La primera jornada de los Carnabarriales tuvo lugar este sábado 20 en avenida General López frente a El Birri, con entrada libre y gratuita y con familias rebalsando cordones y ánimos de baile. La Vuelta del Paraguayo, Loyola Sur, Santa Rosa de Lima, Villa del Parque y Coronel Dorrego son algunos de los barrios que pudieron participar y que lo harán también el 27 cuando la fiesta se mude a Alto Verde.
Ni las trabas de siempre ni los sacudones de la tormenta del viernes 19 fueron más fuertes que las ganas de los barrios de hacer sus propios carnavales: los alrededores de la ex estación Mitre, punto de encuentro de actividades populares para la barriada de San Lorenzo, sirvieron de corsódromo para una docena de comparsas integrantes del Movimiento de Organizaciones Mugueras del Oeste. La cuadra larga de ingreso a El Birri vio desde la tarde hasta la medianoche a cientos de personas a pie que aprovecharon la gratuidad de la fiesta y dejaron sin stock a los almacenes y a los puestos de comidas adyacentes.
El espíritu de los corsos abiertos y realmente entre todos (que a esta altura nos resultan de antaño), prendió no solo el paso de los cientos de jóvenes y nenes que componían los desfiles producidos en Yapeyú o Cabal, sino también en el público que aprovechó la invitación del presentador: “Invitamos a la próxima comparsa, ¡y a que se sumen activamente! ¡A bailar!”.
Una de las performances más celebradas, además de la local (la numerosa Birrilata), fue la que será la próxima anfitriona de los Carnabarriales: La murga de los Renegados, con sus estandartes y ropas verdes y amarillas, se pusieron la camiseta de su historia y su identidad promoviendo el baile más furioso y los saltos más pronunciados, apenas como preámbulo para los festejos del sábado próximo cuando se repliquen (con mayor presencia de agrupaciones, como Los Payasos), en Alto Verde.
Un Momo inmenso erguido en la esquina de General López y San Juan se hizo cargo de todo el calor generado: el fuego ritual armó un remolino dancístico mientras las Dama Juanas esperaban para reventar sus gargantas a cantos, seguidas de Rezonga la Ronca y Minga que Cantamos.
Todavía algún golpeteo de caseta o un bombo manija retumba en la acústica de la vieja estación o contra el chapón de la Policía de Acción Táctica, que estuvo completamente rodeada por caritas pintadas y disfraces coloridos.
Fotografías: Milagros Casablanda e Isla.