Tucumán

En diciembre de 2001, los argentinos padecimos, sin sorpresa
pero con indignación, la brutal represión que puso fin a los días de Fernando
De la Rúa. Fue
una época violenta y ni siquiera la renuncia del gobierno aplacó los ánimos de
las fuerzas de seguridad: seis meses más tarde, la bonaerense asesinó a Darío
Santillán y Maximiliano Kosteki en la Estación Avellaneda. 

Los gobiernos de Néstor y Cristina Kichner se comprometieron
a no reprimir la protesta social. Las policías provinciales y sus jefaturas
políticas (los gobernadores) no siempre asumieron el mismo compromiso.
Aunque con excepciones, en Santa Fe hubo una continuidad a
partir de 2003: los gobiernos de Jorge Obeid, Hermes Binner y Antonio Bonfatti
adhirieron a la misma política.
El tucumano José Alperovich quedará en la historia como el
gobernante que rompió esa democrática tradición. No importan tanto las
elecciones: si hubo fraude, si hay clientelismo, si Manzur ganó bien. En
Tucumán la Policía
volvió a reprimir una protesta. Y esa es una triste noticia, la más triste.

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