El director de El Clan, Pablo Trapero, conversó ayer en Pausa en el Aire (por radioeme.com o FM 96.3) sobre el éxito de su film, el proceso de su producción, el contenido político de la obra y también, su gusto por el cine. Aquí la nota y el audio completo de la entrevista (¡que hubiera sido más larga de no haberse cortado!).
–¿Qué queda de aquel Trapero de Mundo Grúa, allá por fines de los ’90, a este de El Clan 2015?
–Básicamente todo, un poquito más viejo. Han pasado muchos años y son distintas etapas y distintos éxitos también, si querés llamarlo de algún modo. En su momento Mundo Grúa fue una película que para mí fue muy importante, significó un montón de cosas no sólo para mí sino para mucha gente. Y ahora con El Clan las cosas que están pasando son increíbles y pareciera que vuelven a desafiar récords, estadísticas y cosas por el estilo. Pero la verdad que las dos películas las hice con el mismo amor y las mismas ganas y pasaron muchos años en el medio y muchas experiencias pero es muy lindo hacer pelis y espero seguir haciéndolas con estas posibilidades que me dio el cine y las películas mismas en los años que vienen.
–¿Y cómo te llevás vos con el éxito que está teniendo El Clan?
–Mirá… Depende de lo que cada uno defina por éxito: si se mide por cantidad de espectadores, si se mide por la reacción de la gente que vos querés o respetás, si se mide por los premios, si se mide por las críticas… es muy difícil dar una definición que contenga a todos. Pero convivo felizmente con la aceptación que tienen las pelis, me hace muy feliz y me hace sentir muy privilegiado. Sobre todo porque hacer películas es muy complicado, lleva mucho tiempo, mucha energía, muchos recursos, mucha gente… y saber que cada una de las pelis, al final de todo el recorrido que significa la producción, tiene gente que las espera y además, en el caso de El Clan, se convierte en un fenómeno que supera las expectativas de todo el mundo, hace que sea muy gratificante, realmente.
–El Clan es un thriller policial basado en hechos reales, pero a diferencia de otras películas que pueden encuadrarse en ese género, vos le diste mucha densidad política. ¿Por qué tomaste esta decisión y cuál pensás que es el momento político más fuerte que tiene?
–Creo que lo más fuerte que tiene es que a través de un caso policial muy conocido y del retrato familiar, de la relación íntima de los vínculos de esa familia, se puede ver también una época de la Argentina quizás poco retratada en el cine, que son los últimos años de la dictadura, sobre todo a partir de la guerra de Malvinas y de la llegada de la democracia, con todo lo doloroso y lo difícil que fue esa transición. Y la verdad siento que es muy emocionante lo que se puede descubrir a través de este caso sobre lo que pasaba en la Argentina de esa época, y también sobre los ‘links’ que de alguna manera tiene con la actualidad.
–¿Vos conocés personalmente la sociedad de San Isidro, esa clase social que aparece tan bien relatada hasta en sus conflictos? ¿Qué relación tenés con esa gente? ¿Cómo hiciste para hacer esa reconstrucción?
–No. No viví ahí, no soy de ahí, soy de San Justo (partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires). Pero sí hice mucho trabajo de investigación, que empezó varios años antes de iniciar el rodaje. Por la naturaleza de la historia, llevó mucho tiempo encontrar esos detalles que hoy están en las escenas, y que entre el lado policial, la actividad de la familia y el mundo del barrio, la cotidianeidad en relación a sus vecinos… llevó bastante tiempo de investigación, y significó ver a los vecinos, a los compañeros de Alejandro (Puccio) que jugaban con él en el club (de rugby, el CASI), amigos de las familias que habían frecuentado la casa, jueces como María Servini de Cubría o (Alberto) Piotti que en su momento llevaron las causas (penales contra los Puccio), familiares de las víctimas que también nos permitieron reconstruir un poco el universo del otro lado, a través de las conversaciones telefónicas que mantuvieron o del contacto directo que tuvieron en las negociaciones, el cobro de rescates, las fosas (donde eran tiradas las víctimas). Fue bastante tiempo de trabajo en ese sentido porque si bien era un caso muy famoso había muy poca información, más allá de las noticias que habían salido en su momento sobre los casos más conocidos.
–Saliendo del proceso de El Clan y entrando en otro terreno: ¿te pasa que hay algún ícono del cine que no te guste o que no quieras relatar como él, o alguna película icónica que digas: “a mí esto no me gusta y lo sostengo”?
–Creo que tengo el problema de que me gusta mucho cine diverso, y películas que no me imagino haciendo, o que incluso me aburriría pensar en hacer, me gustan como espectador, y películas que distan mucho de mi realidad o mi cotidianeidad me terminan entusiasmando. Desde Citizen Kane (de Orson Welles) hasta la película de pochoclo de fin de semana. Veo mucho cine muy diverso y casi siempre encuentro algo que merece la pena ese rato en el cine. Obviamente que hay películas que no me gustan nada y otras que quizás no son tan famosas que me gustan mucho, pero disfruto mucho de ver cine.