Una masa de alrededor de 300 personas se acercó hasta la delegación local de Afsca casi como acto reflejo a lo dicho por la cabeza del nuevo Ministerio de Comunicaciones, el radical cordobés Oscar Aguad. Juan del Campillo y 9 de julio fue sinónimo de congestión a eso de las 17.00 del lunes: motos, autos y bicicletas descargaron a comunicadores, periodistas, estudiantes, docentes, artistas, trabajadores de medios alternativos, de los no tanto y los para nada, con gran presencia también de particulares y algunos funcionarios.
La movida fue una réplica de las movilizaciones que se realizaron en varias localidades del país. Frente a la Casa Rosada, también, los manifestantes cubrieron todo el ágora.
A modo de radio abierta y mateada masiva, la cruzada por la Ley de Medios se alargó por dos horas con palabras de defensa de la normativa a cargo del ex diputado Antonio Riestra y de la diputada Silvina Frana, de referentes de organizaciones sindicales como Marcelo Delfor, de radios comunitarias como FM Chalet y Ochava Roma, del centro de estudiantes del Instituto 12, o de un par de integrantes de La Fede. Con la conducción de Cintia Mignone y Juan Manuel Berlanga, el micrófono amplificó la queja tanto por la amenaza recibida sobre la ley como hacia las pálidas novedades en materia del agro, la quita de subsidios en los servicios o el acecho alrededor de la cultura libre y gratuita. La Voz del Pueblo actuó en vivo, intercalándose con Charly y Los Redondos.
Otro que declaró fue el ex delegado de la sede santafesina de la autoridad que está velando por su autarquía: Juan Carlos Cesoni, concejal, celebró la reunión a la que calificó de “autoconvocatoria”, resaltando que la “sociedad ha tomado conciencia de que a lo largo de estos años se han logrado un montón de reivindicaciones que no tenía el pueblo décadas atrás. Toda esta gente está convencida que esta ley les garantiza el derecho a la libertad de expresión y a la comunicación y la defiende del avance de las corporaciones y monopolios".
Un patrullero que no tuvo que hacer más que la sola presencia por lo que duró la movida, que tenía un clima que combinaba su forma pacífica con la catarsis ya conocida, y nunca deseada. Ni siquiera imaginada por el joven inspector de tránsito, que confesó “nunca haber visto esto”.