En la Argentina, numerosas organizaciones advierten sobre el avance de las multinacionales sobre el mercado de las semillas. Una de ellas es la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. En un documento llamado “Cómo analizar la nueva ley de semillas”, señalan que no debe perderse de vista la cuestión de las semillas criollas y nativas como patrimonio genético y cultural y su importancia para la construcción de soberanía alimentaria.
Las semillas criollas o regionales fueron desarrolladas a partir de la selección hecha por los propios agricultores. Las variedades se generaron a lo largo del tiempo y responden a las necesidades de cada región.
“Las semillas criollas se han ido reemplazando por variedades comerciales homogéneas. Esto generó pérdida de diversidad y su reemplazo por unas pocas semillas que se pueden encontrar en el mercado”, sostiene el documento. “Todo esto supone una pérdida de autonomía de los agricultores que se hacen cada vez más dependientes de los nuevos dueños de las semillas, sus políticas de precios y los paquetes tecnológicos”.
Las semillas criollas en la actualidad no tienen limitaciones de uso propio. Pero si se avanza en una regulación que no las contemple, podría afectarse su uso y el libre intercambio entre agricultores, que es una de las bases de su desarrollo.