Tenía que complicarse. En 18 horas volaron las entradas del Olé Tour 2016. Frustrado. Pasaron más de 20 años desde su primera visita. Yo cambiaba pañales y escuchaba atentamente los vinilos pensando que nunca pero nunca los iba a ver en vivo. Me abdujeron. Quería ser como ellos. Frente al espejo imitando a Mick o tratando de entender el porqué de sus letras cargadas de sucia poesía y denuncia, su irreverencia provocativa y el sexo embarrando todo. La muralla Stone: sonido de guitarras estridentes y cruzadas. Buscaba libros que cuenten sus anécdotas o películas en vhs para verlos en acción (que no se conseguían fácilmente, como el porro en verano).
Conseguimos las entradas unos días antes del concierto. Platea preferencial, justo al ladito de Charly. Tengo que decir que es ridículo ver a los músicos a 150 metros, pero sí es muy conmovedora la emoción colectiva. El canto multiplicado por todos, esa leve y efímera sensación de unión.
Arrancan mal muchos temas, lo loco es que lo corrigen sobre la marcha y terminan sonando brillantes. Es un dale que vamos y después nos acomodamos. Los finales existencialistas de los temas es ¡Se acaba el mundo, hay que prender fuego este escenario! Street fighting man sigue arengando a la rebelión… no al cambio. Paint it black sonó amenazante y muy actual.
El resplandor venía por muchos lados. Ellos escribieron sus canciones más duras y frontales en los años pesados de la guerra en Vietnam. Supieron transcribir esa frustración generacional que provocaba la guerra y las injusticias sociales en tiempos de revolución en las comunicaciones. Y cuando esa misma generación fracasó en el intento de vivir en Armonía, Paz y Amor, nadie lo contó mejor que The Rolling Stones. Ahí esta la obra maestra de Albert Maysles, el documental Gimme shelter para entenderlo. La guerra está a un disparo de distancia, el amor a sólo un beso nena. Es muy interesante que suenen tan actuales estas canciones 40 años después.
Dijo Keith: “voy a madurar cuando muera”. Qué ejemplar. Demasiado raro para vivir, demasiado bueno para morir. Nos enseña una idea que tenemos que aprender “no envejecemos… evolucionamos”. A mi hijo lo llevé al show del 2006 cargándolo en mis hombros y bancando el pogo del césped. Tenía 12 años y los vimos ahí nomás, bien cerca. Diez años después no podía dejar pasar la oportunidad de volver a compartir con él este viaje al corazón del Saltarín Jack Flash (nacido en un fuego cruzado de huracanes).
Cuando hicieron You can’t always get what you want la cantamos como un himno sagrado… fue un momento íntimo que vivimos todos juntos. Anybody seen my baby sonó muy desafinada, Mick no daba en el tono mientras Bernard Fowler (el corista quinto stone) hacía lo imposible por encaminarla, pero en el rap final hicieron las paces. Encima para el segundo show la cambiaron por Can’t you hear me knocking… me chiflé un demonio, ¡ese riff Keef quería oír yo!
El mayor gusto me lo dí cuando escuché los primeros acordes de Midnight rambler, sabía que en ese tema iban a profundizar su raíz pura de Blues y no me decepcionaron. Ronnie y Keith la sostenían y estiraban en su pesado tempo mientras Mick se poseía en una masa de esclavos negros y azotados bailando su tristeza. Darryl Jones se luce en Miss you, aporreando su bajo (sin el touch jazzero que tuvo con Sting o Miles Davis) y con un groove tan afro que justifica estar en las botas de Bill Wyman. Charlie es el sostén de todo. Es indudable que el jefe es él. Parece el abuelito buda que de la nada saca una patada de karate directo al mentón. A esta altura empecé a asustarme imaginando el pacto que deben haber hecho estos tíos con el cornudo.
Acto seguido, la piel de gallina cuando empezó la percusión a anunciar Sympathy for the devil. Como no iba a filmar una película Godard sobre esta declaración. Ahí si miré las pantallas gigantes, la combinación de la música con las animaciones en rojo fuego de calaveras y diablitos que proyectaban era lisérgica. En fin. Que más decir. Se pasó volando el concierto y el efecto caída lo estoy experimentando y seguirá girando en mi cabeza por mucho tiempo. Entender que se trata sobre la creatividad y la inspiración de unos espíritus indoblegables; sobre el arte y una actitud experimental frente al trabajo y la vida. Ahí vamos.