Con apenas dos shows y un EP, el trío Guazú deja su sello y va por un premio.
Dos presentaciones en vivo y con tres canciones lanzadas de manera formal alcanzaron para posicionar a Guazú como un proyecto a tener en cuenta: sonido de impacto, escenas y climas acoplados en varios niveles y nominaciones para los Poquet Awards, son algunas de las puntas que Sebastián Malizia (guitarrista) juega sobre la mesa de un bar capitalino para presentar a la banda. A fines de 2013, el encargado de las guitarras ya tenía bien claro que quería seguir tocando, como venía pasando en Nuez, junto con Pablo Jaimet (también ex Fonoceronte, Peces Barbas…) “pero en un plan nuevo, para hacer cosas distintas a las que veníamos tocando con Nuez. Fue bastante accidentada esa primera etapa nuestra porque, aunque Garoto (Carlos di Nápoli, voz y bajista, también integrante de Nadanube) se nos sumó rápido, surgieron viajes, trabajos y otros episodios que no nos dejaban ensayar con regularidad”, dice Sebastián en charla con Pausa.
Esos avatares a sortear y la búsqueda de un sonido que dote de cierta forma a esas ideas que nacen como una réplica –indirecta– a fenómenos que los definen no sólo como artistas, sino como personas: “traemos incorporado mucho tiempo de escuchar la movida alternativa de los 90, del post-punk, de lo industrial… si es que eso dice algo en cuanto a cómo sonamos, yo todavía espero que alguien nos diga a qué sonamos”, se sonríe Malizia con la advertencia de que eso no es más que un recuento de etiquetas, pues en verdad lo que se alcanza a escuchar en Falanges, su EP largado este año, es más bien oscilante de acuerdo al momento de la canción, a lo que pida la jugada.
[quote_box_right]Lo industrial, lo electrónico y lo ambiental, son algunos de los desafíos autoimpuestos para los músico de Guazú. [/quote_box_right]
Ese vaivén entre diferentes temperaturas que pintan escenas grandilocuentes, con letras que indagan en lo abstracto de la experiencia sonora son detalles que distinguen a Guazú (la expresión guaraní para “grande”) como una propuesta que pretende correr al público de su zona de confort: “Pablo es ingeniero en sonido, lo que nos asegura una presencia en ese aspecto que es vital para intentar ser fieles a la idea; por su parte, Garoto es arquitecto, por lo que el provecho del espacio lo tenemos atendido para el momento de configurar la puesta en escena, ya que somos tres, tenemos que mostrarnos no solo coherentes con lo que tocamos, sino también sugestivos visualmente. Por mi parte, soy diseñador gráfico, por lo que hay cuestiones que tienen que ver directamente con mi profesión (como el contraste, la pregnancia, la armonía…) que aplicamos tanto en lo sonoro como en lo que presentamos como gráfica”.
Criatura creciente
Después de darle de comer a sus ideas durante más de un año y medio en la sala de ensayo, el proyecto del trío creció hasta ocupar escenarios como el del Explociclo, que cerraron junto con bandas estilísticamente hermanadas como Infusión Kamachui y Lithium, el tributo nirvanero. La repercusión fue más que pronunciada y los llevó a girar por radios, portales web y a colocarse en lo más alto de la escena local al contar con una nominación para los premios del rock santafesino, que serán el viernes 27 en Tribus. Su EP compite con el de Guille Estrubia y el de La voz del pueblo, “aunque nosotros ya ganamos bastante con solo figurar, atendiendo a la corta trayectoria que tenemos.” Como sea, esto no hace más que reforzar su ánimo para empezar a proyectar alguna producción audiovisual, la publicación de nuevas canciones y la búsqueda de nuevos escenarios donde hacerse escuchar.
Lo industrial, lo electrónico y lo ambiental, son algunos de los desafíos autoimpuestos para el verano inminente. El formato que mejor les cuadra para ir poniendo en juego sus distintas caras es el de EP, al que ya le sacaron beneficio pero que no habilitará letargo alguno para esas ganas de crecer indefinidamente, honrando su nombre.
Publicada en Pausa #166, miércoles 25 de noviembre de 2015
Tres canciones en Bandcamp