Médula, por Fernando Callero
Agua. Nadamos alejándonos de la costa. Es un río limpio,
como el Uruguay. No se cruzan camalotes y tiene ese regusto ácido del basalto.
La margen opuesta no se ve, se extiende enorme y amorfo bajando hacia la
derecha con el cielo como único límite. En un momento aflora un pedazo de muro,
una construcción destruída por la creciente. Nos trepamos un rato a descansar.
No sé quiénes somos.
como el Uruguay. No se cruzan camalotes y tiene ese regusto ácido del basalto.
La margen opuesta no se ve, se extiende enorme y amorfo bajando hacia la
derecha con el cielo como único límite. En un momento aflora un pedazo de muro,
una construcción destruída por la creciente. Nos trepamos un rato a descansar.
No sé quiénes somos.
Más atrás, a mitad de camino de la costa, hay otra
afloración de edificio pero más completa.
La segunda planta de un restorán o club náutico, al parecer, porque se
ve uno de esos frigoríficos enormes con puertas de madera, algunas de ellas
abiertas o arrancadas. Me tiro un clavado desde el muro y nado hasta alcanzar
la plataforma. Los otros dos me ignoran y se quedan secándose en el muro.
afloración de edificio pero más completa.
La segunda planta de un restorán o club náutico, al parecer, porque se
ve uno de esos frigoríficos enormes con puertas de madera, algunas de ellas
abiertas o arrancadas. Me tiro un clavado desde el muro y nado hasta alcanzar
la plataforma. Los otros dos me ignoran y se quedan secándose en el muro.
Recorro la ruina. La heladera conserva algunas botellitas de
Pepsi intactas, pero las dejo donde están. Supongo que deben haberse vencido
hace añares. Los otros vuelven hacia la costa, yo tambien, pero manteniendo
cierta distancia. Si ellos quieren
apartarse yo voy a hacer la mía, aunque secretamente estoy celoso y
quisiera pertenecerles. Cuando por fin llegamos a la costa, después de caminar
unas calles desiertas con galpones y frentes de casas despintados, los tres
coincidimos en una misma casa. Ella y él se van a dormir juntos. Yo me quedo
revisando una heladera vieja buscando algo con que masturbarme.
Pepsi intactas, pero las dejo donde están. Supongo que deben haberse vencido
hace añares. Los otros vuelven hacia la costa, yo tambien, pero manteniendo
cierta distancia. Si ellos quieren
apartarse yo voy a hacer la mía, aunque secretamente estoy celoso y
quisiera pertenecerles. Cuando por fin llegamos a la costa, después de caminar
unas calles desiertas con galpones y frentes de casas despintados, los tres
coincidimos en una misma casa. Ella y él se van a dormir juntos. Yo me quedo
revisando una heladera vieja buscando algo con que masturbarme.
A.M.
Rutina con Sole.
Trabajamos la pierna izquierda, tarea que había quedado interrumpida el día
anterior por la visita a la psicóloga y
a la psiquiatra.
Trabajamos la pierna izquierda, tarea que había quedado interrumpida el día
anterior por la visita a la psicóloga y
a la psiquiatra.
Visita antipática de Adriel el neurólogo. Mueva los dedos.
No pude. Lloré. Después vi a uno de los médicos y lo llamé para mostrarle que
podía.
No pude. Lloré. Después vi a uno de los médicos y lo llamé para mostrarle que
podía.
No vino el urólogo a hacerme los estudios. Sigo con la
bolsita.
bolsita.
P.M.
Trabajo con el kine Mariano. Control de tronco: pasar cosas
de un lugar a otro, sentado. Cama de bipedestación. El hombre nuclear. Cambio
el ángulo con el control remoto hasta quedar de pie.
de un lugar a otro, sentado. Cama de bipedestación. El hombre nuclear. Cambio
el ángulo con el control remoto hasta quedar de pie.
Visita de Simón: papeles
de Iapos. Alfajores. Se pasa rapidísimo.
de Iapos. Alfajores. Se pasa rapidísimo.
Rompí un apoya pie de la silla subiendo una rampa.
Cena.
Clona.
Zzzzz.
Publicada en Pausa #162, miércoles 23 de septiembre de 2015
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