Un proyecto compuesto por familias cooperativistas de dos organizaciones sociales busca construir 46 viviendas, espacios verdes y salones de uso común en el norte de la ciudad.
De a poco, en el corazón de barrio Transporte, un sueño colectivo empieza a transformarse en obras que cambiarán la historia de sus protagonistas: a través de una mesa de trabajo con la Provincia, las cooperativas de trabajo Alba Iberá y Casa Base –ambas del Movimiento de Ocupantes e Inquilinos de Santa Fe (MOI)– junto a la Federación Tierra y Vivienda (FTV) proyectan construir por ayuda mutua y como experiencia piloto 46 viviendas, dos salones de uso comunitario y dos espacios verdes con juegos. El terreno es parte de la ex traza de la Circunvalación que luego pasó a manos de la Comisión Nacional de Tierras con destino de hábitat social. Las organizaciones lo denominan futuro barrio SeLViHP en referencia a la Secretaría Latinoamericana de la Vivienda y el Hábitat Popular, de la que ambos movimientos forman parte.
En diálogo con Pausa, el arquitecto del MOI Homero Ramirez comentó que “el pasado 25 de mayo hicimos el primer encuentro fuerte entre la FTV y nuestras cooperativas para la construcción del barrio SeLViHP, del proyecto que tiene como objetivo abrir la dimensión integral de la vida más allá del techo. El encuentro tuvo el objetivo de fortalecer un proceso conjunto; en los días previos tuvimos reuniones para avanzar en términos de gestiones y profundizar el proceso de inserción barrial y de apropiación de lo que va a hacer nuestro territorio específico, que es donde vamos a construir las viviendas”.
“Hay una cuestión que es física y otra que es el proceso integral de construir la hermandad de las organizaciones, pero también la comunidad de los compañeros que venimos con procesos organizativos distintos y la construcción de comunidad en un barrio preexistente, que es una de las cosas que la política habitacional tiene muy poco en cuenta, sobre todo a la hora de atender los sectores populares donde tienden a profundizar lo más feo de nuestra sociedad”, analizó Ramírez.
Por su parte Marcelo Bravo, de Alba Iberá, apuntó: “Como cooperativa veníamos haciendo asambleas en el barrio, algunos vecinos ya nos identifican y saben qué vamos a hacer. La lucha por el mejoramiento del barrio nos va a encontrar trabajando por ese territorio, sobre todo en ese sector de la ciudad que tiene muchas necesidades”.
Respecto a los acuerdos logrados, Homero Ramirez repasó: “Desde el MOI veníamos trabajando en la posibilidad de identificar suelo estatal, fue un proceso histórico largo en el que terminamos realizando la propuesta conjunta. Con el tiempo fuimos convenciéndonos de que podíamos construir a partir de los acuerdos: primero firmamos un acta en el marco de una actividad de la SeLViHP, luego vino la firma de un convenio que especificaba cuál sería ese proyecto de tenencia del suelo y gestión conjunta de recursos para poder producir tanto las viviendas como el equipamiento comunitario”.
Actualmente, tanto el MOI como la FTV mantienen una mesa de trabajo con la Dirección Provincial de Vivienda, donde se diseña la operatoria, el acompañamiento desde el Estado y se evaluará cómo funciona el mecanismo. Las cooperativas buscan que la primera etapa de construcción sea financiada por el gobierno de la provincia, que consistirá en la construcción del equipamiento comunitario y seis viviendas. “Los tiempos que manejamos son los que llevan construir casas, aunque muchas veces los procesos se dilatan porque están pensados para otra lógica. Pero en la medida que haya flujo financiero, el desafío es hacer más y mejores viviendas en los tiempos que construye cualquier empresa. En nuestro caso la cooperativa de trabajo no está pensada como un complemento de la cooperativa vivienda: así como buscamos resolver el techo, también buscamos colectivamente resolver el trabajo; y en ese sentido la cooperativa Casa Base tiene dos años y medio de desarrollo con trabajos en los sectores privado y estatal, algunos de ellos ganados en concursos de precios”, puntualizó Ramírez.
“Venimos trabajando en la calificación de los integrantes de la cooperativa para que la ejecución de la obra no sea una cuestión improvisada sino el desarrollo especializado de la construcción de una vivienda con el aporte de ayuda mutua de los cooperativistas de vivienda”, acotó Diego Mandile, otro de los arquitectos del MOI.
Otra construcción de ciudad
El Movimiento de Ocupantes e Inquilinos surgió en 1991 en la ciudad de Buenos Aires y desde entonces trabaja con familias que transitan diferentes situaciones habitacionales en las denominadas guardias, espacios que fortalecen los procesos cooperativos. El movimiento se nacionalizó en distintas provincias “desde la convicción de que la autogestión, el cooperativismo, la ayuda mutua, y la propiedad colectiva son herramientas de transformación”.
En Santa Fe, el movimiento cuenta con dos cooperativas –la de vivienda Alba Iberá y la de trabajo Casa Base– y forma parte de la Federación de Cooperativas Autogestionarias MOI, de la CTA Autónoma y de la Secretaría Latinoamericana de la Vivienda y el Hábitat Popular (SeLViHP). En su local de la zona céntrica funciona un espacio multifunción que, además de las asambleas semanales, alberga un proyecto educativo con una biblioteca popular en crecimiento y el emprendimiento de producción textil Hilando Comunidad. También cuenta con un programa de vivienda transitoria: “Es un trabajo con las familias que resuelve el problema habitacional en la emergencia, asimismo eleva su participación dentro de la organización. Los procesos cooperativos de vivienda tienen sus tiempos y esto viene a mejorar las condiciones habitacionales”, contó a Pausa la trabajadora social Ayelén Dutruel.
[quote_box_right]"El desafío es hacer más y mejores viviendas en los tiempos que construye cualquier empresa".[/quote_box_right]Consultado sobre las políticas estatales de vivienda, el arquitecto Homero Ramírez objetó que “hay un marco general dominante de la política orientada a motorizar economías, haciendo eje por un lado en la ganancia empresarial, y por otro lado con un efecto sobre la concepción antagónica a la autogestión, que es la lógica del beneficiario individual que no es parte de la gestación de su solución de vivienda y que tiene grandes periodos de espera para entrar en alguna etapa azarosa de sorteo, con una llave en mano final de una vivienda que no pensó ni concibió y de un pedazo de ciudad que seguramente lo sorprende”. En este sentido, Ayelén Dutruel dijo que “también se desconocen los procesos de producción social del hábitat que ya se vienen desarrollando, que tienen una dimensión social, cultural y política de construcción del territorio que el Estado no reconoce”.
“Eso acentúa el acceso por determinada franja social y las propuestas homogéneas para determinados trabajadores sindicalizados, que generan barrios de policías, de maestros, de más pobres, de menos pobres y de los que acceden a la solución habitacional, que es como una infravivienda con escasez de servicios. Para nosotros es importante el criterio de construcción de ciudad, por eso lo complejo e integral de los procesos es que sean internamente para la conformación de nuestra comunidad más cercana, de nuestra organización, que son nuestras cooperativas, para el involucramiento en el barrio que también tiene su historia, sus distintos sectores y sujetos existiendo, viviendo y reproduciendo su vida”, reflexionó el arquitecto.
—¿Se puede aplicar el modelo cooperativo a otros sectores como el estatal?
—Al aprobarse la ley Nº 341 en Buenos Aires, el MOI logró desarrollar desde el año 2000 la escala de una política que propicia poder replicarla en otros lugares del país para que esto se conciba como una política nacional. Además contamos con la experiencia de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua, que tiene una ley sancionada hace 45 años y fue pensada para distintos sectores sociales, que no implica que uno deba tener características de uno u otro tipo para acceder –contestó la arquitecta Paz Coniglio, del MOI.
“Está claro que se puede producir a escala, de mejor calidad en términos de construcción social y también material, urbana y arquitectónica. Estas propuestas demuestran que cuando el eje es resolver la vivienda para reproducir la vida y no para cambiarla en el mercado, se puede producir otro tipo de hábitat. En Santa Fe van a solucionar la vida de 35 familias pero a la vez van a parir una política habitacional distinta. También es importante avanzar la pelea por marcos normativos que contengan, impulsen y desarrollen este tipo de experiencias que se encuentran todo el tiempo con los obstáculos de una política pensada para otra cosa y que no tiene nada que ver con esto. Y estamos siempre armando rompecabezas con la política existente para dar estos primeros pasos. Tenemos la decisión de impulsar más decididamente una mesa de trabajo en la Legislatura para discutir un marco normativo provincial para trabajar en un proceso interactoral donde se construyan convencimientos, decisiones y capacidad de hacer efectivos esos marcos normativos y que no queden durmiendo en el papel”, finalizó Homero Ramirez.