En la era de un fútbol desvalorizado, tal vez por la falta de logros de la selección a nivel internacional o, directamente, al mamarracho llamado campeonato que nos dejó como herencia Grondona, ayer en vez de juntarme con amigos a ver el Boca-River, me junté a ver el comienzo de la sexta temporada de Game of Thrones.
Pizza, porrón y HBO HD son los gustos del burguesito promedio del siglo XXI argentino. Inclusive, la juntada tiene previa y todo: el episodio final de la temporada pasada, cosa de darle sustento al debate y las conjeturas sobre lo que vendrá… Y sí, pasaron casi 9 meses de ese final desesperante donde lo imposible pasó (aunque todos sabemos que es imposible, por el momento, que pase), así que había que ponerse al día.
La ansiedad empezó a menguar con el “A continuación” que anunciaba lo que desde el periódico veníamos anunciando con cada teaser y trailer (yo nunca estuve de acuerdo con el Pausa en descalificar a algunos de los avances que nos tiraba HBO cada tanto como para histeriquearnos un ratito… vamos, ¿a quién no le gusta el “se mira pero no se toca” en el juego de la seducción?). Silencio en la sala, luz apagada y acción.
¿Y el episodio qué tal? 0 a 0. Sin demasiado trabajo para los arqueros. Y ahora a esperar 7 días porque las series; sí, las series, siempre dan revancha.
So, how do you explain this, @GameOfThrones ? #GameofThrones pic.twitter.com/KE23Y0cYOh
— Marcela Limon (@march) 25 de abril de 2016