El país quedó pintado con los colores del oficialismo, mientras que el radicalismo ni siquiera lleva candidato propio. ¿Quién lucirá más peronista para los votantes de Massa: Scioli o Macri?
Por Juan Pascual
Un solo partido tiene verdadero alcance nacional. Solo tres candidatos tienen chances de llegar al sillón de Rivadavia y los tres (después de los barquinazos recientes del PRO) representan las opciones más tiradas hacia el centro. Desde Yrigoyen a la fecha, nunca faltó un radical puro liderando una fórmula presidencial (acaso, en 2007, sólo en el lugar de vice, cuando Gerardo Morales secundó a Roberto Lavagna): 2015 marca el histórico año en que la UCR quedó afuera del ring, disuelto su horizonte por un hombre que lidera un partido inaugurado después del 2001.
En este momento, y con las cifras que se conocen, Daniel Scioli quedó a tiro (complicado) de ganar en la primera vuelta de octubre. La oposición dividida le juega en su favor y está a muy pocos puntos de llegar al 45% que lo lleve a la presidencia
El mapa
Córdoba, por la presencia de José Manuel De la Sota, la Capital Federal, por Mauricio Macri, Mendoza, por el aporte de votos de Ernesto Sanz y Julio Cobos a Cambiemos, y San Luis, el coto del ex presidente Adolfo Rodríguez Saá, son los únicos distritos electorales en donde no ganó Daniel Scioli. Son cuatro de los 24 de todo el país. De acuerdo a los resultados de las primarias, Argentina es del Frente para la Victoria.
El mapa pintado con el celeste de la lista oficialista recuerda al que se trazara en las elecciones de 2011, aunque las cifras son completamente distintas. En esas primarias Cristina Fernández de Kirchner superó el 50% de los votos. Sobre el 91.76% escrutado, Daniel Scioli sumó 38.13% de los votos. En los próximos dos meses comenzarán las dentelladas entre los candidatos más potentes para comerse los votos entre sí. Nada está del todo dicho, la diferencia con Cambiemos es de apenas ocho puntos (la fuerza antiperonista alcanzó al 30.34% del electorado). Mucho más atrás quedó Unidos por una Nueva Alternativa (UNA), que sumó el 20.57% de los votos. Sólo un cataclismo le daría alguna posibilidad de llegar a un segundo puesto con empuje de balotaje al triunfador de esta fuerza, Sergio Massa. Tendrá que esforzarse mucho para que los tarascones no le entren duro a sus preciados votantes, sobre todo en el conurbano.
Remanente sin escrutar
Si bien ganó en casi todo el país, el voto del conurbano bonaerense explica la diferencia a favor de Scioli. En la primera y tercera sección (más del 25% de todo el padrón nacional), las distancias son mucho mayores y todavía faltan escrutar muchos votos.
En la primera sección todavía no se contabilizaron el 28% de las mesas y Scioli tiene una diferencia de 13 puntos (llega al 39% contra el 26% de Cambiemos). Y la tercera sección marca la brecha: allí Scioli (45%) le saca un trecho de 21 puntos a Macri (24%), faltando 18% mesas por escrutar. Cuando termine de leer esta nota, la brecha a favor de Scioli se habrá ampliado a más de los 8 puntos actuales, camino al mágico 40%, con una distancia de 10 puntos sobre Macri: una de las llaves para ganar en la primera vuelta.
¿Voto fluido?
Con buen volumen de apoyos, quedaron afuera De la Sota, Sanz y Carrió. Juntos suman más de dos millones y medio de votos, una cifra por debajo del 10% del padrón, que es más significativa cuando se consideran sólo votos válidos afirmativos. Como siempre, se impone la pregunta por cómo fluirán las decisiones de esos votantes.
Resulta poco probable suponer que los electores que apoyaron a los candidatos de cuño radical peguen un salto hacia el oficialismo nacional. El espacio Cambiemos se definió claramente como un sector sin mácula peronista; corre por cuenta de Mauricio Macri sus inverosímiles guiños al peronismo, hablando de justicia social, del aporte histórico que hizo en materia de derechos y de su capacidad de aprender y abrevar en la tradición política más ajena a la recoleta marca de su fórmula. Su naturaleza de candidato signado por los dictados del marketing electoral lo obliga a estas piruetas, en las que se lo ve, al mismo tiempo, incómodo y lanzado abiertamente. Tanto que, nuevamente, su público se mostró al menos confundido ante las cámaras de la televisión en sus primeras declaraciones tras los comicios. Como sea, el voto antiperonista tiene en Macri su adalid; el magro 3.49% de Margarita Stolbizer no despierta demasiadas pasiones, aunque de seguro puede significar alguna atracción (menor) para ciertos votantes de corazón radical puro.
De la Sota ya expresó su apoyo por Sergio Massa. El tema es si, en general, los votantes de UNA no elegirán dispersarse hacia las dos fuerzas mayoritarias en octubre. Es difícil afirmarlo: al fin y al cabo, se trata de una primera vuelta, quizá el momento de los reacomodamientos queden para después.
Daniel Scioli trazó, también, algunas líneas de su posicionamiento en estos dos meses de campaña que quedan por delante. La principal: que es el mejor representante de la línea de discurso que parecen compartir los tres candidatos punteros, la de la continuidad con retoques y mejoras. Como matices: que no anda haciendo piruetas retóricas como las de su principal adversario, Mauricio Macri, y que, sencillamente, es un verdadero peronista, como los votantes de UNA. En este sentido, luce mejor parado a la hora de ponerle un techo a su adversario y de morder en el voto del tercero en discordia con mayor consistencia y efecto.
La nave va
¿Qué hubiera pasado si Massa se bajaba a la elección de la provincia de Buenos Aires? ¿Y que hubiera pasado si Randazzo no se mantenía firme y ocupaba el lugar que hoy ganó Aníbal Fernández? Imposible saberlo. Desde sus apoyos mediáticos, Macri recibe la orden de detener su conversión en Makri y de endurecerse en su anti kirchnerismo. Estas mismas usinas no tardaron en asemejar la candidatura de Fernández en Buenos Aires a un collar de sandías.
Todos están lanzados. Esperar nuevas piruetas, bajo este escenario, es poco probable. Aunque dos meses es mucho tiempo.