Informes científicos vinculan el monocultivo de soja con las inundaciones en Santa Fe y el Litoral. Cuando baje el agua, ¿la política se animará a discutir el actual modelo agropecuario?
En 2014 Misiones sufrió una gran inundación. A comienzos de 2015 fue el turno de Córdoba y Santiago del Estero y a fines de ese año le tocó a provincia de Buenos Aires. Finalmente, a inicios de 2016, el fenómeno de El Niño arrasó con Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Chaco. Pero parece que la explicación no es solamente meteorológica.
La reciente gran inundación volvió a poner en discusión las consecuencias que implica destinar gran parte de la producción agrícola a la siembra de soja transgénica para la exportación. Esto se debe no sólo a las pérdidas millonarias que significa apostar casi todo a un único cultivo (y luego perderlo), sino también a las características extractivas de este tipo de producción.
No es la lluvia, es la soja
Las consecuencias de la expansión de la soja transgénica en los últimos 20 años en la zona pampeana y extrapampeana son cada vez más evidentes. “No estamos de acuerdo en que los excesos hídricos se deban a la falta de obras ni al exceso de lluvias, sino más bien a cuestiones asociadas al proceso de minería que sufre la agricultura y a la agriculturización de las últimas dos décadas principalmente”, aseguró Nicolás Bertram, investigador del INTA Marcos Juárez (Córdoba).
Sobre las causas de la inundación, el especialista sostuvo: “Llovió por encima de la media, pero de ninguna manera eso explica la magnitud del desastre; la clave está en el ascenso de la napa y que arrasaron el monte que retenía agua”.
Bertam viene analizando las lluvias de los últimos cuarenta años y los cambios en el modelo agropecuario relacionados con la sojización y la consecuente expulsión de la ganadería. En una investigación reciente, se pregunta: ¿el ascenso de napas en la región pampeana se debe al incremento de las precipitaciones o cambios en el uso de la tierra? Luego de confirmar que las lluvias se mantuvieron dentro de sus promedios anuales, la respuesta es contundente: “A partir de datos históricos se puede observar una relación directa entre el incremento de los cultivos agrícolas (de soja principalmente) y el acercamiento de la napa freática a la superficie”.
El investigador lo explica claramente. Antes, “la napa estaba a diez metros de profundidad y hoy está a menos de un metro. Los suelos están saturados, no pueden absorber más. Es como si antes teníamos una maceta grande y echábamos un balde de agua. Ahora la maceta es diez veces más chica pero echamos el mismo balde de agua”.
Esta situación se debe a que en los últimos años diez millones de hectáreas pasaron de la actividad ganadera o mixta al cultivo de soja. “Millones de hectáreas de pasturas y pastizales que consumían agua durante los doce meses del año fueron cambiadas por cultivos anuales que, en el mejor de los casos lo hacen durante un tercio o la mitad de ese tiempo, pasando de consumir anualmente 1500-2000 milímetros a 500-800 milímetros”.
Discutir el modelo
No es la primera vez que un científico o especialista plantea los problemas que genera el monocultivo de soja transgénica. Pero lo que sí es novedoso que un funcionario público lo exponga claramente. La semana pasada, el propio ministro de la Producción de la provincia, Luis Contigiani, fue contundente: “Lo que hay que discutir es el modelo agropecuario. El desastre hídrico que estamos sufriendo no es consecuencia únicamente de las lluvias: se debe a las lluvias, más las napas saturadas, más la falta de rotaciones, más la poca superficie sembrada con cereales de invierno, más el monocultivo, más la sojización”.
Lo único que ha hecho el exceso de lluvias es poner en evidencia esta situación de saturación de las napas. En este mismo sentido, el investigador del INTA afirma: “Pese a este escenario, se continúa en una carrera por lograr mayores y más estables rendimientos de los cultivos agrícolas, en la supuesta búsqueda de alimentar a un mundo que sigue padeciendo hambre, en donde muchas veces no existe el tiempo para pensar para quién y qué se está produciendo”, afirma el trabajo del INTA.
El modelo agropecuario trasciende cualquier gobierno: comenzó con el menemismo, se profundizó con el kirchnerismo y ahora es alentado por Macri con la baja de las retenciones a la exportación de soja y la eliminación de las retenciones al resto de los cultivos.
Por eso, Bertam asegura que “si no se modifican las rotaciones o el uso de la tierra, no sólo se seguirá incrementando el nivel freático, sino también la superficie, con un alto riesgo de anegamiento”. Al respecto, se pueden encontrar soluciones, tales como la incorporación de pasturas, otros cultivos, mejor manejo de agua. Pero eso será posible si se tiene en cuenta no sólo los sectores productivos sino también los aspectos ambientales y sociales.
Publicada en Pausa #172, jueves 12 de mayo de 2016.
Buenisimo el estudio y articulo. Ahora es indispensable que, despues de esta "emergencia hidrica", que la pagaremos TODOS, tengamos politicas de conservacion mas que de obras publicas, que frenen a los nuevos inundadores, los señores sojeros. De manera contraria, sean ellos los que paguen el desastre, total son unos cuantos que la juntan a pala con sus "economias offshore", no?