Lecturas no tradicionales: hasta el 15 de junio, se desarrolla el ciclo Los libros y las cosas.
¿Dónde habita la literatura? ¿Sólo en la biblioteca? Una cantera de palabras se abre en cada momento de la vida cotidiana. Y es esa una de las premisas de Los libros y las cosas, el ciclo que se desarrolla en el Tríptico de la Imaginación desde el 23 de abril –en alusión al Día Internacional del Libro– hasta el 15 de junio, Día Nacional del Libro. Es así como han pasado narradores orales, títeres, un taller de poesía digital, una mujer que cuenta cuentos y usa como instrumento el arpa, el taller de rap, que es una clase abierta que se hace en La Esquina Encendida (Estanislao Zeballos 3310). “La idea es hacer algo que no sea solamente el libro, sino las formas de lectura y con distintas personas que creemos están involucradas con la literatura”, explicó Huaira Basaber, directora de El Molino Fábrica Cultural (bulevar Gálvez 2350).
La vasta serie de actividades también contempló la presencia de Graciela Goldchluk “que presentó una recopilación de los textos de Manuel Puig y después hubo una mesa de jóvenes poetas santafesinos (Daiana Henderson, Santiago Venturini y Cecilia Moscovich), y antes hubo actores leyendo textos” del autor de Boquitas pintadas. Además, “estuvimos en contacto con la gente que recuperó los Cuentos del Chiribitil de Eudeba. Se trata de una colección de cuentos, uno de los cuales, Los zapatos voladores, fue censurado durante la última dictadura militar y algunas obras no habían salido y ahora se reeditaron”, agregó Basaber.
Chicos y grandes
El ciclo brinda la oportunidad de conocer de qué manera los santafesinos se han apropiado de los tres espacios culturales que forman el denominado Tríptico de la Imaginación. Al respecto, Basaber recalcó que “son espacios que provocan un encuentro, una situación de convivencia con la familia. Van muchos padres y los chicos y abuelos con los nietos. Con este tipo de eventos convocamos a personas que, quizás, no irían a estos espacios porque piensan que son para los chicos. En realidad, estos proyectos son para los grandes. Un niño juega con cualquier elemento que tiene a mano, los niños están todo el tiempo jugando, es su forma de habitar el mundo. Cada elemento con el que convive es una buena excusa para jugar. Pero para los adultos entrar en situación de juego y jugar con los chicos es más complicado”.
A propósito, distinguió que “El Molino es más constructivo, está más vinculado a los procesos; La Redonda (Arte y Vida Cotidiana, en Salvador del Carril y Belgrano), está vinculado más al juego de las primeras infancias. Ese público ya está habituado a ir. En el caso de El Molino no hay talleres actualmente. La intención es hacer un abanico de propuestas en la que la gente se va enganchando con distintas formas de construcción y que después eso le dé ganas para hacer otros talleres en La Esquina Encendida”. Justamente, en éste último espacio “los talleres tienen una duración de tres meses, hay otros intensivos y otros que se prologan un poquito más. El Molino tiene algo que sucede en un momento y si alguien se quedó con ganas de seguirlo, puede volver otro día y continuarlo. No tiene que tener una secuencialidad”.
Afectos
Los libros y las cosas tiene como fuente de motivación el libro Las palabras y las cosas, de Michel Foucault. Esto se debe a que el autor reflexiona en el prólogo sobre Las meninas, el célebre cuadro de Diego Velázquez, y destaca “que la imagen debería salir del cuadro”. El objetivo es, entonces, “que la literatura no tenga que ver solamente con los ámbitos académicos, sino con los ámbitos cotidianos. La literatura es la poesía del día a día, en los bares, conversando y discutiendo, en imágenes que todos hemos recortado en paisajes. Desde ese lugar uno puede replantearse qué es la literatura, o ¿todo es literatura? Trabajamos mucho el sentido de los afectos porque nos acerca a las cosas que queremos, qué queríamos ser cuando éramos chicos. Los afectos nos acercan a lugares que estuvieron o están en un determinado lugar. A veces, uno no accede a una mesa de poetas porque hay que ir a la Universidad. Proponemos que en estos espacios pueda suceder una variedad de circunstancias y que puedan convivir entre ellas sin jerarquías”, argumentó la directora.
—¿Qué diferencia al Tríptico de la Imaginación de otros espacios culturales?
—Son espacios gratuitos –subrayó Basaber–. Tienen una propuesta de horario importante. La familia va con los chicos a jugar y a participar de actividades que tienen como objetivo procesos de subjetivación. La idea es que se produzca un encuentro entre los niños y los grandes. Son personas que entran en diálogo permanente con los espacios. La participación ciudadana se construye de otra manera que no está regulada por jerarquías –insistió–, en las cuales hay alguien que sabe más que otro y que esa es la persona habilitada para hablar. El participante se lleva el mate, la torta, los bizcochitos y comparten con otros. Desde los 90, el espacio público quedó reducido al shopping y a los espacios privados. Que haya un espacio público donde la gente pueda sociabilizar con otros pudiendo construir lazos de confianza es muy transformador –opinó–. Son espacios para la infancia y la gente se ha apropiado muchísimo. En el caso de El Molino nos costó un poquito más al comienzo porque hubo muchas críticas con respecto a donde está emplazado. La paciencia y la tolerancia nos dieron la posibilidad de que hoy vaya gente de todos los barrios. Lo más importante es que la gente de todos los barrios circula por el centro.
—¿Cuál es la experiencia particular de La Esquina Encendida?
—Tiene una gran participación de jóvenes. En verano hay una propuesta cultural que acompaña al barrio y tiene una parte deportiva y hay una propuesta vinculada a las fábricas con el cuerpo y el movimiento. Tiene algo de club de barrio, tiene cercanía entre la gente que empieza a hacerse amiga. Hay muy buenos talleres. Sin embargo, no tenemos que pensar solamente que los lugares tienen que estar en los barrios. Es muy importante que los espacios de movilidad y circularidad existan. Es importante que tengamos lugares gratuitos y bellos. La belleza también es un derecho. Se trata de proyectos pedagógicos y lúdicos, alejados del concepto de entretenimiento. No hay espacios de consumo, no se vende nada para comer o tomar. Cada uno se lleva lo que puede y si se comparte mucho mejor. Y así como se comparte una torta o el mate, también se comparten saberes. Se construyen relaciones.
Más propuestas
10 de junio, en El Molino: Presentación de "Los Cuentos del Chiribitil" y la reedición de las tradicionales historias de los años 70.
12 de junio, en La Redonda: Liniers/Montt. “Stand up ilustrado”.
14 de junio, en El Molino: Trasnoche. Cuentos con arpa, poesía digital, Marcela Sabio y slam de poesía.
15 de junio, en La Redonda: Pablo Bernasconi.
16 de junio, en El Molino: Presentación del libro "Ciudades, campos, pueblos, islas. Relatos Clásicos Santafesinos".