Se estrenó en el Cine América Yarará, de Sebastián Sarquís.
Sebastián Sarquís llegó a Santa Fe para estrenar su primera película como director: Yarará, una pieza que desarrolla dos historias que coinciden en personajes y en un mismo lugar, San José del Rincón. Así como Telémaco se embarcó a la búsqueda de algunas verdades en la Odisea original, Sebastián Sarquís decidió sacudirse esa inquietud por conocer más de cerca los orígenes poniendo primera y emprendiendo la marcha desde Buenos Aires hasta San José del Rincón: a reencontrarse, ya que –después lo supo–, en esa tierra germinó su vida.
La estampa del lugar es la de una ciudad de calles de tierra que crujen al ser pisadas, de patios amplios cuya delimitación se practica, preferentemente, con enredaderas antes que con alambrados o tapiales. Ese encanto, entre otros, fue ineludible para personajes como Juan José Saer que, casi con medio siglo viviendo en París, nunca negoció el anclaje de sus relatos al histórico destino del distrito La Costa.
Ese gusto también se lo dieron alguno de los integrantes del elenco de Palo y hueso (1967), la primera película dirigida por Nicolás Sarquís (quien, a partir del cuento homónimo del escritor, co-escribió el guión de la misma en conjunto con él), que fue filmada íntegramente en Rincón, de donde nunca se fue su protagonista: Juana Martínez, actriz de ocasión para una pieza de clase A del cine argentino.
La semana pasada, Sebastián, el hijo de Nicolás, volvió a Santa Fe para estrenar Yarará, el primer filme que lo presenta ejerciendo el rol de director: “todos tenemos marcas… o cicatrices, ya sean internas o externas, que nos definen y en ese rastreo que tiene que ver con los orígenes volví a Rincón, donde mi viejo filmó Palo y hueso y donde yo fui concebido. En persecución de explorar esas marcas es que volví, así como para rendir homenaje a mi viejo, a su obra y a la de Saer, de quien también soy admirador”, detalló Sarquís a Pausa al respecto de cómo nació su intención de filmar.
Vida de ficción
Así como los textos de Saer parecen dejar siempre margen para que los textos continúen más allá de un punto final, el vínculo entre Domingo (Héctor da Rosa) y Rosita (la personaje de Juana Martínez) trascendió
cuarenta años en stand by hasta que el hijo de Nicolás volvió para filmar una suerte de documental ficcionalizado: en pantalla se acaban replicando tanto el periplo en persecución de los orígenes y el reencuentro entre los actores del film en blanco y negro, como un desarrollo libre de "El camino de la costa", otro cuento del escritor.
cuarenta años en stand by hasta que el hijo de Nicolás volvió para filmar una suerte de documental ficcionalizado: en pantalla se acaban replicando tanto el periplo en persecución de los orígenes y el reencuentro entre los actores del film en blanco y negro, como un desarrollo libre de "El camino de la costa", otro cuento del escritor.
Una de las frases de la película que quedó resonando después de la primera función de la película el viernes 17 de julio en el Cine América fue “la vida es un sueño que cuesta la vida”. Ambos espacios (el onírico y el de la vigilia) se conjugan con una naturalidad algo tenebrosa en Yarará.
El título es el elemento común entre los dos relatos: la extraña relación de un joven (Lucas Lagré) con las bichas y la investigación de un científico algo siniestro (Rubén Von der Thüsen) que adora a las reptantes.
El propio Sarquís se interpreta a sí mismo en un aparente registro documental pero que hace tambalear el estatuto de lo “verídico” escena tras escena al mezclarse con personajes que viven los conflictos del parentesco de diversas maneras: “mi viejo siempre me instó a que me largara a dirigir en la época en la que yo era su productor. Obviamente, el peso de su figura es algo que siempre me inhibió y por ahí también fue lo que no me dejó antes de que él falleciera. De todos modos, más allá de las comparaciones, somos dos personas distintas y con marcas distintas, algo que se refleja también en la película.”
El propio Sarquís se interpreta a sí mismo en un aparente registro documental pero que hace tambalear el estatuto de lo “verídico” escena tras escena al mezclarse con personajes que viven los conflictos del parentesco de diversas maneras: “mi viejo siempre me instó a que me largara a dirigir en la época en la que yo era su productor. Obviamente, el peso de su figura es algo que siempre me inhibió y por ahí también fue lo que no me dejó antes de que él falleciera. De todos modos, más allá de las comparaciones, somos dos personas distintas y con marcas distintas, algo que se refleja también en la película.”
Juan Palomino interpreta a Ramón Montenegro, un convicto que hasta estando suelto se siente atrapado. Merodea por los bares, el club San Lorenzo, navega el río, arregla la malla perdido en la maleza, siempre sin
pronunciar palabra.
pronunciar palabra.
No obstante, la recorrida por los terraplenes de Rincón, el momento del reencuentro no guionado entre los protagonistas, después de casi 50 años, la confluencia del paisaje con Omar Franucchi encarnando a un isleño digno de un cuadro de Juan Arancio, son situaciones que ilustran irrefutablemente que lo fantástico puede pasar acá.
Ficha técnica
Yarará (Argentina/2015).
Guión y dirección: Sebastián Sarquís.
Elenco: Juan Palomino, Rudy Chernicof, Héctor Da Rosa,
Sebastián Sarquís, Lucas Lagré, Juana Martínez, Omar Tiberti y Omar Fanucchi.
Sebastián Sarquís, Lucas Lagré, Juana Martínez, Omar Tiberti y Omar Fanucchi.
Fotografía: Luis Cámara.
Edición: Rafael Menéndez. Sonido y música: Pablo Sala.
Duración: 91 minutos.
Duración: 91 minutos.
Publicada en Pausa #158, miércoles 22 de julio de 2015
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