Cerraron las testimoniales en el juicio contra Hugo Tognoli por encubrimiento y coacción.
Por Gabriela Albanesi
El delito de encubrimiento es uno de los más difíciles de probar porque su esencia es justamente la destrucción de evidencias que puedan mostrar que se cometió una irregularidad. Y esa es una de las acusaciones con que el 14 de septiembre la Justicia sentó en el banquillo de los acusados al ex jefe de la Policía provincial, Hugo Tognoli, en el Tribunal Oral Federal de Santa Fe.
Contra la pared, en la sala de audiencias, lo acompañan otros dos agentes de la ex Dirección de Drogas Peligrosas: el ex subjefe de Inteligencia José Luis Baella, a quien el fiscal que realizó la instrucción de la causa, Walter Rodríguez, marcó como el vínculo directo entre el jefe de Policía y los narcos; y Mauricio Otaduy, sindicado como el autor del video con el que se intentó extorsionar a la titular de la ONG Madres Solidarias, Norma Castaño, para que retirara una denuncia que había realizado en contra de Tognoli. Los otros dos acusados son Fernando Torres, detenido el 11 de julio de 2012 en la Terminal de Ómnibus de Santa Fe con dos kilos de cocaína en un procedimiento que dio luz verde para que, al día siguiente, se allanara la casaquinta de Daniel “Tuerto” Mendoza, quien se convirtió en el quinto imputado. En esa vivienda, ubicada en bulevar Los Jazmines y calle Las Encinas, en Colastiné, se encontró una cocina de droga donde se rebajaba la cocaína y desde donde los testigos cuentan que se distribuían estupefacientes a más de 20 kioscos en el norte de la ciudad de Santa Fe.
En las ocho audiencias de declaraciones testimoniales, el Tribunal presidido por el juez José María Escobar Cello e integrado por Luciano Lauría y María Ivón Vella escuchó el relato de 50 testigos que reconstruyeron –entre preguntas de la Fiscalía y de los defensores– qué pasó entre el 3 de marzo y el 25 de agosto de 2011, cuando Tognoli era jefe de Drogas Peligrosas, y el 3 de marzo de 2012, ya como jefe de la Policía: los dos momentos en los cuales el fiscal Rodríguez detectó pruebas suficientes de la connivencia con el narcotráfico como para pedir la elevación a juicio oral.
Hubo tres declaraciones clave. La primera fue la de Norma Castaño, porque contextualizó el caso y relató el drama y las dificultades que enfrentan tanto para denunciar como para recibir ayuda quienes padecen en su núcleo familiar un caso de adicción. Contó también cómo a partir de la adicción de su hijo Gabriel, que tenía 16 años en 2003, ella comenzó a inmiscuirse en el submundo narcocriminal para conocer quiénes eran los vendedores de droga barriales. Así conoció a Mendoza. “Cuando asumió Hugo Tognoli al frente de la Dirección General de Prevención y Control de Adicciones (Drogas Peligrosas), pedimos una entrevista con él para ponernos a su disposición. Lo hacíamos con todos los jefes de Drogas. Queríamos colaborar para que no se vendiera más droga en los barrios. Una semana después de que asumió, lo fuimos a ver junto con otra madre y quedamos que nos íbamos a apoyar mutuamente. Tognoli me dijo que él no podía confiar en los agentes que tenía a su cargo y que sabía que yo tenía mucha información sobre los vendedores. Me empezó a pedir datos y me pidió si yo podía acercarme a Mendoza. En esa época yo vendía ropa y con esa excusa fui a la casa de Mendoza, que vivía en Galicia al 1700”.
Castaño agregó: “Hacía poco que él había salido en libertad, había estado preso por otra causa. Nosotros le creímos a Tognoli que iba a investigar. Hasta que empezamos a notar cosas. Un día fuimos a su oficina con otra madre a denunciar a un narco que vivía enfrente de la casa de ella y a las dos horas ella lo vio a Tognoli en la casa del narco. Yo se lo reclamé y él primero trató de negarlo y después me dijo que había ido a verlo como parte de la investigación. Tiempo después, me cruzo con otro agente de Drogas que me dice que Mendoza se había mudado y me cuenta que se fue a la casa de Colastiné. Cuando vi la casa y los autos que tenía, me enojé mucho con Tognoli y le hice la denuncia en la Justicia provincial, ante el juez Néstor Troncoso, pero nunca pasó nada”. Luego, la defensora de Mendoza, Hilda América Knaeblein, le preguntó si alguna vez le había comprado droga a su defendido; Castaño confesó: “Tognoli me dio plata para que le comprara droga a Mendoza, yo lo hice y se la llevé a Tognoli. Hice algo fuera de la ley para llevarle información”.
Policías y arrepentidos
El segundo relato clave fue el de Néstor Zapata, jefe de Asuntos Internos en 2012, y el de los agentes Diego Campagnoli y Carlos Ibarra, a quienes Zapata designó al frente de la pesquisa que se originó con una denuncia anónima en febrero de 2012, que detallaba nombres de civiles y policías, entre ellos Baella y Tognoli, implicados en la venta de drogas. Zapata, Campagnoli e Ibarra contaron cómo se llevó adelante la complejísima tarea investigar a su máxima autoridad.
Hubo un momento determinante: la noche del 3 de marzo de 2012, cuando Campagnoli e Ibarra –de guardia a menos de 30 metros de la casa de Mendoza– vieron al móvil 3.648 de la Dirección General de Prevención y Control de Adicciones, el Chevrolet Corsa color champagne que siempre conducía Baella, levantar al Tuerto Mendoza en su casa y, tras una vuelta de unos 15 minutos, dejarlo en la puerta. Inmediatamente, una antena de telefonía ubicada a escasa distancia de la casa de Mendoza detecta el teléfono de Baella en el lugar; desde ese aparato sale un mensaje de texto de 54 caracteres al teléfono de Tognoli. Estos dos agentes vieron también cómo el móvil de Baella y una camioneta Peugeot 504, también de la ex Drogas Peligrosas, escoltaban a un camión de carga mientras cruzaba la ciudad desde el distrito de la costa hasta la autopista Santa Fe-Rosario. Cuando averiguaron los datos de la patente del camión, saltó que pertenecía a un auto Renault Twingo registrado en Buenos Aires.
[quote_box_right]Castaño confesó: “Tognoli me dio plata para que le comprara droga a Mendoza, yo lo hice y se la llevé a Tognoli. Hice algo fuera de la ley para llevarle información”[/quote_box_right]
El tercer relato clave es una espina dorsal de la causa. Se trata del testimonio de un arrepentido que declaró de manera encubierta y que contó el funcionamiento interno de la estructura delictiva. Entre otros detalles, dijo que él era un cadete que se encargaba de distribuir la droga en los kioscos que manejaba Mendoza junto con otro detenido por narcotráfico, el productor musical Raúl Basimiani, y que se comercializaban entre 40 y 50 kilos de cocaína y entre 400 y 500 kilos de marihuana por semana. También detalló que Baella, a quien le decían El Jefe, era quien personalmente llevaba la droga en cajas y bolsas hasta la casa de Mendoza y que las ganancias iban directamente a “la Corona”, como llamaban a Tognoli.
Los alegatos
Tras las testimoniales, comenzó el martes 13 de octubre la etapa de alegatos. El primero, del fiscal federal Martín Suárez Faisal. De los cinco acusados, el caso más complejo es el de Tognoli. Suárez Faisal deberá demostrar que el ex jefe de la Policía incumplió sus deberes de funcionario público y frenó las investigaciones en contra de Mendoza. En ese sentido, la Fiscalía comparte el criterio que tuvo la Cámara de Apelaciones cuando analizó el caso y consideró que, como autoridad máxima de la fuerza, Tognoli no podía desconocer los vínculos de sus subalternos con el narcotráfico.
La estrategia del defensor de Tognoli, Andrés Rabinovich, es sostener que el jefe era solo una figura política dentro de la fuerza, que tenía incumbencias administrativas y que por eso no podía conocer lo que hacían cada uno de los agentes en la calle. Rabinovich adelantó su estrategia cuando hizo declarar a Tognoli. El argumento central fue que él estaba en el vértice superior de la pirámide jerárquica y que desconocía lo que pasaba en la ex Drogas Peligrosas. Con esa declaración no sólo se despegó de Baella, sino que además mencionó en varias oportunidades a su jefe político, Carlos Iparraguirre, que en 2008 era secretario de Seguridad Pública y promovió a Tognoli como jefe de Drogas.
“Nunca di una orden para que se hiciera algo ilegal en contra de Castaño”, contó Tognoli. “Nunca le ordené a Baella investigar a Castaño o a Mendoza. Mal pude mandar a coaccionar a alguien si ni siquiera sabía que me había denunciado. Castaño iba a la DGPCA a ver a una amiga, Carmen Locket, que trabajaba como jefa de área de Prevención. En esas visitas, después iba a mi oficina. Nunca fue sola, siempre fue con otra mujer, María Silva, y nunca me pasaron información ni ningún tipo de denuncias. En una ocasión, me pidió una oficina para atender a los adictos; otra vez me pidió si podía conseguirle una casa a ella, a través de Iparraguirre, y meses después quería una casa para el hijo. Todos esos pedidos se los transmití a Iparraguirre porque sabía que él conocía a Castaño”.
En el polo opuesto pero sobre el mismo eje, alegará el abogado Néstor Oroño en defensa de Mauricio Otaduy. El policía llegó al juicio con el menor de los delitos: está acusado de haber filmado el video en el que se ve a Norma Castaño hablar con Daniel Mendoza en la puerta de su casa, en el barrio René Favaloro. El video está filmado desde la casa de enfrente a la de Castaño, donde vive Otaduy con su familia. El policía, que recién fue pasado a disponibilidad cuando el juicio ya llevaba dos semanas de audiencias, intenta despegarse con el argumento de que él filmó el video, pero que solo cumplió la orden de un superior y que desconocía que iba a ser utilizado para amenazar a Castaño. La Fiscalía no le cree. Y una de las principales pistas de que sí sabía que el encuentro estaba armado para que él pudiera filmarlo lo reveló el propio Otaduy cuando contó que le pidió a su esposa que saliera a la vereda a ver si Mendoza había llegado.
[quote_box_left]Un testigo arrepentido detalló que Baella, a quien le decían El Jefe, era quien personalmente llevaba la droga en cajas y bolsas hasta la casa de Mendoza y que las ganancias iban directamente a “la Corona”, como llamaban a Tognoli[/quote_box_left]
En el caso de Baella, el fiscal cuenta con pruebas difíciles de rebatir. Sobre todo porque entre su declaración y las de los testigos se detectaron muchas contradicciones. Numerosas declaraciones dieron cuenta de la relación cercana que tenía el ex subjefe de Drogas con Mendoza y Basimiani. A esos vínculos, se suma que Baella fue traslado desde Coronda a Santa Fe por orden de Tognoli. Baella fue el único imputado que declaró dos veces: en las dos ocasiones negó todos los hechos, pero en la última agregó que hubo una “mano negra” que lo acusó a él y que las declaraciones del testigo encubierto fueron tan duras en su contra porque él había colaborado en su detención.
Para Mendoza, su abogada tiene preparada una explicación con dos aristas. Para matizar la acusación por narcotráfico, va a advertir que los 10 kilos de cocaína y los elementos vinculados a su partición y envoltura encontrados en casa de Mendoza, en realidad no constituyen una cocina de droga propiamente dicha porque allí no se fabricaban los estupefacientes. En paralelo, para despegar a su cliente de la acusación de coacciones contra Castaño, va a alegar que ellos tuvieron una relación sentimental y que la mujer lo denunció “por despecho”.
Por último, en el caso de Fernando Torres, el alegato estará a cargo del defensor oficial, Martín Gesino. Torres está acusado por haber transportado dos kilos de cocaína desde la casa de Mendoza hasta la Terminal de Ómnibus, donde cayó el 11 de julio del 2012, en el baño de damas.
Publicada en Pausa #163, miércoles 14 de octubre de 2015
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No se de que pruebas hablan si no presento ninguna prueba el fiscal. Lo que dijo es basarse en indicios de otros hechos una payasada el testigo de identidad reservada no solo que tiene causa por narcotrafico y trata de persona si no que no pudo decir dos veces lo mismo tiene mas contradicciones que Castaño que hace desde el 2003 que dice que compra drogas para presentar como pruebas en la direccion de droga y nadie hace nada yo no se porque todavía no esta presa si la compra de droga es un delito aparte que hay msj de texto de ella con mendoza donde la invita a cenar y nose como el fiscal de un msj de texto que habla de tres videos con audios llega a la conclusión de un video sin audio. Aparte que la extorsion no solo se cayo cuando dijo que no tenia miedo sino que es un delito imposible de llevar a cabo ya que ella no podia retirar la denuncia hecho porque la realizo en la fiscalia. Antes de escribir aprendan algo ya que escriben de forma de darle el sentido que quieren y no de forma objetiva no entienden nada y seguro no leyeron nada de la causa
Te dejo un regalito de la sra ñoqui Castaño el curro del dolor
https://www.facebook.com/comunidad.desantotome/photos/a.191204247734187.1073741827.191204117734200/459168610937748/?type=3
y mi comentario que paso?
Disculpas Federico, hubo un retraso técnico.