Yegua y Montoneros fueron los primeros epítetos que se le adjudicaron al kirchnerismo, cuyo ciclo termina el 10 de diciembre, dejando en la historia una marca excepcional.
El lema que poblaba los carteles en los cacerolazos pasó a ser enunciado repetido en las pantallas de TV. Régimen autoritario y dictadura fueron los rótulos para una sucesión de tres gobiernos democráticos que restauraron el orden institucional perdido en 2001 y, con él, la capacidad de mando del Estado sobre áreas estratégicas antaño perdidas para lo público. A esas acciones del Estado se las caratuló, también, como revanchismo.
YPF y Anses son las naves insignia de una era de intervención pública en el mercado que combinó desde programas de sostenimiento del salario para empresas en crisis, como el Repro, hasta inversiones monumentales en educación –como las que se pueden ver en nuestra zona en la Ciudad Universitaria o el Polo Tecnológico de Conicet–, pasando por el estímulo a la construcción que significó el Procrear, que hizo realidad la vivienda propia para cientos de miles de integrantes de la clase media que tan, tan, tan lejos estaban de dejar una vida de alquiler. La primera mojada de oreja que viene rápido al recuerdo: Ginés González García reventando las patentes farmacéuticas y su letal negocio con la Ley de Genéricos. El Laboratorio Industrial Farmacéutico de nuestra provincia es un corolario de aquella vieja medida.
[quote_box_left] La legitimidad de la política –recuerden: “Que se vayan todos”– se restauró con la integración de las fuerzas y organizaciones sociales que resistieron los embates del neoliberalismo desde los tiempos mismos de la dictadura. [/quote_box_left]
Los años que se abrieron después de la crisis con el campo fueron también los años de la furia mediática opositora y, además, de la peor crisis económica mundial desde 1930. Argentina capeó ese temporal internacional que signó dos tercios del gobierno kirchnerista sin mayores pérdidas en su nivel de vida. Crisis en México y en Brasil produjeron, en los 90, la destrucción de miles de empleos. Una década después, la caída de la principal potencia económica mundial y la debacle europea apenas generaron una merma en las cifras del crecimiento económico, un par de años salteados de recesión, otro par de estancamiento. Los puestos de trabajo fueron protegidos: jamás en toda la historia económica argentina reciente el Estado obró así. Cristina deja el poder con una desocupación baja: 5,9%.
La legitimidad de la política –recuerden: “Que se vayan todos”– se restauró con la integración de las fuerzas y organizaciones sociales que resistieron los embates del neoliberalismo desde los tiempos mismos de la dictadura. Los piqueteros y el movimiento de Derechos Humanos le dieron sustento y carnadura al kirchnerismo. Somos una Nación que asumió sus crímenes de su Estado, el genocidio no quedó impune. Otra sería nuestra vida diaria si siguiéramos viendo a los torturadores clavándose una parrillita en un comedor, paseando trancas por la Costanera o yendo de putas y whisky a los cabarets del centro, como fue costumbre alguna vez, no hace tanto... Pero bueno: hay quienes ven en los juicios una mera vendetta montonera.
[quote_box_right] Los puestos de trabajo fueron protegidos: jamás en toda la historia económica argentina reciente el Estado obró así. Cristina deja el poder con una desocupación baja: 5,9%. [/quote_box_right]
El período 2011-2014 fue el más complicado. Los efectos de la crisis mundial se desplazaron, los precios de las exportaciones agropecuarias cayeron, la inflación aumentó a cifras no recordadas y el discurso público oficial se mostró empecinado. Sin embargo, desde el paso de mando de Alvear a Yrigoyen (realizado dentro de un mismo partido ¡en 1928!), nunca una gestión entregó un país con tanta tranquilidad como en este 2015.
Esa es la dimensión de esos 12 años de excepción histórica, llamados kirchnerismo.
Publicada en Pausa #166, miércoles 25 de noviembre de 2015