Brasil es un país convulsionado. Existe una gran división social y política que está condicionando su vida institucional y cotidiana. Y su capital, Brasilia, es el foco de los conflictos.
En los últimos meses se profundizó una crisis política que está poniendo en jaque al gobierno de Dilma Rousseff y al líder del partido gobernante Lula Da Silva. Luego de reiteradas denuncias de corrupción y de la difusión mediática de escuchas telefónicas entre ambos políticos, las marchas opositoras se acrecentaron.
El gobierno de Dilma está en jaque por muchos frentes: el mediático (el canal O Globo es ferviente opositor), el político (los partidos aliados le soltaron la mano) y el económico (el país está en recesión hace un par de años). También su electorado está retaceando su apoyo. La clase media urbana es una de las principales críticas del gobierno.
Hoy Brasilia es una ciudad militarizada que revisa a las personas que circulan por el centro cívico. Mientras la policía requisa a dos jóvenes de piel negra en plena calle, un vendedor ambulante dice que “Lula persigue al pueblo trabajador”. Al mismo tiempo, una estudiante de medicina, Carol, asegura que la movilización de hoy no fue organizada: ella y sus compañeros fueron autorizados a ir a protestar por su profesora “porque eso es mucho más importante”. En la calle y los medios todos hablan del tema y el futuro del gobierno es una incógnita: “El Lulagate incendia al país y salpica a Dilma”, tituló un diario local.
Al grito de “Fora Dilma” y “Lula ladrão, seu lugar é a prisão”, los manifestantes hacen oír su furia en la calurosa explanada delante de la Casa de Gobierno. El juez federal Moro es el que investiga la causa de corrupción de Lula y se ha convertido en una especie de héroe de los opositores.
Brasilia es una ciudad que fue diseñada para circular en auto, los reclamos se hacen también de forma motorizada. La mayoría de los manifestantes tocan su bocina mientras andan por las anchas avenidas que circundan los ministerios.
Vamos tomar as Ruas!!
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— jornalistaslivres (@j_livres) 17 de marzo de 2016
Como se ve, al día siguiente de conocerse las escuchas telefónicas, los opositores invadieron las calles de la ciudad capital. Al mismo tiempo, los militantes del PT anuncian una marcha en apoyo para el otro día.
Si alguien cree que en Argentina existe una grieta es porque no sabe lo que está sucediendo en el país vecino. La sociedad está dividida y movilizada, tanto a favor como en contra del gobierno.