El psiquiatra y militante Alfredo Grande presentó su último libro en Santa Fe. Cuestiona al Estado, al mercado y al consumismo bajo conceptos teóricos y de relevancia política.
Invitado por la Asociación Civil Juanito Laguna, Alfredo Grande estuvo en Santa Fe para presentar su último libro, Cultura represora. De la queja al combate, que reúne las crónicas que publica semanalmente en la Agencia de Noticias Pelota de Trapo. El texto se presentó por primera vez en Hotel Bauen de Buenos Aires el pasado 6 de junio, como cierre del tercer Encuentro de la gratitud militante, una actividad que organiza la cooperativa de salud Atico, que Grande fundó y preside desde 1986. En esa oportunidad, el autor junto a Vicente Zito Lema y Diana Maffía recordaron especialmente a Alberto Morlachetti, fallecido en el mes de abril, quien “no deja espacios vacíos. Su ternura, con la que nunca dejó de asegurarse la victoria, no deja hendija sin cubrir”.
Psicoanalista, médico psiquiatra, docente, conductor del programa radial Sueños Posibles y militante de izquierda, Alfredo Grande también publicó Crónicas de Trapo, El crimen de la paz, Crónicas desangeladas y Que cien años fue ayer. Momentos antes de la presentación en Santa Fe, el autor dialogó con Pausa: “Mi concepción teórica se llama psicoanálisis implicado, que se define como analizador del fundante represor de la cultura. La cultura, tal como la conocemos y la padecemos, tiene un fundante represor que no aparece en la superficie espontáneamente. Intentamos poner en la superficie ese fundante represor en las dictaduras cívico militares, pero casualmente a veces también se ocultan, por ejemplo con el Mundial de 1978, la plata dulce y la guerra de Malvinas. El nazismo también lo tenía con los desfiles y los Juegos Olímpicos. O sea que aún las dictaduras más atroces pretenden ocultar ese fundamento represor. En democracia, está mucho más oculto y se ve a través de los analizadores”.
[quote_box_left] "Lo importante es resistir. Cuando uno resiste se siente sano, contento, libre. Cuando no resiste se vende, a veces al peor postor. La derecha tiene certezas y la izquierda no puede perder las convicciones". [/quote_box_left]
“Cada uno de mis trabajos es el análisis de un fragmento de la realidad. Por ejemplo, escribí dos artículos sobre la banalidad del bien haciendo una comparación con el concepto de la banalidad del mal de Hannah Arendt; digo que el bien también se ha banalizado: parece que ante la catástrofe los argentinos somos solidarios y nos ayudamos, pero éste es un concepto muy banal porque lo que hay que evitar son las catástrofes. Intentamos hacer un análisis fuertemente crítico que se opone al pensamiento único, que es la cultura represora: hay un único Dios verdadero, una sola manera de pensar la realidad y, en la actualidad, si no sos kirchnerista sos gorila. Ese tipo de cosas no deja espacio para otras versiones”, advirtió.
—¿Cómo reprime el Estado?
—Hay un gran debate. Siguiendo al marxismo clásico, el Estado es la organización jurídica de la clase dominante, y me parece encubridor y mentiroso decir que el Estado somos todos. Esa es una de las grandes falsedades de la cultura represora, que no miente ni dice la verdad: falsea todo el tiempo. O sea, somos todos en el sentido más genérico y banal del ser, pero en el sentido del ejercicio de ese ser, en el hacer queda muy claro que el Estado privilegia a través de determinadas prebendas a ciertos sectores y desatiende a otros. Cada vez que hay una política para todos, es represora porque no se puede hacer una política para todos, sería negar la esencia de lo social que es la lucha de clases. Cada vez que alguien pretende abarcar el universo está haciendo ficción científica. Todo lo que es único es encubridor de la diferencia.
—¿Y en qué otros ámbitos cotidianos se ve la represión?
—Un ejemplo claro es la publicidad que genera un sobreconsumo de cosas inútiles o tóxicas. La publicidad no es la difusión; es crear una realidad alucinatoria sobre determinados productos, por ejemplo asociar a un chico cansado con tomar un yogurt. Es una cosa delirante y psicótica. El consumismo es justamente el efecto en la vida cotidiana de la cultura represora: te llenás de cosas que no sirven para nada, con ofertas que no podés rechazar y el endeudamiento no es la base de la fortuna sino de la catástrofe. Pensemos en lo que pasó con el cianuro en San Juan después de tanto hablar del fracking: ahí la está la publicidad de la Barrick Gold diciendo que no pasó nada pero por las dudas que tomen agua de bidones. La publicidad es el opio de los pueblos.
Unión sí, unidad no
Interpelado por la situación de los grupos políticos de izquierda en Argentina, Alfredo Grande sentenció: “La izquierda no existe. Están los famosos grupos de centro izquierda y el retroprogresismo que le hace el juego a la derecha, y con ello se les ha puesto el nombre de izquierda a personas que en realidad son de derecha, por ejemplo Aníbal Ibarra. Luis Zamora, en 2002, dijo ‘ni con Carrió ni con la izquierda’. O sea que hay dirigentes de izquierda que se desmarcan de ella, lo cual no deja de ser llamativo. Después hay una izquierda que no comulga ni acepta la lucha de clases y busca una especie de policlasismo progresista y populista. Yo hablo de la izquierda que reconoce el carácter clasista, anticapitalista y antiimperialista. Que las tres opciones presidenciales sean de derecha habla de lo que fueron estos últimos 12 años, que de alguna manera se trató de reordenar algunas cosas, mitigar las peores consecuencias de otras y crear un cierto bienestar, pero donde los grandes grupos financieros de poder fueron beneficiados todo el tiempo. De hecho, la ley de entidades financieras es la de Martínez de Hoz. Mejor homenaje imposible”.
En ese sentido, Grande afirmó que “es complicado lograr una izquierda clasista y combativa en Argentina, hay un espacio del policlasismo realmente muy difícil de erosionar porque tiene apoyo de la derecha. Y a la derecha le viene muy bien el progresismo, una barrera que hace infranqueable cualquier política de clase, que desapareció en Argentina desde la masacre de Ezeiza en adelante. El peronismo siempre salió por derecha. No hay interés en crear condiciones objetivas y subjetivas para un real avance de movimientos populares, autogestionarios, sindicatos combativos y demás. Pensemos que el kirchnerismo nunca le dio personería jurídica a la CTA cuando era única y eran todos buenos muchachos porque la CGT no quería. Y ahora ya es tarde: se dividieron y está todo perdido”.
“Estamos en manos muy malas pero siempre hay peores. Acá en Argentina hay una especie de idolatría de la democracia porque si no es eso es dictadura, esa otra trampa que nos metieron”, añadió.
—¿Qué cosas deben saldar los sectores de izquierda?
—La unión, no la unidad porque es represora. La unión tiene que ver con la militancia, con la praxis concreta, con el respeto a las diferencias, eventualmente con frentes electorales como ocurrió con el Frente Amplio en Uruguay. Las izquierdas en Argentina están a la defensiva porque han sido muy maltratadas y acorraladas. En el campo de la izquierda hay mucho macartismo y cultura represora hacia dentro, entonces se crean esos antagonismos absurdos y ridículos entre socialistas, populistas, troskistas e izquierda peronista.
“Lo importante es resistir. Cuando uno resiste se siente sano, contento, libre. Cuando no resiste se vende, a veces al peor postor. La derecha tiene certezas y la izquierda no puede perder las convicciones. Debemos tener una base ideológica mínima en la cual no se pueda dar ni un paso atrás. Necesitamos un programa común que reivindique hitos fundamentales de la resistencia popular. Si dejamos que a eso lo haga la socialdemocracia, la derecha populista, la centroderecha o los radicales que no bajan la bandera, ahí naufragamos. El 17 de octubre ya fue una vez, nunca más. Después vinieron las intermediaciones que hizo Perón. Y como el peronismo no quiso ser revolucionario, entonces no será. Algo va a aparecer, seguramente será una izquierda consecuente con la lucha contra el poder burgués”, finalizó Grande.
Publicada en Pausa #164, miércoles 28 de octubre de 2015