Desde los femicidios a la desigualdad laboral en el mundo y en Argentina, un repaso sobre las violencias que impone el patriarcado sobre las mujeres.
Un 8 de marzo de 1908, unas 130 trabajadoras de la fábrica Cotton de Nueva York, comenzaron una huelga dentro del lugar de trabajo en reclamo de la reducción de la jornada laboral a 10 horas, igual salario que el de los hombres y mejoras en la higiene. Ante la revuelta, el dueño de la empresa ordenó cerrar las puertas y provocar un incendio para incitarlas a abandonar el lugar, pero las llamas se extendieron y las mujeres murieron abrasadas en el interior de la fábrica.
Esta historia, sumada a muchas otras luchas, es la que funda el Día Internacional de la Mujer. Una conmemoración que reivindica el lugar de las mujeres en la historia, pasada y presente, y que lejos está de las promociones en tonos rosa de carteras y los 2x1 en cenas con amigas.
Desde aquel marzo de 1908 a hoy, muchas cosas han cambiado en la vida de las mujeres, pero muchas otras aún forman parte de los reclamos que cada año se enarbolan en esta fecha. La violencia, en todas sus formas, sigue signando la cotidianeidad de las mujeres en todo el mundo: femicidios, menos oportunidades laborales y diferencia de salarios con sus pares masculinos, estereotipos de belleza inalcanzables, acoso callejero, son algunas de las múltiples formas en las que se muestra la violencia de una sociedad aun profundamente machista.
Las muertes que no paran
El año pasado fue un momento bisagra en la lucha que desde muchos años antes venían llevando adelante las organizaciones de mujeres de manera casi solitaria. Las plazas de casi todo el país, personalidades de diferentes ámbitos, desde los más grandes hasta los más pequeños medios de comunicación cubrieron las marchas pidiendo el NiUnaMenos, en referencia a los femicidios, el 3 de junio de 2015. Pero la sola visibilización de la problemática no conduce a su directa resolución, de hecho los crímenes no han parado y cada año parece querer superar al anterior en cifras: sólo en Santa Fe, el año pasado se registraron el triple de femicidios que en 2014, 30 contra 10.
El registro de estos crímenes todavía siguen dependiendo del trabajo de las ONGs y demás instituciones de la sociedad civil que se encargan de contabilizar los hechos que toman estado público. Las estadísticas oficiales siguen siendo escasas, recién a fines de 2015 la Corte Suprema de Justicia de la Nación presentó el primer Registro de Femicidios de la Justicia Argentina, una de las exigencias de la ley 26.485 que fue sancionada hace ya siete años.
En estos primeros meses de 2016, cerca de 20 mujeres ya perdieron la vida en el país producto de la violencia machista. El caso de las mendocinas Marina Menegazzo y María José Coni encontradas asesinadas en Montañita, Ecuador, encendió las alarmas una vez más. Alarmas que dan cuenta de que los violentos están en todos lados, que esto responde a una cultura patriarcal, machista, que no conoce fronteras, lo que hace aún mayor el problema y más urgente la necesidad de acciones concretas y definitivas. Alarmas que saltaron una vez más cuando se filtraron los intentos por culpabilizar a las víctimas. Las redes sociales, los foros en los portales de noticias, algunas voces en la televisión, osaron preguntarse por qué viajaban solas si eso es peligroso; que cómo iban a hacer dedo, dos chicas tan lindas, tan blancas, en un lugar así; que si realmente estaban en una casa con estos dos hombres, bueno, se “expusieron”, se la buscaron. Y sí, las mujeres crecemos evitando “exponernos” a muchas cosas, pero eso no quiere decir que este bien, que tengamos que naturalizarlo. Es realmente urgente la aplicación de políticas públicas que promuevan relaciones igualitarias entre varones y mujeres, que desarticulen prejuicios, que nos eduquen en una sexualidad integral, que sea transversal a las casas, las escuelas, a los lugares de trabajo y de recreación. Salir solas a la calle, a la playa, a una plaza, no puede seguir siendo “exponernos” a morir.
Las desigualdades de cada día
El nombre completo de la conmemoración de este 8 de marzo es Día Internacional de la Mujer Trabajadora, aunque esta última palabra se ha perdido un poco con el correr de los años, quizás con cierta intencionalidad.
Después de 108 años de la trágica muerte de las trabajadoras de Cotton ¿qué pasa con las mujeres y el trabajo hoy? Sí, ya hay mujeres presidentas de países, de empresas, mujeres en áreas de decisión importantes en los gobiernos de todo el mundo, pero el “techo de cristal” sigue estando ahí. Esa expresión hace referencia a las limitaciones con las que las mujeres se encuentran, en comparación con sus pares masculinos, para ascender en sus trabajos, o para al menos conseguir igual remuneración por igual trabajo.
Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la brecha salarial entre hombre y mujeres persiste: el salario de las mujeres es solo el 84% por ciento de lo que ganan los hombres. Además, de este estudio, se desprenden algunas otras cifras interesantes:
• La disminución más alta de la brecha (19,7 puntos) se observó en el grupo de mujeres con menor nivel educativo, esto se debe a dos factores: a los avances legislativos en los países de la región, que regulan y formalizan el trabajo doméstico remunerado estableciendo montos salariales mínimos por hora y tiempos máximos de las jornadas de trabajo, y al aumento de los salarios mínimos y su utilización en varios países para homogeneizar hacia arriba los ingresos de las personas ocupadas sin calificación.
• En el caso de las mujeres de mayor nivel educativo, la brecha disminuyó en 9,3 puntos. La incorporación de mujeres a ámbitos como la ciencia y tecnología, a grandes empresas y lugares de poder, puede estar contribuyendo a mejorar la situación pero sigue sin generar igualdad: la brecha con los hombres es de 25,6 puntos. Esto muestra que a mayor educación y formación de las mujeres, no se da una mayor cercanía a los ingresos que perciben los hombres con la misma formación.
A nivel país, la situación no es muy diferente que en el resto de Latinoamérica. Según el informe “Las mujeres ganamos menos que los hombres en todo el planeta (y tu mamá también)”, de Mercedes D’Alessandro y Magalí Brosio, las mujeres ganamos en promedio un 27,2% menos que los varones, y en provincias como Misiones, Salta y Chubut la situación es aún peor: las mujeres ganan alrededor de un 65% menos. Por otro lado, solo el 7% de los altos cargos ejecutivos en empresas están ocupados por mujeres, además de que la brecha salarial aquí asciende a más de 40%.
Pero ¿hay algo que explique esta desigualdad? Según las autoras del informe: “Muchos escépticos sobre las desigualdades de género intentan escudarse en que la diferencia de promedios entre lo que ganan mujeres y varones no se debe a que las primeras son discriminadas, sino simplemente a que estas trabajan menos horas y en sectores peor pagos. Quienes mantienen esta postura parecen olvidar o desestimar que las mujeres partimos de una inequitativa distribución del trabajo doméstico no remunerado, que tiene un gran peso en el porqué muchas veces terminamos dedicando menos horas al trabajo fuera del hogar (los datos muestran que la participación de las mujeres en el mercado laboral disminuye –por ejemplo– a medida que aumenta la cantidad de hijos/as). En Argentina, según el INDEC, las mujeres destinan casi el doble de tiempo que los varones a las tareas domésticas no remuneradas. A su vez, casi el 90% de las mujeres realizamos estas labores mientras que de los hombres la participación apenas supera el 50%”.
Y en Santa Fe las tendencias son muy similares. Según los datos suministrados en el último “Informe laboral de la Encuesta Permanente de Hogares”, publicado por el Gobierno de la Provincia en enero de este año, la situación de las mujeres, específicamente en el Gran Santa Fe, presenta los siguientes indicadores:
• Asalariadas sin descuentos jubilatorios: alcanzan el 38,8%, en tanto que el porcentaje para los varones es del 28,3%.
• El 58,8% de la población inactiva del Gran Santa Fe son mujeres
• Las mujeres ocupan, en muchos casos, lugares diferentes que los hombres en el mundo del trabajo. Casi la totalidad de los ocupados en la rama “Actividades de los hogares”, “actividades no diferenciadas de los hogares como productores de bienes y servicios para uso propio” son mujeres (96,0%). Las otras ramas que se destacan son: “Enseñanza” (76,4%) y cerca de la mitad en “Administración pública y defensa” (49,9 %). En la rama “Comercio al por mayor y al por menor”, el 41,8% de los ocupados son mujeres.
• Las mujeres además predominan en los puestos de trabajo denominados no calificados (63,3%). No alcanzan la mitad en los trabajos técnicos (45,8%), mientras que el porcentaje de mujeres baja al 28,4% en los puestos de trabajo de carácter operativo.