde cosechó buenos frutos, y en ese punto Gorosito afirmó que en “los últimos meses se involucraron muchos vecinos en este proyecto y ya lo toman como su club; escuchan ruido y ven como los pibes juegan y ya se acercan a dar una mano con algo”.

Categorías y colaboradores

Arroyito Seco participa en la Liga Infantil de los barrios, donde juegan con ocho divisiones. Participan los chicos de las categorías 2007-2008, 2005-2006, 2003-2004, 2001-2002, 1999-2000, 1997-1998, y además la categoría de los padres y las mujeres. Sandro Cordoba, Leo Franco, Lucas Oyeras, Ramón Alaniz y “Pingui” Ramírez, Germán Ojeda, Martín Bergandi, Fabio Acosta, Raúl Saucedo, Juan Romero, Roque Díaz, Yamila Diez y Ángel Díaz son los hombres y mujeres que se encargan de entrenar a los chicos, entre otras cosas. “Eli” Centurión es una de las madres que siempre está ayudando con la cantina y en la organización, pero “hay otros tantos padres y madres que se acercan y dan una mano en actividades puntuales, como Maira Saucedo, que es la profe en el taller de arte”, señaló Juan.

Hacen ruido

Germán Ojeda es el encargado de dar el taller de murga, vive cerca de la cancha de Arroyito, guarda los instrumentos (muchos comprados por el club) en su casa y además es el DT de la categoría 2001-2002. “Empezamos con el taller de murga para sacar a los pibes de la calle, porque hay cosas que pasan en el barrio que no están buenas. La idea es que se integren, que aprendan algo que los entusiasme”, aseguró.

Los miércoles y viernes Germán les enseña en su casa de 19.00 a 20.30, los sábados se reúnen a tocar de 11.00 a 13.00 en el club. “Entre 20 y 25 chicos pasan por semana en mi taller”. Ojeda confiesa que dejó otro club para venir a darles una mano a los chicos del barrio, y recordó que el lema de Arroyito es “por los pibes todo”.

Publicada en Pausa #154, miércoles 20 de mayo de 2015
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