Jujuy, Neuquén, Corrientes, el país y también Santa Fe: la Secretaría de Agricultura Familiar, que atiende a los verdaderos pequeños productores rurales, está en pleno desguace. 80 despidos se están sustanciando en la provincia.
–Dentro de tu familia y tus conocidos, ¿vos tenés gente contenta porque se están despidiendo a los ñoquis?
La gringa suspira, recibe el golpe bajo y tambalea la voz.
–Dentro de mi familia extendida… Yo creo que no se animan a decirme, pero estoy segura de que sí.
–¿Y vos qué les dirías?
–Nosotros como trabajadores del Estado y en las condiciones en que laburamos… Nosotros no tenemos oficinas, tenemos un vehículo cada tanto, ponemos vehículos nosotros, nos movemos a dedo, en colectivo o como fuere, ponemos computadoras, impresoras, hicimos toda una inversión en estos años cada trabajador para seguir laburando. Y decidimos hacerlo. Y nuestra familia más cercana y más grande nos ha visto laburar. Cuando nos vienen a visitar no estamos, o estamos de viaje. Así que yo creo que se les cae el relato del ñoqui. También, me parece que el oficialismo tiene todos los medios para instalar la idea. Entonces es muy difícil deconstruir esto en poco tiempo. Pero lo vamos a hacer, vamos a demostrarlo.
El primer piso del Hotel de UNL-ATE está lleno de estereotipos rurales. Chicas de piel mestiza. Hombres colorados de manos gordas. Y la galvense Karina Kasprzyc, paya y redonda, que no puede ser más gringa. La reunión congrega a los delegados de ATE en la Secretaría de Agricultura Familiar, un área comandada por el santafesino Oscar Alloatti, parte del organigrama del Ministerio de Agroindustria de Ricardo Buryaile, el ruralista de Confederaciones Rurales Argentinas que en 2008 pidió disolver el Congreso “si los legisladores ratifican las retenciones”.
El recuerdo tiene una razón. La primera medida de gobierno de Mauricio Macri fue la quita de retenciones a todos los cultivos y la reducción progresiva al de soja. Pero para las familias campesinas, marzo comienza con la práctica disolución de la secretaría que las cobija, a fuerza de despidos masivos que comprometen a los cerca de 1300 agentes del área. En Santa Fe, la notificación le fue dada a los 80 empleados del área que Kasprzyc representa gremialmente.
Siempre es mejor con miedo
Los despidos y los ceses de contratos que fueron continuados durante años requieren el ajuste a normativa de derecho laboral. Contrariamente a lo estipulado, el gobierno nacional viene ajustando con un método extendido y sistemático de irregularidad, como ya se vio en el Inadi.
La Secretaría de Agricultura Familiar no es la excepción. En primer lugar, los despidos no se encuadran en el decreto de persecución política del Ministerio de Modernización, que atacaba a los recientemente incorporados al Estado. Los agentes de Agricultura Familiar en general están hace muchos años trabajando para el Estado.
Los despidos no miran en diferencias provinciales: los hay en Neuquén y en Jujuy, donde ya llegaron los telegramas de despido para 16 personas; tres son delegados gremiales y tienen fueros. No importa. Tampoco importó que no haya habido ninguna instancia de evaluación o de exposición de los criterios para echar a los empleados. En otras provincias hay correos electrónicos personales. O rumores. O una nota enviada desde la secretaría a la autoridad gremial, como en Corrientes y en Santa Fe. El secretario gremial de ATE, Adolfo Avallone, recibió el aviso del coordinador de la secretaría en la provincia, Daniel Minniti: llegó “la nota” a Santa Fe, 80 despidos en Agricultura Familiar, comunicados por teléfono al representante gremial el 3 de marzo, cerca de la medianoche.
El delegado de ATE de Entre Ríos da en el clavo: “Esta situación de que no se sabe qué pasa favorece el individualismo”. El primer lugar donde el ajuste tiene que ser real es en la voluntad del trabajador.
El verdadero pequeño productor
Cerdos, cabras, ovejas, hortalizas, frutas, pesca, leche, vino, yerba. Los pequeños productores verdaderos no reciben ningún beneficio con la quita de retenciones. Están completamente al costado. Casi que viven de la tierrita que le sobra del desierto sojero, o de los cardúmenes que no se morfan del Paraná los frigoríficos exportadores.
Trabajan pocas hectáreas, o no tienen tierra, o usan bote a remo o con motor Villa. Generalmente están totalmente dominados por quienes son sus compradores. De hecho, hasta hace poco tiempo ni siquiera tenían espacios donde dialogar, agruparse y tomar fuerza. Sin embargo, estas familias campesinas, según cuenta Kasprzyc, producen el 48% de lo que comemos. No hay que asombrarse: basta darse una vuelta por los alrededores de Santa Fe y ver a los productores de hortalizas, a los pescadores, a los que tienen corrales. Con eso se llenan las verdulerías y se escriben los pizarrones con los gloriosos “Hay cordero”, “Hay chivo”, “Sábalo 3 kg x $100”.
“Trabajamos con el sector más empobrecido del campo, los que tienen muy poquita tierra, una o dos hectáreas, diez o veinte o ninguna. Y también con los que están en islas”, describe Kasprzyc y agrega “Son familias que se generan sus propios laburos y no van a engordar las villas en las ciudades. Son las que mantienen las escuelas rurales porque tienen sus hijos ahí. Tenemos una mirada integral de lo que significa fomentar la vida de la familia campesina en medios rurales”
–¿Cuántas son estas familias?
–En cantidad, más o menos, hay unas 500, 600 mil familias argentinas. En Santa Fe estamos cerca de 30 mil familias. Representan a nivel nacional, de lo que se produce, el 48% de lo que hay en la mesa de los argentinos. Pero, por ejemplo, los microtambos terminan vendiéndole a La Serenísima: son el primer eslabón de la cadena productiva, pero está invisibilizado. Aparece Mastellone como productor de la leche, pero son los pequeños productores los que sostienen esta cadena.
Despedir y desguazar
Los delegados gremiales están sentados en un gran círculo. Aparece el titular de ATE, Jorge Hoffman. “Ahora se va a venir la ola de despidos”, predice, “y detrás de cada derecho efectivo hay un trabajador del Estado”, estampa.
“Somos en la provincia 80 trabajadores distribuidos en toda la provincia y más en el norte, hay más familias campesinas en el norte. A muchos nos han ofrecido trabajos en otros lugares”, confiesa Kasprzyc, “Trabajar con este sector nos dio un aprendizaje. No es fácil formar un cuadro de trabajadores nuevo, si sacás todo y ponés un grupete nuevo. Lleva tiempo. Hay lógicas y dinámicas, conocer el movimiento del sector, las debilidades, las tremendas fortalezas, la cuestión organizativa que laburamos mucho: la organización de los productores, que los fortalece. Es un sector al que se le ha dicho que no tenía sentido organizarse. El neoliberalismo les dijo siempre que era una pérdida de tiempo armar una cooperativa o una asociación. Nosotros reforzamos las organizaciones”
–¿Cuáles son los mayores logros del área en el último tiempo?
–A nivel nacional, las familias campesinas se organizaron en el Foro de la Agricultura Familiar, como espacio gremial, Y después comenzaron a alentarse cooperativas, asociaciones y consorcios. Depende de cada provincia. En Santa Fe, todo lo que tiene que ver con el fortalecimiento de la actividad productiva en las chacras, lo que realiza cada familia, y todo el complemento de fortalecimiento institucional de las organizaciones. También hicimos asistencia técnica. Si hoy un productor no tiene para pagar un veterinario, que viaje 11 kilómetros para ver tres animales, el Estado cubre esa parte.
Veterinarios, ingenieros agrónomos, trabajadores sociales y especialistas de diversas disciplinas revistan en Agricultura Familiar, el nuevo bocado al que apunta el gobierno nacional.
Pero este campo no tiene tanta prensa que los banque si quieren cortar la ruta por meses.